El amor de la clase que sea (2022)
- Viva Suecia
- ⭐️ 5/10
- Universal Music
Despojados de etiquetas y de señas de identidad
Hace unas pocas semanas, el cuarteto murciano triunfaba en el Dcode en lo que ellos mismos proclamaron como la despedida de su tercer largo, ‘El Milagro’, dando así carpetazo a un ciclo y, probablemente, a un estilo.
Hace tiempo ya que el grupo mostraba una manifiesta incomodidad por la etiqueta “indie” que, en su opinión, ya no es representativa de movimiento o corriente musical alguna, afirmación no exenta de cierta razón, pero quizá en exceso taxativa si atendemos a los resultados de su paso de Subterfuge a la multinacional Universal Music.
Siguiendo una estrategia orientada hacia la generación de contenidos, el grupo había lanzado hasta siete sencillos entre el pasado año y lo que llevamos de 2022, combinados con sus actuaciones en directo en las que han aprovechado para presentar y testar las nuevas canciones, en un ejercicio que les ha permitido mantener viva la llama de la notoriedad, pero que, sin embargo, resta fuerza, valor y sorpresa al álbum en tanto que cinco de ellas han terminado por formar parte de esta su nueva entrega: ‘El Amor De La Clase Que Sea’.
Letras más ligeras, guitarras que pierden presencia en favor de teclados, baterías edulcoradas en exceso y otros elementos redundan en una actuación con resultados irregulares: por un lado, un sonido más alegre, divertido y accesible; por otro, un estilo de vocación claramente comercial que los aleja de su esencia, su capacidad para la composición de himnos basados en el sonido rockero anglosajón más oscuro, nostálgico y, no obstante, accesible.
El disco se abre con ‘El Bien’, su sencillo más reciente y, en palabras de la banda, su canción “más divertida” y, sin embargo, fallida por simple: el estribillo en forma de teclado repite la fórmula mejor ejecutada en su tercer corte, ‘No Hemos Aprendido Nada’, la canción que más entronca con sus brillantes trabajos anteriores; el tema se queda a medio camino entre fórmulas ya exploradas y la búsqueda de nuevas rutas, representadas por ese saxo que aparece en el tramo final de forma inopinada. Exactamente la misma problemática de la que adolece ‘El Mal’, encajado como un elemento de relleno.
Las colaboraciones con otros artistas facilitan evolucionar y avanzar musicalmente, incorporando otros estilos de cantar y tocar que permiten una fusión artística que, cuando funciona, eleva las canciones y produce magia tal y como la propia banda murciana ha demostrado en el pasado (‘Hoy empieza todo’, con los ínclitos Rufus T. Firefly) e, incluso, en ‘Hacernos Polvo’, uno de los mejores cortes de la obra aquí analizada, en el que los arreglos de la mitad italiana de Delaporte, Sergio Salvi, permiten una evolución estilística sin perder el carácter que define a Viva Suecia.
Con ‘Justo Cuando El mundo Apriete’, la aportación de Leiva les ha permitido alcanzar a un público masivo, con más de 2.5 millones de escuchas en Spotify, pero el resultado parece un producto de dos fuerzas que se emplean en sentidos opuestos, una fútil batalla sin vencedor. ‘Lo Siento’, con Dani Fernández, parece dirigida a los fans de Operación Triunfo y ‘La Parte Difícil’, con una de las grandes damas del panorama musical hispano, la gallega Luz Casal, que se lleva la canción a su terreno, más adecuada para un álbum con su firma que con la de nuestros protagonistas.
El sonido más reconocible y cercano a sus comienzos lo encontramos en ‘El Rey Desnudo’, en cuya letra encontramos el verso que da título al disco; ‘Lo Que Queda De Cariño’, y la ya mencionada ‘No Hemos Aprendido Nada”.
Por el contrario, la innovación sonora es más que evidente en los dos temas con los que se completa el álbum: ‘Hablar De Nada’, una canción en apariencia inacabada, centrada en la experimentación con sintetizadores y sonido de corte ochentero que no toma rumbo alguno y permanece indefinida hasta perderse en un limbo sonoro. Y ese cierre maravilloso, emotivo e intenso titulado ‘Gracias’, acaso la gran sorpresa de este disco, una pieza edificada alrededor de una melodía de piano a la que se suma la mejor línea de bajo de todo el trabajo, ornamentada con arreglos cercanos al ‘Up’ de Peter Gabriel en la que la experimentación y la apertura estilística, por fin, cobran sentido.
Abrirse a otros estilos e influencias y experimentar forma parte de la vida de los buenos grupos musicales y los dignifica como artistas, pero ‘El Amor De La Clase Que Sea’ no parece fruto de una expresión artística ni refleja el evidente riesgo con el que parece haberse afrontado, sino que parece un trabajo orientado a un público masivo y menos exigente. Aquello que consiguieran en su entrega anterior, probar cosas diferentes sin dejar de ser ellos mismos, aunque los dejara insatisfechos, aquí se traduce en un trabajo plano y sin identidad, en el que todavía encontramos canciones y momentos notables (‘No Hemos Aprendido Nada’, ‘Gracias’), pero que, en su conjunto, resulta insustancial y aburrido, en el que se echan mucho de menos las guitarras, aunque la colección de estribillos escritos para ser coreados en directo, sin duda, les dará réditos comerciales, acercándolos a un público más masivo a la par que alejado de algunos de los que somos amantes de un sonido más alternativo.
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Yago Hernández
Redacción