El jueves 13 de octubre prometen un concierto muy especial en La Riviera de Madrid
Camellos es esa banda de gente de a pie como tú y como yo que, mediante sus letras sabe reflejar (como si de arte costumbrista se tratase) los sinsabores de la vida, con un humor cuanto más ácido, mejor. Pese a todo, su música no es ninguna broma y con los años han conseguido afianzar un sonido muy reconocible y sólido que cada vez se gana más adeptos. Yo me declaro uno de ellos y lo que no me imaginaba hace un tiempo es que una mañana iba a estar charlando por teléfono con Jorge Betrán, ese tío más fuerte que el vinagre y hombre de los ritmos en Camellos, que no conocía, pero al hablar con él te das cuenta de que es como si lo hicieses. No sé si esta entrevista es ‘Café para muy Cafeteros’, pero yo estoy ‘Blessed’ por esta oportunidad. Espero que la disfrutéis tanto como yo.
Para romper el hielo, ¿cuál sería el animal espiritual de cada uno de los integrantes de Camellos?
Uf, difícil, difícil. A Fer lo veo así rollo toro, porque es un animal fuerte y perseverante pero muy noble y de buen corazón. Paco es igual, pero con la diferencia de que él tiene una cara de persona más seria y Fer más simpática. Le pondría así un gorila, porque dices: «Hostia, este tiene cara de hacerme algo», pero en realidad es buen tío. Tommy es muy tranquilo, te ayuda en todo lo que le pidas y es super obediente. Pues mira, siendo además americano vamos a ponerle un águila calva, ahí el animal de su tierra. Y a mí no me hagas autodefinirme así que ponme, yo que sé, bueno a mi no me pongas nada, que me has hecho la pregunta y yo me libro (risas).
¿Existe el camellismo como doctrina y, si es así, por qué deberíamos seguirlo?
Yo creo que somos una banda con la que es muy fácil identificarse, porque somos gente normal y corriente haciendo música. Lo que tiene ser normal es que tu vida se puede parecer a la de mucha gente y cuando cantamos de los problemas que tenemos, ya sea por nuestros trabajos, el día día, una relación personal o sentimental… pues a quién coño no le ha pasado algo así. Si me pongo de hablarte de: «No, aquí con mi Bugatti, tal no se qué, gastando millones», puede estar la canción muy guapa, pero puedes decir: «Joder, cómo sería vivir así».
Sin embargo, si yo te digo: «Otro día que me tengo que levantar a las siete y media para ir a trabajar, llego a fin de mes que me está tiritando la cuenta», pues quizás es bastante más sencillo que a la gente le llegue. Entonces no se si llamarlo camellismo (risas), pero yo siempre he entendido por qué la gente se siente identificada con los mensajes que transmitimos en las canciones. Y bueno, sumado a eso, considero que tenemos un directo bastante animado y si te gusta escuchar buena música y acabar sudado pues creo que es fácil que te guste lo que hacemos.
¿Anécdota favorita con alguno de los integrantes de Camellos? Sorpréndenos.
A ver, llevamos muchos años tocando y nos han pasado cosas muy raras. Mira, el finde pasado estábamos ahí en la carretera metidos con un poco de prisa y hablando nos pusimos a hacer una recopilación de viajes de mierda que hemos tenido con la banda. Había como un par ahí que estaban como a la cabeza y te voy a contar uno de ellos, de hace muchos años. Hicimos una fecha doble, tipo viernes en un sitio y sábado en otro, el viernes tocábamos en Huesca y el sábado en Cerdanyola del Vallés, en un festival que se llamaba Amic Amiant Fest, de un colectivo de allí. Los conciertos de puta madre y tal, entonces claro, terminamos de tocar el sábado, sales, te lías y luego el domingo volvíamos.
La cosa es que no era una vuelta normal y corriente, teníamos que parar en el Santuario de Borja que está en Zaragoza, donde el Ecce Homo, para hacer un acústico que grabamos. La movida es que por la mañana salimos, nadie estaba en condiciones de coger el coche porque estaba todo el mundo reventado, la persona que iba a conducir le dio un ataque de ansiedad… Bueno, que llegamos fatal de tiempo al santuario y sacrificamos la hora de comer para grabar eso y luego seguimos hasta Madrid. Al final llegamos a Madrid a las once de la noche sin dormir, sin comer, sin haber parado en todo el puto día, y encima al día siguiente currábamos. Yo me acuerdo de que llegué a casa con un vacío dentro de decir: «Estoy destrozado, en plan, por favor que no haya mas viajes así, que vuelta de mierda». Luego otra vez fue un sitio que nos pusieron para dormir un barco y el barco era para verlo, pero eso es harina de otro costal.
Fondo no lo sé, pero techo parece que todavía no habéis tocado. ¿Se puede decir que estáis creciendo peligrosamente?
(Risas) Me ha gustado ahí como lo has traído. Pues tío, es que con la música nunca sabes. Está claro que nosotros no somos de esas bandas que pegan un pelotazo, porque llevamos ya unos cuantos años tocando y un pelotazo considero que es empezar a tocar y empezar a tirar para arriba como un cohete. Lo nuestro ha sido algo muy progresivo, pero sí que es verdad que el tiempo sigue pasando y notamos una crecida de la banda. Lo de La Riviera el jueves es un ejemplo de ello, para nosotros es un hito, es el concierto más gordo que vamos a tener a nivel individual, algo que has montado tú y que la gente si va es para verte a ti.
Nos quedamos con un sabor muy amargo en 2020 cuando llegó la pandemia, porque era un año que tenía muy buena pinta para nosotros y se quedó ahí la espinita. Pero creo que hemos sabido sobreponernos a la pandemia con un nuevo disco y sentimos que pese a todo la gente sigue con ganas de escucharnos y vernos. La sensación que tengo es que todavía no hemos tocado techo, ojalá falte mucho tiempo para llegar a ese momento.
Ya hace cinco meses que salió ‘Manual de estilo’, un disco que muchos hemos degustado unas cuantas veces. ¿Cómo habéis recibido la acogida que ha tenido entre la gente?
La acogida ha sido muy buena, la verdad es que la gente siempre ha sido muy agradable con nosotros, tenemos la sensación de tener una fanbase bastante fiel. La peña a la que le gustamos le gustamos mucho. Entendemos también que ha sido un disco diferente a los otros, pero bueno, creo que ‘Embajadores’ y ‘Calle para Siempre’ también eran diferentes entre sí. En el fondo eso es lo más guay de las bandas, hacer discos que, aunque mantengan el espíritu de la banda, no sean siempre lo mismo, o sea no vamos a hacer el disco de Embajadores tres veces.
Somos conscientes de que es un disco quizás menos inmediato, que la primera escucha no te vuelve loco, pero creo que es el mejor disco que tenemos. Las canciones son más elaboradas, hemos tenido más tiempo para reflexionar algunas cosas y para grabar con más calma. A título personal te digo que estoy muy orgulloso de este último trabajo.
¿Tienes un manual de estilo personal o prefieres no seguir unas reglas establecidas?
No me las voy a dar de guay porque supongo que el que va más contracorriente en algo se inspira o de algún sitio toma las directrices. Por hablar un poco de la banda y no solo de mí, Camellos somos un grupo de colegas que cada uno venimos de sitios diferentes y se notan mucho también las influencias musicales. Al final lo variado siempre enriquece, que cada uno tenga su estilo diferente, ya sea musical o en la ropa, hace que salgan cosas más guays como es nuestro caso.
¿De dónde sacáis tantas referencias populares e ideas?
Pues somos gente con un sentido del humor bastante parecido y marcado, hablo no solo de los integrantes de la banda sino también de la gente que pertenece a este grupo de colegas, que hay más de los que se ven. Nos dimos cuenta de que nos resultaba muy fácil hacer las letras porque todos estábamos en la misma onda. Te hablo no solo del propio mensaje sino también de cómo queríamos transmitirlo usando las referencias y los juegos de palabras. Nosotros siempre lo hemos hecho dándonos cien por cien igual si la gente lo va a entender o no, es muy guay cuando alguien coge una referencia, pero también nos gusta cuando la gente saca sus propias conclusiones.
Una banda que tiene un estilo parecido en cuanto a letras y temática es Alavedra. ¿Qué opináis de ellos, veis alguna similitud con lo vuestro?
Bueno, somos dos bandas además contemporáneas, como de pop-rock si lo quieres decir así, aunque nunca he sabido como etiquetarnos. Es que no sé tío, hay gente que dice: «Sois muy punkies», yo vengo del punk y esto no es punk pero bueno, entiendo que el espíritu puede estar un poco ahí. Volviendo a Alavedra (de los que puedes leer nuestro tostatest aquí), pienso que tienen una manera de contar las cosas similares a nosotros, como que a veces se apoyan en el humor, pero sin ser una banda de cachondeo. Pues sí, evidentemente veo puntos en común con ellos y además son muy buena peña.
Otra cosa que me llama la atención es la portada de los discos, que siguen una línea de la estética quinqui y cañí. ¿Por qué la elección de este tipo de diseño?
Si te digo la verdad no ha sido algo que hayamos hecho siguiendo una línea, como que tenía que ser de una forma determinada. En el caso de ‘Embajadores’, Fer tiene un colega suyo que se llama Yago que es fotógrafo y tenía una foto muy parecida a la de la portada. Decidimos reproducirla, pero añadiendo el detalle ese del robo de la cartera y después de hacer varias pruebas nos gustó. En Calle para Siempre queríamos probar en color, hicimos pruebas, elegimos la temática y salió esa foto que a mí me mola mucho. Cuando hicimos ‘Manual de Estilo’ como que nos apetecía salir en la portada, pero no de cualquier manera, no como la típica foto de promo como las que tenemos.
Estuvimos mirando sitios en Madrid con encanto para hacer la foto, nos fijamos en un bar que se llama la Musa de Espronceda que está por Antón Martín y nos juntamos con colegas y al final salió para adelante. Ya te digo, tampoco es que digas que la portada representa lo que hay en el disco, porque yo no me puedo poner o tan filosófico o tan intenso. Tiene que haber arte gráfico y cuesta mucho, si las canciones te puede parecer que cuesta hacerlas, decidir cómo coño quieres que sea el disco por fuera me parece una movida acojonante. Por suerte contamos con la ayuda de Laura Bermejo, la pareja de Fer, que es una tía superbuena, supercreativa y con ideas muy frescas. Entre las cosas que se nos iban ocurriendo a nosotros y las que se le iban ocurriendo a Laura pues han dado el resultado del disco, más toda la gente que ha trabajado en la maquetación y todo el interior del disco como Jesús y Eduardo Castellanos.
En cuanto al sonido, me llama la atención que en ‘La Hora Llorar’ escuchamos un sintetizador que le da a todo un rollo distinto. ¿Tenéis siempre en mente introducir de vez en cuando estos nuevos sonidos?
Una cosa que nos gustó mucho del disco anterior fue empezar a abrirnos a probar cosas nuevas, como por ejemplo fue un sintetizador en ‘Tentaciones’ y nos gustó mucho cómo quedó. Algo que me hace sentirme muy cómodo a la hora de componer y hacer música es que no nos cerramos a nada, otra cosa es que yo proponga una idea y luego no cuaje, pero nadie se cierra a nada, porque al final lo guay es cuando metemos un elemento que quizás de primeras no crees que vaya a sonar a nosotros, pero cuando haces la canción y juntas todo te sientes bien porque lo has llevado a tu terreno, suena a Camellos. Ya te digo, empezamos a sentirnos más cómodos en ese ambiente con el disco anterior, y seguimos esa línea en este nuevo con canciones como ‘La Hora Llorar’ o ‘Manual de Estilo’, que es diferente a lo que estamos acostumbrados a hacer, pero yo lo escucho y suena a nosotros.
Algo que también destaca mucho en vuestro sonido son las guitarras. ¿De dónde nace la inspiración de esos punteos tan característicos?
Los punteos para mí son como una marca de la casa de Paco y de Fer, aunque los punteos así sueltos suelen ser cosa de Paco. Es una cosa de ellos dos vamos, porque tampoco recuerdo en cada canción quién hace qué, así que tampoco quiero decir qué es de Paco y qué es de Fer (risas). Es algo que estaba desde el principio en la banda y cuando yo escuchaba alguna demo de Camellos, porque yo me uní al muy poco de empezar la banda. A mí los punteos se me quedaban muy grabados en la cabeza y me parecían muy guay las líneas que hacían estos tíos. Luego cuando hemos seguido creando música nueva decía: «Joder, qué cabrones» porque son muy buenos músicos.
Tengo mucha suerte por la gente con la que me rodeo porque, aparte de lo personal, son gente creativa con ideas muy buenas. Por ejemplo, estando con ellos componiendo y grabando, te enseñan lo que se les ha ocurrido como puede ser un punteo y dices: «Qué buena es esa mierda». Y no te estoy hablando de algo que sea supervirtuoso, sino algo que no sabías que la canción te pedía pero que lo escuchas ahora y te parece genial. Por lo tanto, es una especialidad de la casa y es gracias a la creatividad de aquí de los señores guitarras.
Habéis grabado en La Mina, que es como el parque de atracciones para cualquier músico y se pueden ver algunas imágenes en ‘Cambios de Humor’. ¿Cómo fue vuestra experiencia allí? ¿Tenéis pensado volver?
No lo sé y es un no lo sé real, porque acabamos de grabar el disco y a saber cuándo nos ponemos a pensar en grabar otro y dónde. Sencillamente cuando llegue el momento, en función de por dónde veamos que va a tirar el disco, decidiremos. Hemos grabado en Estudio Brazil con Javier, con Bernardo Calvo en Studio B o con Raúl Pérez en La Mina y cada uno es diferente. Lo que pasa es que La Mina tiene el plus de que tú haces ahí una especie de retiro y además ha sido la grabación en la que más tiempo hemos tenido, porque el resto han sido frenesí puro y duro.
El disco de ‘Embajadores’ lo grabamos en total como en tres días, son en total quince canciones y las grabamos todas en dos días y las voces el tercero. Entonces pasar de eso a estar una semana y pico para grabar todas las canciones y que de tiempo a probar cosas es un lujo, no tener que estar de casa al estudio y del estudio a casa. Además, Raúl es un tío genial que te deja probar y hacer, te incita mucho a la creatividad. Es una experiencia que se la recomiendo a todo el mundo y ha sido espectacular.
Pasando a la estética, parece que el chándal se ha consolida como la prenda por excelencia de cualquier Camello. ¿Qué le tienes que decir a esas personas que no pueden ni verlo?
Si no pueden ni ver al chándal es que porque quizás no se han puesto uno nunca. Yo no te digo que yo salga a la calle en chándal todos los días ni mucho menos, pero la ropa deportiva es una cosa comodísima. Yo qué sé, te puedes poner a mirar chándals superpro que son un pastiche, pero por lo general es una prenda que esta muy al alcance de todo el mundo. Me parece una prenda muy de estar por casa y de calle a la vez, tiene como esa dualidad. Entonces no sé, a la gente que no se pone el chándal porque lo odia pues nada, que se pongan ahí unos putos pitillo vaqueros ahí bien apretados, que es una puta mierda y que se queden ahí con eso y que nos dejen la ropa cómoda a los demás.
Si le tengo que preparar un buen arroz con cosas a la chica que me gusta, ¿cuál sería la receta?
Pues mientras no se te queme el arroz bien, que se quede un poco el socarrat este ahí interesante. Para gustos colores, lo bueno del arroz con cosas es que puede llevar cualquier cosa, ahí ya entra la creatividad del chef.
‘Mazo’ es una especie de oda a Madrid, pero con el uso de estereotipos y ese humor ácido que tan bien sabéis usar. ¿Sentís ese amor-odio por vuestra ciudad?
Nosotros llevamos muchos años viviendo en Madrid pese a que ninguno hemos nacido en la capital. Somos conscientes de lo que es Madrid, de todos los problemas que conlleva esta ciudad, lo cara que es… Pero pese a todo si no nos gustase hubiéramos intentado huir de aquí y nosotros somos pro-Madrid, nos flipa la ciudad. Al final es eso, admirar a una mierda con purpurina. Nunca te vamos a intentar vender Madrid como la panacea porque no lo es, pero es nuestra ciudad y nos gusta, qué le vamos a hacer.
Ya que hablamos de Madrid, no hace falta ni decir que tocáis el 13 de octubre en La Riviera ¿nos puedes dar un aperitivo? ¿Alguna sorpresa?
Estamos preparando cosillas para ese directo, para hacerlo un poco más especial. Solo te puedo decir que va a ser un concierto largo y en el que vamos a aprovechar para rescatar viejas olvidadas. En todos los sitios te suelen dejar tocar entre cincuenta minutos y hora y cuarto si tienes suerte y no da tiempo a tocar todo, hemos tenido que sacar cosas que nos ha dolido sacar. Cuando planteamos este concierto se barajó la idea de buscar otra banda para compartir cartel y decidimos no hacerlo porque queríamos un concierto largo, largo de poder tocar cosas del disco nuevo y cosas que hace tiempo que no tocamos. Va a ser un concierto para que la gente que le gusta la banda disfrute de verdad.
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Redacción