Sastre. / DANIELA COHEN

Foto: Daniela Cohen

‘Estación. Ida y vuelta’ es un disco basado en la primera novela de Rosa Chacel

Probablemente no se acordará, pero la primera vez que Sastre y servidora hablamos fue en un concierto (cómo no) de Nacho Vegas en el Facela Fest de Lugo donde acudió como parte del Coru Al Altu la Lleva que acompañaba al gijonés de gira. Fue en 2019, en esa vida prepandemia que a muchos se nos ha desdibujado como si nos hubieran hecho pasar por una puerta teletransportadora al futuro sin anestesia.

Reencontrarse con la gente y tener oportunidad de acercarse de nuevo tiene un efecto casi balsámico. Así que aquí estamos: en 2022 la pandemia sigue siendo realidad aunque hayamos conseguido «doblegar la curva» (una de las frases más repetidas que irremediablemente quedarán en nuestra memoria colectiva); la música en directo vuelve, y artistas como Sastre nos presentan trabajos personales y diferentes que nos permiten soñar de nuevo con vidas mejores, caminos anchos donde el aprendizaje se bifurca y juega a ‘Elige tu propia aventura’: aquí una referencia a otro disco, aquí a un libro o a un autor que tenías aparcado. El arte se empeña en llevarnos a compartir y, si nos dejamos, nos abre puertas maravillosas para reconciliarnos con el presente.

El primer disco de Sastre es una invitación a todo esto tirando del hilo de la escritora Rosa Chacel (1898-1994).

Hemos leído que el libro que motivó este disco llegó a tus manos de forma casual en una biblioteca. ¿Qué te hizo partir de una novela a un disco?

Fue un paso natural porque la conexión con la novela fue plena. No buscaba un libro para hacer un disco ni tenía previsto lanzarme en solitario, pero cuando terminé ‘Estación. Ida y vuelta’ estaba tan cautivado que surgió la pulsión de canalizar esas emociones. Fue una sensación maravillosa.

Rosa Chacel en la portada de 'Estación. Ida y vuelta'.

Rosa Chacel en la portada de ‘Estación. Ida y vuelta’.

Te han dicho que suena a Gijón y es cierto aunque resulte difícil de explicar a terceros. ¿Qué crees que es lo que le da ese sonido característico? ¿Quizá el estilo narrativo?

Creo que el clima de cada lugar influye de pleno en el carácter de las personas. Gijón tiende a las nubes, a los cambios de estación repentinos y a la lluvia. A la vez, el mar genera una apertura al horizonte que nos recuerda que siempre hay una vía de escape.

Como gijonés inevitablemente el ambiente ha influido en mí y por eso se coló en las canciones, porque se coló en mi carácter. Creo que esa oscuridad esperanzadora y preciosista que recorre el disco tiene mucho que ver con el clima de Gijón.

La grabación se alargó durante más de dos años, ¿no? ¿Qué querías experimentar a través de gente y técnicas diferentes? ¿Ha sido un ejercicio más allá de las ganas de ver publicado tu trabajo?

Sí, dos años y medio. Y sí, el disco es consecuencia de la curiosidad por saber cómo se hacen las cosas. Y la mejor forma para saberlo es hacerlas.

Me interesa mucho toda la parte física del sonido, las formas de captación y la técnica, porque permite explorar todas las posibilidades de los medios y el tener las herramientas facilita la transformación de las ideas en realidades.

La aportación de las personas con las que trabajé fue enorme. Aprendí muy mucho de su talento y experiencia y siempre agradeceré su fe ciega a la hora de colaborar en este disco, de hacerlo florecer.

¿El resultado es muy distinto al proyecto que tenías en mente cuando empezaste a trabajar en él?

Sólo un poco, los frutos de la experimentación. Antes de empezar a grabar el disco estaba entero terminado con base de guitarra, piano, voz y coros. Este formato interpreta el relato sonoro desde un punto de vista más directo, el aquí y ahora.

Para el disco grabado quisimos interpretarlo desde otro ángulo, en el que las propias grabaciones formaran parte de la narración, cada grabación de una manera distinta. Por ejemplo, no es casual que ‘No Vuelvas (a rozarme los la labios)’ esté grabada con el móvil.

Me gusta que las canciones estén abiertas a diferentes arreglos, como diferentes interpretaciones de una historia.

¿Lo denominarías un disco coral? ¿Cuál es el nexo que hay entre las canciones?

El hilo conductor lo toma la voz. Las canciones como hablamos están grabadas de varias formas, lo que las hace sonar diferente, pero la voz hace que todas las canciones se abracen entre sí, velando por la unidad del conjunto.

Y respondiendo a la pregunta, lo denominaría un disco personal y colectivo.

La novela de Chacel es casi más un ensayo, una excusa para hablar de la sociedad, el amor y el papel de las mujeres. La Generación del 27 a la que perteneció la escritora olvidó a las Sinsombrero. ¿Crees que estamos mejor que entonces?

Estamos mejor, siendo conscientes de que mejor y bien no son lo mismo. Creo que es fundamental darse cuenta del estado de las cosas y actuar en la vida privada con coherencia respecto a las cosas que toca cambiar. Hay ideas muy metidas en el imaginario colectivo, como los roles de género, y creo que, como preguntas, estamos mejor, pero queda todavía camino por hacer.

Da mucha rabia la manera en que históricamente se ha silencio el trabajo de las mujeres en favor del de los hombres.

Me encanta el concepto de disco «puerta» del que has hablado alguna vez. ¿Qué abre para ti este LP?

A lo grande abre paso a la obra de Chacel, que es excepcional. Hay gente con la que hablo que no la conocía y reivindicar su figura me parece importante, por eso ella es la portada del disco.

Después quizá alguien investigue qué discos hay inspirados por libros o se pierda entre las referencias y busque quién es Dvořák, las Sinsombrero, los paisajes sonoros, el asmr, dónde está Tréport… Me encanta que unas cosas me lleven a otras y eso procuré hacerlo también.

Otro concepto interesante que está presente en él es el de música viva (como la literatura viva que refleja temas cotidianos y no por ello poco importantes). ¿Cómo lo defines o sientes tú?

La música viva es una analogía a lo que Chacel llamó literatura viva, la que corresponde a la vida, una literatura amasada con vivencias, capaz de agarrar al lector, en sus vivencias y compartir un fondo de vida común.

Es precioso sentirse conectado con otras personas, empatizar, y saber que no estamos solos. Y para mí si además es a través de una obra que veo o escucho genera otro plano de la realidad que me fascina.

Para mí la música viva no es un quiero entretenerte, es un quiero que nos conozcamos.

Se nota que te has tomado tu tiempo en los arreglos y crear un universo sonoro (trinos, grabaciones de voz que se entrecuelan, sonido de puertas…). ¿Qué nos puedes contar de la parte musical, cómo fue ese proceso?

Fue un proceso calmado, cuando escribía una letra, ponía un acorde, o cantaba alguna frase de Chacel, siempre dejaba pasar unos meses y volvía a ella. Si me convencía se quedaba, quería guardar el entusiasmo inicial y que las canciones resistieran el paso del tiempo.

Para el disco busqué grabar cada canción de forma distinta, en sitios distintos y con personas distintas, todo para conectar el tipo de grabación con el momento de la narración que mejor lo describiera, porque en el disco los ambientes, los arreglos y los sonidos son tan importantes como las letras para la construcción del relato sonoro.

En cuanto a las letras ha tenido que ser todo un reto musicar los textos de Chacel. ¿Cómo lo hiciste? ¿Qué partes son tuyas?

Como ‘Estación. Ida y vuelta’ es prosa los versos a cantar no están definidos de por sí, y es más divertido.

En una libreta (que conservo) hice un montón de anotaciones del libro. Le di vueltas a estructuras, a formas y fondos. Muchas horas divagando y filtrando ideas.

Todo mezclado con letras propias, porque no pretendía transcribir literalmente la historia del libro, sino mostrar la caída en ese fondo de vida común que Chacel propuso y encauzar la profunda impresión que me generó su novela.

¿Fue costoso explicar a sus herederos el proyecto? ¿Hubo impedimentos?

Fue costoso dar con quién tenía que hablar, tuve que investigar bastante pero, una vez hecho el contacto, fueron todo facilidades, cosa con la que estaré eternamente agradecido.

Es flipante el giro de algunas canciones. ‘Conversaciones’ recuerda al ‘Relax’ de Piratas. ¿Qué música te influye como artista?

Gracias, en la grabación de ‘Conversaciones’ hubo un gran trabajo por parte de Horacio García de Meidinerz, estoy muy satisfecho con el resultado.

Como referencias te diría, por citar algunas sin orden preciso: Joni Mitchell, Fugazi, Patti Smith, Fee Reega, Ordesa, Ricardo Vicente, Fiona Apple, Lorde, Hibernales, Leonard Cohen, María Rodés, Nico, Antonio Flores.

Y gracias por descubrirme el ‘Relax’, lo voy a escuchar pero ya.

Perteneces al coru Altu la Lleva que acompaña frecuentemente a Nacho Vegas. ¿Pasar de formar parte de un proyecto colectivo a enfrentarte solo con tu característica voz grave te dio recelo?

No especialmente, aunque bien podía porque tengo cierta vena tímida, pero el hecho de compartir, de juntar a gente en un mismo sitio y disfrutar en compañía hace que merezca la pena. Presta mucho ver que a la gente le entusiasma lo que haces, como a mí me entusiasma lo que hacen otras personas.

¿Tienes más canciones propias guardadas para el futuro o de momento no? ¿Otros proyectos que compagines con el coro musicalmente hablando?

Tengo muy avanzado el segundo disco de Sastre. Quedan unas cuantas cosas por hacer pero espero sacarlo el año que viene. Hay ganas.

También estoy con Cohen, el grupo de Daniela Cohen, donde toco mi querido bajo naranja. Hace unas canciones preciosas y estamos preparando el primer EP que seguro os va a encantar.

El otro proyecto es RAM, el grupo de electrónica que estoy montando con Willy Demaneses. Promete. De momento hasta ahí puedo leer, ya os contaré.

Reportaje | Los escenarios de Nacho Vegas 

 

Rocío García

Rocío García

Redacción