‘Songs & Stories Tour’ es la gira donde el mallorquín acerca su lado más personal al público
Por si fuera poco la noticia de que el proyecto de L.A. está de vuelta con un flamante nuevo disco, ‘Evergreen Oak’, la tregua durante la pandemia ha permitido que Luis Albert Segura vuelva a subirse a los escenarios españoles. Anoche domingo era turno de la sala Acapulco de Gijón y no quisimos perdérnoslo.
Íbamos sobre aviso: no iba a ser un concierto al uso. Para esta nueva etapa, Segura ha querido rodearse de objetos y anécdotas nunca antes vistas en su escenario y alejarse de la parquedad para abrazar una cercanía muy de agradecer en estos tiempos. El escaso aforo daba pie a ello y, si bien el público no se animó a participar subiéndose al escenario, seguro que en otras ocasiones más de uno no dudará en subir a tocar ‘Hands’ o hacer los coros junto a su autor.
Pese a esta oportunidad perdida por nuestra parte, no se dirá que el espectáculo fue frío porque el cabecilla de L.A. se encargó de hacer que cada canción brillara como fuego. Para algunos temas contó con la ayuda de un acompañante de su equipo a la batería, lo que permitió apreciar más matices que aquellas canciones que interpretó solo a la guitarra.
«Esta gira va de que sea algo inusual y me viene bien esta situación porque es lo que yo quería, que estéis todos separados y que allí dentro huela a tubería», bromeó el artista decidido a pasar un buen momento. Arrancó con ‘Pictures on the wall’ de su álbum ‘Dualize’ y basó su repertorio en pasear por su discografía, incluyendo canciones nunca antes escuchadas como ‘Suddenly’ junto a Band of Horses o ‘Secret place’, canción fallida del disco doble ‘Welcome Halloween’ anterior a ‘Heavenly Hell’. De este último trabajo, editado por Universal y que fue el que le catapultó a la fama, habló largo y tendido a través de canciones como ‘Cristal Clear’, ‘The sweetest goodbye’, ‘Microphones & medicines’ y la sempiterna ‘Stop the clocks’.
Todo ello aderezado con «sincericidios» en una gira que Segura calificó de «terapéutica» porque permite desmitificar al artista después de «una carrera donde pierdes un poco el norte y levantas los pies del suelo».
Es de agradecer que, para esta ocasión, no se quede en las canciones y desvele los entresijos de su proceso de composición (como su lesión de muñeca que le impide desde niño tocar más de cuatro acordes) o la historia de cuando Caroline de The Corrs vino a su estudio de grabación y le sugirió que añadiera un estribillo a ‘Perfect combination’.
Nota para los organizadores: el concierto fue brillante pero la espera de una hora respecto al comienzo estipulado (reflejado en la entrada) es una falta de respeto al público.
Próximas fechas de su gira aquí.
Rocío García
Redacción