rayden

Rendirse a la evidencia es lo más sensato: ante un maestro de las palabras como Rayden, vale más dejar que hablen sus canciones. Por sí solas, contienen todas las emociones que una vida puede traer consigo y además lo consigue sin renunciar a la poesía, al ritmo, a la cercanía.

El concierto del pasado viernes en la sala Gong de Oviedo, dentro del ciclo de Vibra Mahou bajo el eslógan #VuelveaVibrar, fue una muestra más de lo poderosa que puede llegar a ser la música en vivo, y además Rayden puede presumir de un directo arrollador, arropado por su banda y sus técnicos. Más allá de un espectáculo, la música se presenta como una forma de reconexión con la realidad tras año y medio de asperezas. Por eso, el concierto (con entradas agotadas pese al aumento de aforo) fue más especial si cabe, y aunque sigan siendo necesarias las mascarillas se pudo bailar y cantar como pide el cuerpo.

Se les vio disfrutar en el escenario y al público con ellos, pidiendo las palmas a Oviedo; disfrutó pero también se desgarró a través de sus letras llenas de mensaje. El madrileño recordó que cuando terminaron su gira de salas de 2020 «todo se fue a la mierda» por la pandemia: «Os puedo asegurar que nos vamos a dejar la vida esta noche».

Desde ‘Dios odio’ a ‘No hago rap’, pasando por ‘Gargantúa’, ‘El mejor de tus errores’, ‘La comedia del año en Francia’ o ‘Ubuntu’, los temas de Rayden sonaron cada cual como un dardo, un juego de palabras o un sentimiento más certero que el anterior, como piezas que encajan hasta formar la figura final. Para terminar, la banda eligió ‘La mujer cactus y el hombre globo’ y ‘Matemática de la carne’, demostrando que las etiquetas no son necesarias para hacer música (tampoco en el rap) y que beber de diferentes estilos lleva a reinventarse.

Rayden, el «cagaprisas» multidisciplinar que puede presentarse para Eurovisión, rodearse de artistas colaboradores para su último trabajo ‘Homónimo’ (el sexto ya de su carrera) o volver a su nombre de calle para escribir libros de poemas como ‘TErminAMOS y otros poemas sin terminar’ o el más reciente ‘Cantinela’, no para. Tomemos ejemplo: la vida no tiene pausas tampoco.

Te comería a versos, pero me tragaría mis palabras
Por eso mejor dejarnos sin habla

 

Rocío García

Rocío García

Redacción