Asistimos a uno de los cuatro pases en directo, que la banda ofreció para presentar su álbum La buena suerte.

Escuchar la palabra “Shinova” no deja a nadie indiferente. Quién más quién menos ha escuchado hablar de este grupo que desde 2014 se ha hecho un hueco en el panorama musical consiguiendo hitos como el de este pasado fin de semana en La Riviera, en Madrid, con 4 directazos (dos el viernes y dos el sábado) y en todos ellos colgando el cartel “no hay entradas”.

Yo pude disfrutar de este reencuentro el sábado, en el pase de las 18:00h.

Había nervios, muchos. Nervios por reencontrarme con Shinova, de nuevo (quienes me conocen saben que no será el último), pero esta vez tras un confinamiento, una pandemia y miles de restricciones. Nervios por volver a La Riviera. Nervios por escuchar de nuevo canciones que tienen tanto significado para mí. Esas letras, esa música, esa voz…

Y llegó el momento. El concierto, que presentaba el nuevo álbum de Shinova La Buena Suerte, comenzó con dos canciones incluidas en este disco, “Puedes apostar por mi” y “Gigantes”. Para muchos de nosotros era la primera vez que las escuchábamos en vivo, y no defraudaron.

Las presentaciones entre canción y canción fueron breves, pero Gabriel (vocalista) sí quiso hacer hincapié en que para cada uno de los pases querían hacer partícipe al público de un detalle único, y que así nos llevaríamos a casa la sensación de estar viviendo algo que era sólo nuestro. Objetivo conseguido.

Siguieron momentos algo más íntimos y con menos revoluciones gracias a otras dos canciones que también forman parte de su último trabajo, “Ruido” y “Ciudades en el mar”, para posteriormente llevarnos a lo más alto con “El álbum”, primer single de su anterior disco. En este tema, aunque sentados, todos nos vinimos muy arriba coreando a pleno pulmón “…que nada es para siempre…”. A esto le siguió un examen de ritmo, al más puro estilo clase de música del colegio. Creo que aprobamos como público porque bordamos los aplausos a tiempo en la canción de “Volver”.

Sabía que llegaría ese momento y, siendo sincera, lo temía un poco. Efectivamente con “Torre de Naipes” aparecieron las lágrimas y la emoción. Tanto la letra como la melodía se incrustan de una manera que no queda más remedio que rendirse a la emoción y a esos ojillos vidriosos. No obstante, esta canción guardaba una sorpresa… Gabriel y Ander (bajista) se acercaron peligrosamente a la batería, gobernada por Josh. Retiraron una tela que cubría un bombo transparente y con una baqueta cada uno, iniciaron un ritual similar a una danza del fuego tribal con toda la banda rodeando el bombo. Esa es la magia del directo, que en una misma canción uno puede pasar de momento lacrimógeno y emotivo a estar bien arriba de la montaña rusa con un subidón de adrenalina brutal.

Para cuando nos quisimos dar cuenta el tiempo había volado y el concierto llegaba su final. Como no podía ser de otra manera, el grupo se despidió con “Os debo una canción” como parte de su agradecimiento musical a toda la gente, público, familiares y amigos. Un broche de oro para la banda vizcaína que escribió el pasado fin de semana un capítulo inolvidable, y dejó su huella en Madrid.

Esperamos vernos pronto de nuevo. Shinova, gracias por tanto.

Elisa Román

Elisa Román

Redacción