Hablamos con el artista asturiano con motivo de la presentación de su nuevo trabajo homónimo, que se publicará en febrero de 2021 (disponible en Spotify, Deezer, iTunes y Bandcamp).
¿Incluyes alguna colaboración en tu nuevo trabajo? Si es así, ¿con quién y cuál fue la razón o motivación?
En realidad, el disco está lleno de colaboraciones. No tengo una banda definida, pero tengo la suerte de tener músicos alrededor que me ayudan a sacar mi proyecto adelante. Si tuviera que destacar alguna, serían las de Donald Surtain desde Nueva Orleans que toca el violín en un par de canciones; el fagotista neoyorkino afincado en Asturias y miembro de la OSPA John Falcone; Fani, con la que canto un dueto, y está también haciendo coros en 5 canciones, y Tito [Australian Blonde] que toca el bajo en ‘Tal vez mañana’ y coprotagoniza el videoclip junto a otros tantos amigos.
¿Qué más nos puedes avanzar sobre él? ¿Ha sido autoproducido, has incluido algún estilo diferente? Sobre ‘Memorias de una dorada’ y ‘Camino de larga estancia’ nos comentabas que seguían una misma línea, aunque con mejoras en la producción. ¿Con este sientes lo mismo?
Guardo mucho cariño a mis tres discos anteriores, y emocionalmente me he quitado un peso que ahí se quedará plasmado para siempre… Esta primera trilogía era necesaria dejarla reflejada en forma de música, es parte de lo que soy. En este nuevo disco, aunque la instrumentación venga a ser la misma, el camino es otro. Para mí, el aire es distinto. desde hace ya unos años y por mi trabajo tengo la inmensa suerte de ir conociendo músicos que no tienen nada que ver con mi estilo de música y de los que puedo ir robando y aprendiendo cosas. Si miras este disco, todos mis acordes son nuevos y eso se lo debo a mi amigo Alfred Caston. Durante los descansos en las giras me iba a su habitación con la guitarra donde tocábamos canciones y me enseñaba acordes que me permitieron expresarme de manera totalmente distinta.
¿Han repercutido mucho las medidas anticovid en la grabación? Por ejemplo, estar todos los músicos juntos, dividir el trabajo de otra manera, imposibilidad de venir desde otro sitio…
Las nuevas tecnologías y los audios de Whatsapp nos han permitido poder hacer este disco, ya que nunca hemos ensayado las canciones en directo. Los músicos apenas se conocen, prácticamente todos vivimos en ciudades distintas y aun así, gracias a la profesionalidad de todos los que están en él hemos podido grabar un disco en el que el grueso de la formación nos sentimos muy orgullosos. Y reitero: sin el esfuerzo, la profesionalidad, empatía y saber hacer de Paco ‘Kepler’ Martinez [Australian Blonde] este disco hoy no existiría.
¿Este disco ya lo tenías madurado antes de la irrupción de la Covid-19 con material ya creado o ha sido un trabajo exclusivo durante 2020?
A veces te sorprendes a ti mismo cuando miras un disco duro y ves que tienes montones y montones de canciones [muchas de ellas son una mierda] inacabadas, algo que genera muuuucha ansiedad porque el factor tiempo es absolutamente determinante. Las canciones no caducan, pero tienen caducidad, tienen que salir antes de una fecha o se pierden y es muy laborioso tener que recuperarlas, desempolvar y reconstruir una historia que ya pasó. En este disco hay alguna muy antigua, como lo es ‘Monshiro’, un texto nuevo sobre una estructura con muchos años en mi disco duro. pero la mayoría están hechas justo antes que llegase el Covid.
Venimos de un año muy duro en general… ¿Cómo lo has pasado? ¿Ha paralizado muchos de tus proyectos profesionales?
Mi estilo de vida es básicamente pasar mucho tiempo en casa, soy bastante ermitaño, que no bohemio, por lo que en ese sentido mi ritmo de vida no se ha visto alterado con la pandemia. Es más, es una ocasión perfecta para seguir escribiendo canciones e ir preparando nuevo material, en eso se basan mis rutinas, por lo que estar confinado no me supone ningún problema más allá de no poder ver a tu abuela o tomarte una con los amigos. Es una pena que no podamos presentar nuestros trabajos y disfrutar de los directos por causa de la pandemia, pero lo primero es la salud y acabar con este virus lo antes posible, no hay mas debate.
Nos decías en una entrevista en 2019 que la música es libertad. ¿Ha supuesto lo mismo durante 2020, el confinamiento y las posteriores restricciones?
¡Sí, por supuesto! Hacer música es una liberación, te da libertad y una sensación de estar en el camino correcto. En ‘Cadena perpetua’, cuando encierran a Tim Robbins en una celda de aislamiento a oscuras durante dos meses, a la salida sus compañeros de celda medio en broma le preguntan que cómo ha ido el aislamiento, a lo que él les responde con una tímida sonrisa y señalándose la sien: «El señor Mozart me ha acompañado todo este tiempo»… La música no tiene horarios ni jefes.
¿Alguna anécdota relacionada con la música que nos puedas contar de este último año? Por ejemplo, si organizaste algún concierto online, te dedicaste a componer o te hartaste de escuchar «Resistiré» (o lo que haya tocado en tu vecindario).
Parte del confinamiento no me pilló en España por lo que no tuve que escuchar el ‘Resistiré’ aunque me compadecía de mis amigos que ya estaban hasta los mismísimos de tanta tontería. Se han visto muchos buenos momentos, como el de una calle entera en Italia en la que cantaban Black Sabbath, o sin ir más lejos músicos de Gijón y toda España tocando desde sus balcones. Esa muestra de sensibilidad por parte de la sociedad me conmovió, ya que España no es un país que pueda presumir de respetar a sus músicos como puede ser en el resto de Europa o los EEUU. Me planteé hacer algún streaming, pero la verdad que solamente colgué una canción en Facebook de lo que sería mi nuevo disco, no me pareció oportuno aprovecharme del confinamiento para estar posteando cosas sin parar. Cada cosa a su tiempo y ya llegará la ocasión de poder presentarlo con público.
Como sabrás, se han hecho algunas pruebas en espacios cerrados para la celebración de conciertos multitudinarios durante la pandemia. ¿Qué opinas de estas experiencias? ¿Crees que será posible volver en breve a los formatos en directo de siempre?
No tengo ni idea, no estoy es esa liga, apenas ya leo prensa, no tengo televisión más que para ver series o peliculas y pienso que la mascarilla ha venido para quedarse, y más pronto que tarde volveremos a los encenarios. El otro día, César [León Benavente] me enseñaba una foto hecha por él del público que les había ido a ver, todos sentados en sillas, separados a dos m etros de distancia, con las mascarillas y, como estaba lloviendo, les habían dado unos chubasqueros con capucha que les cubría desde la cabeza a los pies, lo que hacia del publico un ejercito de pseudopingüinos inmóviles de lo mas dantesco. Y claro, no termina de salirte la risa porque hay algo dentro que te está diciendo que esto es muy serio y complejo.
Para las salas pequeñas (y las bandas que giran en ellas) la situación es crítica. ¿Pronosticas una recuperación o perderemos muchos espacios para la música en el futuro inmediato? ¿Crees que habría alguna manera de paliar esto?
Bueno, no soy promotor, ni manager, desconozco los números que la industria maneja. Es algo que me queda muy lejos y puedo darte mi opinion como lo haría cualquier persona, nada más. De 25 años para acá, los festivales han ido saliendo como setas y a velocidad de vértigo, cada vez hay más, ¡y más grandes! Creo que ellos van a ser los más perjudicados con todo este lío y que se quedarán los que lo hagan con amor infinito. Si al menos les salen las cuentas para poder seguir haciéndolos, espero que volvamos a tener más formatos medios donde realmente se pueda disfrutar de la música. La música viene de ahí, de todas las medianas y pequeñas salas que se parten el alma para programar, de los bares, de sociabilizar y enseñar eso que haces a esa minoría que es afín a ti, porque aunque ahora la palabra indie se escriba con mayúsculas siempre ha sido de minorías.
Rocío García
Redacción