La emergente banda madrileña desplegó todo su potencial -administrado todavía en pequeñas dosis- en el recinto Abre Madrid, dentro de la programación del Vanana Day, donde el sello exhibió parte importante de su catálogo con artistas como Karavana o Elyella

En los tiempos casi apocalípticos que corren es incluso más difícil apreciar la supervivencia de la especie. Aunque resulte contradictorio, y a pesar de la lucha visible de un sector agonizante, nos sentamos frente a un escenario y parece que vivamos en una burbuja, transportado hasta allí.

Y en este caso, no me refiero a la enésima descripción de ver un concierto bajo la nueva normalidad y las condiciones de seguridad que TODO el mundo cumple en esta bendita industria, si no al talento que se sigue desarrollando en el circuito musical más cercano, y del que muchos bebemos a cucharadas soperas, aún a sabiendas de que quizás su oportunidad pueda volar junto a las consecuencias que arrastra toda esta crisis.

Sin embargo, la burbuja de la que hablaba anteriormente también tiene sus cosas buenas, y es que hay muchas expectativas que, sin llegar cumplirse por esta pandemia, parecen haberse quedado suspendidas en el aire, sujetas por un hilo de personalidad y propuesta musical difícil de debatir. Y en esa categoría parece haberse hecho hueco Ginebras, una banda de veinteañeras plagadas de carisma y un puñado de canciones pop que conectan con el público desde la primera escucha.

Antes de profundizar en el plato fuerte del día bailamos desde el asiento con la sesión de Innmir y el pop-rock garajero de Karavana, con un aroma más que embriagador a los primeros Strokes, con todo lo que ello conlleva. No lo ocultan, e incluso los mentan en sus canciones, hoja de doble filo para una banda con mimbres de futuro festivalero aunque aún en plena formación que volveremos a ver si todo esto se acerca a la normalidad que tanto echamos de menos.

Lo único evidente de la tarde noche del domingo es que una inmensa mayoría del ejemplar público que se juntó en el IFEMA tenía como objetivo ver a Ginebras en directo –incluido un servidor-, y la cosa no decepcionó.

Aún sin LP en el mercado, verá la luz el próximo día 25, el cuarteto madrileño ha conseguido hacerse un muy buen sitio en la escena pop madrileña, incluso me atrevería a decir nacional. Ya sabemos cómo fluctúa este mercado, los gustos y las etiquetas comerciales, pero por el momento parece contentar al indie más “mainstream” y a la vez al público malasañero más underground. Podrían pertenecer a la factoría Sonido Muchacho sin rechinar, o llenar el Ocho y Medio a las 3 de la mañana.

Su pop melódico acompaño de letras desenfadadas y risueñas hacen de su música un placer ciertamente culpable…y eso que todavía no hemos escuchado su primer disco, Ya dormiré cuando me muera, buena piedra de toque para analizar más profundamente el hype generado hasta el momento.

Mientras tanto, el domingo pasado disfrutamos de todos sus temas publicados: un arsenal de pildorazos pop como ‘Vintage’, ‘Todas mis ex tienen novio’, ‘Fan emergente’ o la flamante versión de ‘Con altura’ de Rosalía. Una fórmula que parece fácil de ejecutar pero que solo de vez en cuando parece funcionar, y a la cual hay que sumar una naturalidad y juventud que parece calar eficazmente en su público, un minipunto más.

Mash up –o más bien popurrí- de indie y pop español (Varry Brava, Zahara, Love of Lesbian…) para saltar de la pegadiza ‘Chico Pum’, pasando por ‘Crystal Fighters’, el único nuevo tema y adelanto de su primer disco, visitando las fiestas de pueblo que tanto echamos de menos con ‘Paco y Carmela’, para aterrizar en el pelotazo que es ‘La típica canción’, que resume a la perfección la naturaleza de una banda en pleno proceso de escalada hacía el primero de los picos de su trayectoria, veremos hasta donde son capaces de subir…

Para cerrar la noche, como siempre suele suceder –pero en otro horario-, Elyella nos deleitaron con una de sus amables y agradables sesiones, con gran protagonismo de temas de su primer trabajo Dreamers (2019), y con la sensación irremediable de transportarte a la felicidad de un festival ciertamente ficticia. Menos es nada, ¡ánimo, valientes!

Iñaki Molinos

Iñaki Molinos

Redacción

Oh vaya

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