Los jardines del Teatre Nacional de Catalunya han sido elegidos como uno de los recintos que acogen el nuevo formato del Festival Cruïlla.
Roger Mas, precedido de una entrevista antropológica dentro del marco Cruïlla Talks como teloneros, nos llevó de viaje al país de los poetas.
En un entorno sorprendentemente idílico, entre la Gran Vía y la Meridiana, con la famosa Torre Agbar de fondo, aportando la nota de color, las musas podían pasear tranquilamente hacia el Parnàs, el último trabajo de Mas donde recopila obras de diferentes poetas unidos, en este caso, por el azar.
Desde poemas anónimos de amor cortés con música de Monteverdi como “Si Dolce è’l Tormento” a escritos de Miquel Martí i Pol musicalizados en “Lluny de tot”, “Les clares rutes”, “Capfoguer” o “Mira’m els ulls”, pasando por “Reestrena”, “Cor de metall” o “Ruïnes d’Empúries” de Amadeu Vidal, “Al·leluia” de Anzizu, “Peter lluitant a la roca de la calavera” de Toni Gol o “Soleiada”, la (atrevida para la época) poesía erótica sobre la Inmaculada Concepción, de Joan Maragall, que según el cantante de Solsona no consiguió adaptar pero decidió recitar con música de fondo.
A parte de la aventura por el hogar de dioses y musas, Roger no se olvidó de temas de su anterior disco Irredempt como “La Margera”, “M’estimo molt”, “El rei dels verns” o “Ella té un cel als ulls”, una canción de amor que confesó que le gustaba mucho pero cantaba poco, y esta vez lo hizo sin la compañía de sus músicos pero si de su guitarra de cuerdas nuevas, que tuvo que cambiar al romperse en la presentación del festival dos días antes.
También aprovechó la magnífica versión la canción de Raymond Lévesque, “Quan tothom viurà d’amor”, que ya había sido interpretada por Marina Rossell y Lluís Llach, para explicarnos su experiencia canadiense.
Con su inconfundible voz grave y aterciopelada, el cantautor se levantó para recitar cual pregonero la “Oda a Francesc Pujols”, con toques de sardana, de su álbum Mística domèstica, que también grabó con La Cobla Sant Jordi.
La lluvia decidió aparecer tímida durante el evento hasta que cobró tal protagonismo que tuvieron que cubrir con plásticos los instrumentos y los músicos desaparecieron. Aun anunciando parón, Roger nos preguntó si nos parecía bien que tocara él solo, y ante la aceptación del público cantó la más que acertada para la ocasión “I la pluja es va assecar” del disco DP.
Una vez finalizada, Arcadi Marcet, Xavier Guitó y Miriam Encinas, con sus instrumentos medievales, volvieron para tocar “Jordi”, la adaptación al catalán de la tradicional inglesa Geordie y para regalarnos en primicia “Totes les flors”, tema que saldrá publicado en su próximo disco.
De nuevo empezó a llover con fuerza mientras entonaban Adéu-siau cigalons, letra de “Borrasqueros de Canalda” que venía perfecto como despedida y “queda más heroico si cantas mientras llueve” – bromeó Mas. “No viene de tres minutos” – añadió antes de tocar la mítica “El dolor de la bellesa”.
El festival activó el hilo musical, dando por zanjado el espectáculo, pero la insistencia de los presentes forzó la vuelta al escenario del grupo, que iban afinando instrumentos mientras tocaban “Sota una fina capa de cendra” y cerraban finalmente con “Voleu que vos la cante?”.
Roger Mas, tan cómodo como cercano, usando un lenguaje literario casi en desuso que lo hace todavía más entrañable, nos mostró que ni el viento ni la lluvia impiden disfrutar de las andanzas al Parnàs, la Cruïlla (cruce en catalán) donde la música y los poetas se unen.
Sònia
Redacción