Every bad (2020)
- Porridge Radio
- ⭐️ 9/10
- Secretly Canadian
El segundo álbum de Porridge Radio confirma al cuarteto de Brighton como una de las promesas del año
Un cuarteto femenino —tres chicas y un chico— de Brighton da la campanada con un segundo trabajo sobresaliente. Pareciera que estamos a mediados de los 2000 y que Electrelane, capitaneadas por Verity Susman and Emma Gaze, acaban de publicar la joyita lo-fi que es “The Power Out”. Pero no, han pasado ya más de quince años desde entonces y es otro cuarteto, Porridge Radio, también compuesto por tres chicas y un chico, y también de Brighton, el que esta vez ha hecho lo propio.
Cuatro años después de un primer trabajo, “Rice, Pasta and Other Fillers” (Memorials of Distinction, 2016) interesante, pero que, en perspectiva, ahora suena casi a borrador, la banda liderada por la carismática Dana Margolin se ha sacado de la manga un segundo disco brillante, con un sonido más completo y una voz más descarnada.
El primer tema, “Born Confused” —que arranca con el golpe de efecto lírico I’m born to death, let’s argue y termina con un descarnado si bien irónico thanks for leaving me, thanks for making me happy— nos embarca en un crucero por zonas grises que navega entre la felicidad y la desdicha, entre la esperanza y la desesperación. Y es que Every Bad es un álbum de letras aparentemente simples, pero mordaces, ácidas, cargadas de desazón y contradicciones; es un álbum en el que cada luz tiene su sombra y refleja una ansiedad.
Sin abandonar el sonido DIY esbozado en su primer trabajo, Every Bad es más cambiante y dinámico, mezcla indie, shoegaze y postpunk, e incluso se atreve con el autotune. El poder vocal de Dana Margolin, tan agresivo como vulnerable, consigue amalgamar toda esta mezcla de estilos y dotarla de carácter.
La vulnerabilidad y los demonios personales asoman incesantemente entre guitarras afiladas y mantras que se repiten casi en bucle, quien sabe si a modo de purga emocional, como ocurre en “Sweet” (I am charming I am sweet / you will like me when you meet me, you might even fall in love) o en “Long” (you’re wasting my time / I am wasting my life). Cada repetición funciona como un grito desesperado en busca de desahogo a falta de respuestas.
“Nephews” y “Pop Song” representan los cortes más pop, mientras en “Lilac”, uno de los temas más poderosos del disco, violín y teclados trazan una atmósfera sosegada que guitarra, batería y la voz de Margolin irán convirtiendo en una tormenta sonora angustiante. Es la tormenta de alguien que quiere ser mejor y no sabe cómo, de alguien que duda, que sufre, que busca incesante una paz interior que se le resiste, y suplica: I don’t want to get bitter / I want us to get better / I want us to be kínder / To ourselves and to each other.
“Circling” calma los ánimos con la ayuda del violín y un estribillo repetitivo que parece disolverse en “(Something)”, una pista breve inicialmente pensada a modo de coros para el tema anterior y que finalmente adquiere entidad propia aventurándose con el autotune; un ejercicio arriesgado pero que funciona. El cierre llega con “Homecoming Song” y un mantra final, there’s nothing inside, disipando toda duda de por qué estas cuatro jóvenes se han convertido en una de las promesas de este convulso 2020.
Con este segundo disco, Porridge Radio ha dado un salto de gigante y se ha convertido en una de las bandas de las que más se habla este año. La crítica se ha rendido ante una formación que camina de la mano de sus contradicciones y vulnerabilidades y que no duda en reivindicarlas. Tendrá que pasar un tiempo para que Every Bad pueda trasladarse al directo, pero es de justicia hacerle un hueco en casa hasta que podamos volver a pisar las salas.
Ana Conesa
Redacción