El artista madrileño cerró con honores la gira de su disco Todo va a salir bien con un triplete en la sala La Riviera de Madrid dentro del ciclo Inverfest. Acompañado de grandes amigos sobre el escenario, Jairo y su banda ofrecieron un concierto con un arranque fulgurante, aunque algo carente de ritmo en su parte intermedia

Llegó la hora de la despedida, y fue por todo lo alto. Depedro llegaba a la capital, a su ciudad, para despedir la gira de Todo va a salir bien, un disco que, si bien no deja de ser un recopilatorio, ha servido a Jairo Zavala para afianzarse aún más si cabe en la escena musical española, convirtiéndose en un habitual en el circuito festivalero, pero sin menguar ni un ápice la devoción que le ha permitido llenar tres Rivieras consecutivas en plena cuesta de enero.

Y es que ya lo decíamos con su arranque de gira en el mismo escenario, muchos recopilatorios o grandes éxitos huelen a chamusquina, a chicle estirado, o simple excusa ante el vacío creativo de un artista, pero no es el caso. Todo va a salir bien se ha convertido en un disco de referencia, sirviendo como punto de inflexión en una laboriosa y progresiva carrera que han llevado al bueno de Jairo a grabar cinco discos de estudio antes del citado. Y, por si fuera poco, un disco grabado en formato directo con la colaboración de grandes amigos músicos.

Todo este “tinglao” es lo que trasladó al escenario de La Riviera el pasado viernes, además de alguna que otra sorpresa. En un arranque fulgurante de concierto, en el que no hubo tiempo para casi nada –y con un sonido excelente desde su primera canción- sonaron encadenados temas como “Como el viento”, “¿Hay algo ahí?”, “Nubes de papel” y “DF”, no sin antes agradecer la fidelidad absoluta de su público y ensalzar la figura de varios de los miembros de su banda –más adelante terminaría con el resto-.

La primera de las sorpresas de la noche llegó de la mano de “Déjalo ir”, interpretada en el disco por Coque Malla, tuvo como acompañante al bueno de Iván Ferreiro, que independientemente de los gustos de cada uno/a, cumplió con creces en una canción cuya voz le queda como anillo al dedo. “Eternamente” sirvió para echar el freno de mano y coger aire para lo que venía.

Como viene siendo habitual –en salas-, aunque no por ello se agradece menos, toda la banda bajó del escenario para entremezclarse con el público y bailar la cumbia de “El pescador”, donde la trompeta de Martin Wenk se hizo enorme para rematar la faena. Tras la agitación general, llegó el turno de la emotividad que suponía cantar la significativa “De cómo empezamos” junto a su –y nuestro- querido Xoel López, la delicatesen de “Tu mediodía” y la resquebrajante “Te sigo soñando”.

La “Fiesta” del maestro Serrat nos quitó el nudo de la garganta para avanzar en una fase del concierto que resultó ser algo espesa, aún a sabiendas del ritmo y repertorio de Zavala, el orden de las canciones y el inicio arrasador provocó cierta desconexión en temas como “Antes de que amanezca” o “Flores y tamales”, antes de afrontar el final del concierto con la emocionante “Diciembre”, la fronteriza “Panamericana” y la maravillosamente eterna “Llorona”, que contó con la descomunal colaboración de Nita de Fuel Fandango. Pelos de punta.

Con los bises aún tuvimos tiempo de ver a Eva Amaral, cantando mano a mano “La brisa”, del primer disco del autor madrileño, la versión más rock de “Ser valiente” y los ritmos bailongos de “Hombre bueno” el funky desatado de “Comanche para echar el cierre definitivo a la noche.

Un cierre que se prolongará durante un largo tiempo, y donde el inconfundible y mestizo estilo de Depedro esperemos se nutra de nuevas ideas con las que asaltar, desde su humilde atalaya, una futura etapa que estaremos esperando con los brazos bien abiertos.

 

Iñaki Molinos

Iñaki Molinos

Redacción

Emi Picazo

Emi Picazo

Fotografía