El pasado jueves en la Sala 2 de Apolo, Delafé no solo presentó su sexto disco Hay un lugar, segundo sin Facto ni Las Flores Azules, también regaló un extenso remember a todos los nostálgicos.

 

Con la cercanía y familiaridad que lo caracteriza, Óscar D’Aniello, acompañado de su ya inseparable Dani Acedo y de la fantástica voz femenina de Marina Paredes, nos invitó a subir en su bici rosa y pasear por las canciones más bailongas de su carrera, como “Estamos bailando”, “La gran ola” o su tema más más más “Menos cabeza más corazón”.

En Hay un lugar ha contado con la colaboración de varios colegas de profesión, como María Rodés en “Robot”, que protagonizó Marina mientras Óscar disfrutaba haciendo malabares con la tabla de mezclas; Delaporte en “Adrenalina”, uno de los temas más discotequeros en el que nos hicieron de todo; Carlos Sadness en la canción que da nombre al disco “Hay un lugar”, Soleá Morente que da viento para mi vela en “Patria mía” o La Bien Querida que aporta su toque a la nostalgia, otra vez la nostalgia de “Mixtape”, que al interpretarla el jueves enlazaron con “Si está bien”, con connotaciones al más puro estilo de Los Planetas.

Óscar, visiblemente emocionado de tocar en casa, estuvo rodeado de caras amigas que lo quisieron acompañar en un intento de concierto íntimo de pequeño formato que acabó siendo un festival.

Pidió luz de sala para identificar a sus dos víctimas: Carlos y Valentín San Juan, que además de hablar de paternidad propia, ajena y felicitar al líder de la banda por sus nuevas, hizo que el Ying y el Yang, tal y como bromeó Óscar, fueran los coristas de lujo para el “Diario de batalla” con el lema No más lágrimas, a lo que nos sumamos el resto, acompañando también la caja y bombo de Dani.

Ese no fue el único momento entrañable de la noche. Óscar nos confesó que había ido a un bazar chino porque quería que nos fuéramos de ahí con un obsequio, sin contar que la experiencia que íbamos a vivir era un regalo más que notable. Compró canicas para todos los asistentes y les otorgó el don de poder arreglar cualquier día de mierda solo con sostenerla en la mano. También se ofreció a firmar discos al acabar y una vez acabado el momento marketing, como él mismo dijo, el espectáculo continuó sin bajar en ningún momento el ritmo.

Repasó desde el este hasta todas las esquinas de “La luz de la mañana”, jugó a vaqueros y haciendo un poco “El Indio” e hicimos danza libre con “Espíritu Santo”.

Con el frío de estos días, “La primavera” nos sentó de lujo, pero también lo hizo un delicioso “Enero en la Playa”, así como “Río por no llorar” o “Mar el poder del mar”, la primera canción más Delafé.

La 2 del Apolo pasó de sala de conciertos a guateque con “Lo más bonito del mundo” haciendo que los presentes explotaran de emoción y dieran suelta al bailoteo descontrolado. Tal fue así que nos preguntaron si estábamos cansados, pero estábamos ahí para sentir “La fuerza irresistible” y no ser serpientes.

Delafé exprimió toda la batería dándolo todo sin menospreciarse con “La Fuerza”, en este caso resistible, la de antaño, del principio de los tiempos, bañada por cañones de confeti y un recital de “Pasan las luces”.

Es realmente impresionante que, pese a los cambios que ha sufrido el grupo y después de casi 20 años de vida musical, Delafé sigua evolucionando y tonteando con estilos diversos dando lugar a mezclas tan extravagantes como extraordinarias, sin perder en ningún momento esa esencia tan suya que les caracteriza y transmiten en cada uno de sus directos. Sin duda, Delafé le sigue dando gas y no se para.

Sonia Sáez

Sonia Sáez

Redacción

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