Los madrileños hicieron patente su brutal estado de forma en el segundo de los conciertos que ofrecieron –y llenaron- en la sala La Riviera de Madrid. El fenómeno en el que se ha convertido la banda alcanzó un nuevo escalón en su crecimiento exponencial, que les llevará el próximo año al Wizink Center.
Antes de su próxima y lejana parada en el mítico Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid, Carolina Durante subió un nuevo escalón en una trayectoria exitosamente desbocada, aunque sutilmente domada. La progresión desde el circuito underground madrileño hasta un arena de gran formato se producirá en apenas tres años de carrera, desde un sello independiente y habiendo pisado innumerables salas y festivales por toda la geografía de nuestro país.
Pero al cliché de la dedicación y el trabajo puede recurrir cualquier banda antes de saborear las mieles del éxito, aunque sea por un rato. Lo que han conseguido Carolina Durante en este tiempo tiene más que ver con el talento, la personalidad de su sonido y su capacidad para crear himnos de toda una generación –vacía-.
Las letras “simples” e inmediatas de Diego empastan a la perfección las melodías pegadizas, las guitarras pop, un bajo deliberadamente ruidoso y una batería explosiva en cada uno de sus temas. Todo esto encima de un escenario –sumado a la particular exaltación que reproduce y transmite su frontman- hacen del cuarteto una bestia extraordinaria, en el sentido literal de la palabra. No se le atribuyen parecidos razonables en la actualidad.
Y es que en apenas 65 minutos de concierto –no cuentan con más repertorio- comprobamos, una vez más, como el fenómeno Carolina Durante sigue navegando sobre un público enfervorecido y entregado que copaba la sala madrileña mucho antes del pistoletazo de salida, que se produjo con “Cementerio (El último parque)” o “Buenos consejos, peores personas”, temas de su primer álbum que sirvieron de calentamiento previo antes de subir a su primera cima de mano del asombrosamente vigente “El himno titular”.
Además de asquerosamente jóvenes, el mensaje que lanzan con sus canciones cabalga entre el ingenio y la desvergüenza, entre la total honestidad y la rabia existencial de su generación. Así, pudimos disfrutar de “El año”, con el mismísimo Martín Barreiro sobre el escenario, la provocadora y delirante “Nuevas formas de hacer el ridículo” o la crudeza de “Falta sentimiento”. Sobre una base rítmica básica y dos mil personas coreando al unísono como hacía tiempo que no se veía en La Riviera, el concierto alcanzó un nivel de catarsis del que no decaería hasta su cierre.
Maravillas resquebrajantes como “300 golpes”, “La noche de los muertos vivientes” o “La niña de hielo” sirvieron de anestesia y reflexión, poniendo a más de uno/a el nudo en la garganta con tres de sus mejores creaciones hasta el momento, donde el desamor parece unir generaciones algo más distanciadas entre la chavalada millenial.
Antes de encarar la recta final del concierto, el cuarteto madrileño presentó un tema inédito –“Si supieras como soy”-, pasó de puntillas por temas menos atinados –“KLK” o “El perro de tu señorío”- y estrenó en directo su nuevo himno “No tan jóvenes”, que en apenas tres escuchas se mete inevitablemente en tu cabeza.
Último momento para coger aire y dejarse llevar por la vorágine de una sucesión de temas que desencadenaron en una fascinante apoteosis de sudor, griterío y pop en mayúsculas que se inició con la breve “Necromántico”, se celebró con “En verano”, estalló con “Cayetano”, suspiró en “Perdona (ahora sí que sí)” y culminaba su clímax con la urgencia de “Joder, no sé”.
Una hora de agitación, adrenalina, desinhibición y vértigo constante gracias a una banda diferente, donde el cantante no canta bien –pero su mensaje te cala hasta los huesos-, los músicos no son virtuosos –pero bordan su papel- y la independencia transita por terreno inexplorado. Una banda excepcional.
Iñaki Molinos
Redacción
La honestidad no es una virtud, es una obligación.
Emi Picazo
Fotógrafa
Dame un Mi. Mi cámara de fotos. Dame un La. La música es mi pasión. Música y fotos, perfecta afinación.