Entrevista a Esteban Ruiz, miembro del grupo sevillano I Am Dive
Esteban Ruiz es el 50% de I Am Dive, un proyecto que nació en 2010 tras años militando en otras formaciones, cada uno por su lado, junto a José A. Pérez. Música de atmósfera cargada de palabras para repensar, que este año ha tenido una nueva entrega en formato corto a través de ‘Kriegszeit’.
Lo primero que nos gustaría saber es por qué preferisteis editar una serie de discos cortos en lugar de montar un LP. ¿Obedece a una necesidad creativa de que cada trabajo tenga un sentido por sí mismo o es un formato más rápido y cómodo para vosotros?
Ambas cosas. Por un lado, somos un grupo con facilidad para escribir canciones y eso hace que no nos asuste enfrentarnos a un ritmo de trabajo más continuo; por otro, dado el estado de cosas en el que nos movemos, es mejor para nosotros porque el formato físico (LP) supone una inversión de recursos muy grande de la que nos venía bien liberarnos. Por supuesto, no quiere decir esto que vayamos a dejar de fabricar discos, es más, en otros territorios no se plantea esto de dejar de planchar vinilos pero por ahora, estamos muy bien así, con discos más cortos y en digital solo.
¿Será a ritmo de uno por año como ha pasado con ‘Mauve’ y ‘Kriegszeit’ y con cuántos se completará la serie?
De hecho, ¡han sido solo ocho meses entre uno y otro! El plan es ese, más o menos. No sabemos si el siguiente saldrá en febrero o en abril. En principio la serie serán tres pero no tenemos del todo claro si se quedará ahí la cosa…
Entrando de lleno en ‘Kriegszeit’, el más reciente, lo que deja claro desde la primera escucha es su densidad. Las letras también están cargadas con mensajes incómodos (el título significa directamente ‘tiempo de guerra’). ¿Diríais que es un grito de alerta?
De alerta y de enfado, sí. Estamos en un momento muy complejo y me parecía muy difícil no hablar de según qué cosas en las letras, y creemos que la música va en la misma dirección. Estamos en un momento muy jodido en el que hemos empezado a normalizar ciertas realidades con una facilidad pasmosa, y no sólo hablo -que también, por supuesto- de la llegada de partidos con ideología filo-fascista a las instituciones sino que también la absoluta indiferencia con la que vemos como pasan de una noticia de un padre y su hija de tres años ahogados en el Mediterráneo a una de lo fresquito que se está en los centros comerciales y cómo eso ayudará a que las rebajas de verano vayan a ser posiblemente un éxito.
Hemos de decir también que a medida que se escucha este nuevo trabajo se disipa la oscuridad y empiezan a aparecer otras percepciones como en ‘The fog’, una canción muy apetecible para perderse en el baile (y un videoclip estupendo) o ‘Labyrinth’, que también va a atrapando a cada escucha. ¿Se puede sacar una lectura más profunda de esto y decir que es música para dejar reposar y que remueva por dentro?
Si pudiéramos elegir, siempre nos vamos a quedar con la música que permanece y que se termina mezclando con lo que somos; ojalá la música que hacemos entre en este tipo. Además, curiosamente, ambas canciones nacieron hace años, y han ido fermentando y creciendo sin prisas hasta que llegó el momento de grabarlas así que es una noticia estupenda que percibas eso.
En esta línea, ¿consideráis que la música es un vehículo repleto de contenido con parte de responsabilidad social o es ocio y como tal no tiene por qué preocuparse de nada más que de entretener? Parecen opciones tan dispares que nos preguntamos si hay que exigirle algo a la música más allá de que escucharla nos produzca placer (aunque también puede remover otras sensaciones y producir desasosiego, despertar de conciencia y sentimientos que incitan a reflexionar más allá del placer estético). En vuestro caso como oyentes lo percibimos así pero nos gustaría saber como creadores qué sentís vosotros al respecto.
No sé si podría separar una cosa de la otra, al menos en nuestra música. Estaríamos mintiendo si nos pusiéramos “intensitos” y dijéramos que nuestra misión es concienciar, o algo así. No, no somos tan importantes. Nosotros hacemos música porque es lo que nos hace felices, es lo que nos apetece y es lo que querríamos hacer siempre. Por ese lado lo que hacemos es ocio, entretenimiento; lo que pasa es que -como decía antes- hay temas que no podemos evitar a estas alturas y si el mínimo altavoz del que disponemos ayuda a que la audiencia pequeña que nos sigue piense un poco en las cosas que decimos, evidentemente, no está de más intentarlo.
Vuestra música recuerda a Sigur Rós o Slowdive por poner dos de los grandes nombres internacionales. En España a priori es un estilo menos cultivado. Con giras por Estados Unidos, Suecia o Japón, ¿os sentís más reconocidos en el ámbito internacional que en casa?
Hemos hecho un montón de conciertos fuera de España, pero también muchos aquí y no nos sentimos poco queridos en nuestro país. Es cierto que nos cuesta mucho estar en según qué escenarios, pero eso tiene mucho más que ver con cómo se articula la industria que con la música en sí; no depende de nosotros así que no nos preocupa demasiado.
Si hay algo que os caracteriza son los cuidados arreglos y la creación de atmósferas musicales (se os compara con el paisajismo, algo que no nos parece descabellado). Visto desde fuera, no parece que os preocupe el impacto de vuestra música y se os aprecia como un grupo con una gran autenticidad. ¿Esto ha tenido un alto precio?
Es que hacemos exactamente la música que nos apetece hacer en cada momento, y estamos muy tranquilos con eso, así que no tenemos la sensación de que hayamos pagado ningún precio por eso, sinceramente. Si la escena aquí no tiene tanto sitio para propuestas como la nuestra no es algo que podamos controlar, y el mundo está lleno de trozos de tierra con escenas diferentes, con intereses diferentes. Quizás el precio lo termine pagando la escena, no por hacernos menos caso del que podría hacernos, sino porque cualquier escena musical es peor -y más aburrida- cuanto más homogénea y predecible sea… Y sí que es verdad que el horizonte cada vez es más estrecho por aquí. No podemos hacer nada nosotros, así que seguimos a lo nuestro.
WeAreWolves Records es vuestro propio sello discográfico. ¿La experiencia de producir a otros artistas os ha dado una visión diferente a la hora de actuar como grupo? ¿Hubo en vuestro caso una especie de sentimiento a lo Robin Hood cuando se crea un sello pequeño y se da visibilidad a bandas pequeñas?
En el sello siempre intentamos compartir todo lo que sabemos con las bandas con las que trabajamos, pero somos una discográfica muy pequeña y podemos hacer poco más que acompañarles en el camino. Nos gusta vernos más como un par de amigos que quizás puedan poner algo de dinero en tu proyecto y que intentarán que te vaya lo mejor posible hasta que puedas hacerlo todo tú por tu cuenta, que podrás.
El panorama musical nacional dista mucho de la música que hacéis vosotros. ¿Echáis en falta una mayor variedad ya no sólo de estilos sino de oyentes y de salas que programen de forma más arriesgada?
Siempre es fácil hablar del riesgo pero yo, que además del grupo y el sello trabajo en la Sala X en Sevilla, te puedo decir que programar es una ecuación muy compleja, por muy simple que sean las matemáticas de la industria: “tantos tickets vendes, tanto vale tu movida”.
Hay que entender que haya quien no quiera jugarse su dinero si no tiene claro que vaya a recuperarlo, no podemos ser tan inocentes como para seguir creyendo en los mecenas altruistas (para eso debería estar la Administración Pública, otro debate). Así que sí que comparto en parte esto que dices de las salas, molaría mucho que hubiese más espacios que programasen más músicas, aunque entiendo por qué no los hay.
Por otro lado, sí creo que hay oyentes muy diversos, ahí no está el problema; cada uno tiene su nicho. El problema está muchas veces en creerse que el nicho de uno es más grande de lo que es en realidad. No todo el mundo va a vender mil entradas, por mucho que se lo trabaje, y si tus expectativas están fuera de la realidad, la frustración te va a poner en tu sitio sin contemplaciones y le va a dar exactamente igual que seas o no capaz de lidiar con el fracaso.
Así que nosotros nos centramos en hacer la música que nos hace felices y en intentar ir haciendo camino poco a poco, intentando ponernos en la piel de los demás para entender que el hecho de que a nosotros nos parezca que la música que hacemos es increíble, no tiene por qué significar que a ti te lo parezca, y está bien así.
¿Qué opináis del fenómeno de festivales que vive nuestro país? ¿Os parece que ayuda a difundir más la música o ha conllevado una mayor mercantilización de la misma?
Depende. Hay festivales que están lejos de los circuitos comerciales, sea porque dependen de dinero público enteramente o porque quienes lo montan son unos románticos, y pueden apostar por una estrategia más divulgativa, más artística. Luego, la mayoría de los eventos que todos entendemos por festivales, se han convertido en otra cosa, y es normal. La industria del entretenimiento es una industria feroz y, aunque evidentemente la música no es el motor, estoy seguro de que mucha gente llega a artistas que jamás habría oído sólo porque estos están en tal o cual cartel. Eso es bueno, hay que ver el lado bueno de la película o nos tiramos todos al pozo. Ya cómo se construyen esos carteles y qué engranajes giran para que tal o cual grupo esté en ellos carteles es harina de otro costal.
No nos gustaría perder la oportunidad de preguntaros por ‘Music for Silent Running’, la banda sonora que dedicasteis a la película ‘Naves misteriosas’ de 1972. ¿Fue algo muy diferente de elaborar? ¿Cómo se prepara la música para un proyecto audiovisual ya creado de antemano?
Fue una experiencia estupenda y muy liberadora por dos motivos, principalmente. Por un lado, nos dimos cuenta de que podíamos escribir música para una obra ajena a nosotros, que es algo que no habíamos hecho antes. Por otro, hacer un disco instrumental sin ninguna restricción y sin supeditar nada a ninguna melodía de voz también nos aportó un ángulo muy tranquilo desde el que trabajar. Creo que hablo por los dos cuando digo que nos encantó la experiencia. De hecho, uno de los próximos proyectos es una banda sonora…
Y a colación de este trabajo, ¿la realidad es más temible que la ciencia ficción?
Generalmente entendemos la ciencia ficción como un espacio en el que dar rienda suelta a nuestra imaginación, un ecosistema imposible en nuestra realidad, un sitio en el que podemos convivir con monstruos sin que nos devoren. Ojalá. Yo cada vez tengo más claro, y me temo que tiene que ver con ir cumpliendo años, que la ciencia ficción es un sitio en el que a menudo contamos versiones socialmente aceptables -por locas que sean- de historias que no podemos soportar en realidad, pero que pasan.
La ciencia ficción no es terrible porque cuando apagas la tele ese plano se extingue. Cuando cinco animales se han turnado para violarte en un portal de una ciudad cualquiera, no puedes apagar la tele, ni cerrar los ojos para no ver al monstruo.
Más información de I Am Dive en:
https://www.facebook.com/IamDive
Rocío García
Redacción
Periodista y melómana. Crecí con la música y no he parado nunca de aprender de nuevos sonidos y sensaciones. Amante también de las palabras, todo junto hace la canción perfecta.