Asistimos al quinto aniversario del festival madrileño, que congregó uno de los mejores carteles del año. Sacando a la luz su potencial gracias a su oferta diferencial en cuanto a organización, localización, público y ambiente más allá de lo estrictamente musical

Y es que empezando desde el enclave, una de las numerosas zonas verdes de la ciudad de Madrid, donde escapar de aglomeraciones, cual oasis en el desierto de la urbe, continuando con un aforo limitado y sin agobios, el ambiente familiar y festivo, y rematando -que para eso estamos aquí- con un ecléctico y variado elenco de artistas, que ejecutaron a la perfección -en la mayoría de los casos- su parte del plan, Tomavistas 2019 cumplió y superó con creces las expectativas puestas en quinto aniversario.

Viernes 24

La primera jornada de Tomavistas arrancó a primera hora de la tarde de la mano de Camellos, con el sol aún cayendo tras la vegetación de Parque Tierno Galván de Madrid, la banda madrileña amenizó el arranque de fiesta gracias a su pop-punk que hizo vibrar a un público bastante numeroso teniendo en cuenta lo temprano de la actuación. “Sonrisa Colgate”, “Gilipollas” o “Café para muy cafeteros” fueron algunos de los temas que sonaron a reventar en un destacado concierto inaugural.

El ruido continuó con el hard y stoner rock del dúo donostiarra Niña Coyote Eta Chico Tornado. Un vendaval de guitarras acompañado a la perfección por la base rítmica de Úrsula a la batería que hizo las delicias del público madrileño.  El headbanging dominaba el paisaje mientras la banda exprimía un bolo protagonizado por los cortes de último trabajo: “Aitzstar”.

Ángel Stanich fue el encargado de dar el pistoletazo de salida en el escenario principal, el peculiar -y entrañable- ermitaño del rock sacó a pasear su curtido repertorio, acompañado de su inseparable banda, para ejecutar un concierto cuasi perfecto, gracias a cortes como “Escupe fuego”, “Salvad a las ballenas” -de su último EP-, la estremecedora “Carbura” o la psicodelia de “Mátame Camión” para cerrar en el punto más álgido su actuación.

El concierto de Los Estanques fue el que abrió el escenario anexo al principal, por donde pasearon durante todo el fin de semana muchas de las bandas emergentes más interesantes del panorama musical nacional. Con temas como “Clamando al error” o “Joder” se ganaron el respeto del público que tuvo a bien disfrutar de su concierto.

Triángulo de Amor Bizarro, uno de los grupos de culto nacional que se aupaba a las primeras líneas del cartel de Tomavistas 2019, fueron los encargados de continuar con el carrusel del primero de los días de festival. Damnificados por un sonido bastante irregular, la banda gallega presentó varios temas de su último EP –“El gato pardo”- a la espera del lanzamiento de su nuevo trabajo. Y tampoco faltaron cortes míticos como “Les llevaré mi cruz”, “La barca quemada” para cerrar por todo lo alto con “De la monarquía a la criptocracia”

Otro de los atractivos nacionales que llegaba con nuevo trabajo bajo el brazo era el dúo Cala Vento“Balanceo”– y su actuación en el segundo escenario no defraudó en absoluto. Con un sonido extremadamente limpio y potente a partes iguales, arrasaron al numeroso público que se congregó para disfrutar de nuevos temas en directo como “Gente como tú” o “Todo”, sin olvidarse de celebres canciones que les han situado en el mapa con sus dos primeros trabajos, como “Historias de bufanda” o “Abril”.

Y así llegamos a los platos fuertes del día. Y es que, si en algo destaca Tomavistas, y especialmente este año, es en el criterio de selección de los cabezas de cartel del festival.

Buen gusto y exclusividad difícil de encontrar en el circuito de festivales nacionales nos permitieron disfrutar del directo de dos bandas distinguidas y con un alto grado de emotividad que encajaron a la perfección con la escena que el entorno de Tomavistas puede ofrecer.

Los tejanos Cigarrettes After Sex ofrecieron un show empapado en delicadeza e intimismo, invitando a flotar al público que abarrotaba el anfiteatro del parque madrileña. Como si de un solo acto teatral se tratara, la banda interpretó su habitual repertorio plagado de temas para enmarcar como es el caso de “K.”, “Apocalypse” o “Nothing´s gonna hurt you baby”. A la sensible y aterciopelada voz de Greg González le acompañaron la ejecución perfecta del resto de la banda, gracias a punteos embriagadores y bases melódicas capaces de atrapar a un público que contemplaba respetuosamente cada uno de los detalles del recital. Anestesia emocional altamente valorada para una de las actuaciones del festival.

Pero aún nos quedaba por disfrutar el otro plato fuerte de la noche. Beach House ofreció un espectáculo a la altura de las expectativas que se ciernen habitualmente sobre la banda. Con un repertorio centrado en sus últimos trabajos, el dúo formado por Victoria Legrand y Alex Scally desplegaron su fantasioso dream pop durante más de una hora de concierto, maravillando y emocionando a un público anestesiado desde el primer minuto gracias a la atmósfera creada a través de la amalgama de sonidos que son pura fantasía para los oídos.

Los punteos intensos de guitarra se aliaban con la base de sintes creada por Victoria, a lo que se sumaba una preciosa e impactante escenografía de luces en la oscuridad y silencio del recinto, pura magia. “Myth”, “Master of none”, el maravillo himno “Space song” o temas de su último y destacado trabajo –“7”- como “Lemon Glow” o “Dive”, con la que se cerró el concierto, fueron algunas de las canciones más destacadas de un bolo que quedará grabado en la memoria del respetable.

Cerramos definitivamente la noche con otro de los atractivos de la noche. Toro y Moi levantó del placentero letargo a medio festival, gracias a su estilo propio, que entremezcla a la perfección el funky, soul y dance más bailable de la década ochentera, con la dosis perfecta de vanguardia del siglo XXI. Remezcla se sonidos disfrutones y atractivos, a través de pelotazos como “Ordinary pleasure” o “Girl like you”, que hicieron bailar hasta la extenuación al público que copó el segundo escenario del festival ya entrada la madrugada.

Sábado 25

Abrimos la jornada sabatina con la maravillosa actuación –una más- de Morgan. La banda prolongó el sobresaliente nivel de la representación nacional durante todo el fin de semana.

Es difícil cansarse de ver a la banda comandada por Carolina de Juan en directo, y más en un enclave como el del Tomavistas, donde todo parece alcanzar una dimensión y degustación aún más variada que la de muchos otros festivales. El pop más sofisticado de temas como “Another road”, vibrando con su sugerente riff de órgano, se entrelazaban con perlas inagotables como el cuasi góspel de “Home” y sus estremecedoras guitarras, o la escalofriante “Sargento de hierro”, donde la voz de Carolina alcanza cotas de belleza difíciles de transcribir.

El bloque nacional continuó con una de las bandas llamadas a ser una de las revelaciones del año. El power dúo Yawners nos regaló un nuevo conciertazo, derrochando su habitual energía en una suerte de pop punk, cuya frescura y entusiasmo se puede masticar en cortes como “Please, please please”, la urgencia y timidez de “I´m not gonna miss you anyway” o el costumbrismo exquisito de “La escalera”, con la que cerraron a las mil maravillas su actuación.

Otros que apuntaban maneras de grupo revelación y que se han convertido en apenas año y medio en una de los mayores reclamos de nuestro país son Carolina Durante, y analizando su trayectoria y directo no es de extrañar. El cuarteto madrileño presentó algunos de los temas de su reciente disco debut, entremezclándolos con canciones que ya se han convertido en clásicos del indie nacional más “underground”, como “La noche de los muertos vivientes”, “Himno titular” o la archiconocida “Cayetano”. Sin ser un disco sobresaliente, su primer LP contiene valiosísimos cortes que alcanzan su madurez en el directo, como pudimos comprobar con el existencialismo treintañero de “Joder, no sé”, la crítica millenial de “Nuevas formas de hacer el ridículo” o la nostalgia instantánea de “El año”.

Hinds nos brindaron su habitual garaje pop cargado de desvergüenza y frescura en un escenario al que cada vez era más difícil acceder. El paisaje bucólico ofrecía, eso sí, una maravillosa imagen que terminaron de rematar las madrileñas con grandes temas de su último trabajo –“New for you” o “The Club”- o sugerentes cortes de anteriores trabajos como “Garden”.

La especialidad de la casa en la noche del sábado corría de cuenta de Spiritualized. La banda de Jason Pierce, ofreció un preciosista y embelesado recital en el que no hubo tiempo para las concesiones ni prácticamente los saludos. Pero que importa eso teniendo sobre el escenario uno de esos artistas capaces de transportarte a espacios oníricos con el abrasador inicio de “Come together” o la fantasiosa de “Soul on fire” junto a un coro que le acompaño durante toda la actuación.

El protagonismo de la actuación recayó en su fantástico último disco, del que interpretó prodigios con aroma a clásico como “I´m your man” o el rock and roll de “On the sunshine” para demostrar, una vez más, que siempre habrá esperanza en una vieja escuela que se renueva cada vez más y mejor. Otro plato gourmet difícil de encontrar en este tipo de eventos.

Martí Perarnau y su proyecto liderando Mucho tiene mucho que decir, y más gracias a su último trabajo, “Hay alguien en casa”, con el que ha parecido alcanzar la excelencia en el camino que empezó a recorrer prácticamente en solitario. Las expectativas de su paso al directo eran cuanto menos difíciles de acotar, y lo cierto es que fue una grata sorpresa encontrarse con una importante amalgama sonora, fiel a su versión de estudio y dispuesto a hacerte bailar, aunque te empeñaras en lo contrario. “Las ventanas se encienden” o “Ahí te quedas Perarnau” fueron buena muestra de ello.

La delicia enrabietada de Deerhunter se convirtió en otro de los momentos de la noche. Desde el inicio, la banda Bradford Cox, mantuvo en cierto modo la línea de su antecesor en el escenario principal, ofreciendo un concierto sin fisuras, sin excesivos detalles en forma de amabilidad, pero con un sonido independiente y melodías rock que hicieron las delicias de un público que supo valorar la propuesta de los de Atlanta. Su habitual estilo somnífero dejó paso a cortes de gran intensidad como “Futurism” o “Plains” de su último trabajo, u otros clásicos de la banda cuya ejecución sobre el escenario alcanza matices difíciles de apreciar en su versión de estudio, como es el casi de “Revival” o la magnánima “Desire lines”

Y una celebración como esta no podía finalizar sin la fiesta que prepara Joe Crespúsculo cada vez que pisa un festival. El pop electrónico gamberro del músico barcelonés puso la guinda final a la noche con su ya carrusel de clásicos bailables – “Suena brillante”, “Música para adultos” o “Mi fábrica de baile” que consiguieron agitar a los supervivientes del festival.

 

 

Iñaki Molinos

Iñaki Molinos

Redacción

La honestidad no es una virtud, es una obligación.

Ana Beltrán

Ana Beltrán

Fotografía