Memorable concierto del madrileño que supo aunar sensibilidad y sentido del humor a través de una personalidad expansiva

 

La primera noticia que tuve de Javier Álvarez en mucho tiempo fue al saber que The New Raemon había producido su nuevo disco. Entonces se abrió una ventanita al recuerdo de aquel 1994 de debut, adolescencia propia y de aquel veinteañero de cabeza rapada que, arropado por Ana Belén y Víctor Manuel, sacó un disco que coreamos hasta el infinito entre las cuatro paredes de una habitación llena de pósteres e ilusiones.

Vinieron luego nuevos trabajos y el interés personal fue virando hacia otros sonidos, pero Javier Álvarez ha sido siempre una referencia cuyo hechizo terminó de encajar el pasado viernes en la Casa de Cultura de Mieres, lugar donde la voz del madrileño se oyó alta y clara (pese a una pequeña indisposición que le afectaba).

Si bien el ‘leit motiv’ del concierto era presentar su álbum ’10’ (del que puedes leer más aquí) Javier Álvarez repartió el tiempo para recorrer las canciones más notorias de sus discos, acompañado de Meta al bajo y Ricky Lavado (ex Nudozurdo) a la batería, quienes le cedieron todo el protagonismo durante varios momentos del recital. La definición que mejor se ajusta es que no fue un concierto al uso, y no puede haber nada más maravilloso que ello.

Primera parte: Adentrándose en ’10’

Arrancó con la canción de presentación de ’10’, ‘El mar’ y explicó que proseguiría sin hablar durante unas cuantas canciones más («la cara A del LP»), disculpándose por un «catarrazo»y una voz «limitadísima»; sin embargo, nada ensombreció su actuación.

‘En la cuarta’, ‘Presente’, ‘No fue’ y ‘Detr/s’ cobraron vida volviendo el universo Álvarez algo tangible. El resorte saltó: el disco del cantautor es la demostración de que su música sigue la estela brillante de sus primeros trabajos, con la intensidad lírica de sus primeras composiciones y una sensibilidad maravillosamente enraizada en los juegos vocales y la melodía.
Sin embargo, el concierto deparaba muchas sorpresas. Empezó con una carga brutal de buen hacer del que es muestra su nuevo trabajo, pero Álvarez no se iba a conformar con esto. «Voy a hacer algo que es muy yo», vaticinó. Y la verdad es que se despachó a gusto: cantó sin amplificar, se montó varias coreografías sobre el escenario y por todo el patio de butacas, hizo reír, hizo playback, contó intimidades como quien se rodea de amigos y dejó al público encantado y descolocado para volverlo a colocar.

Cuando empezó a sonar ‘La edad del porvenir’ hacía mucho rato que nos había atrapado; no se escuchó perfecta pero fue emocionante por verle tan libre, y nosotros con él. Tras esta parada obligatoria a su primer disco, saltó al segundo a través de ‘Sunset Boulevard’. ‘Padre‘, la canción con que abría su tercer trabajo (del que han pasado ya 21 años) y que le cerró la puerta de varias emisoras musicales pese a que algunos creen que la censura es cosa del pasado, puso en relieve la vertiente más gamberra de Javier Álvarez, que no dudó en parafrasear el ‘Malamente’ de Rosalía (a quien ha reconocido que sigue entusiasmado).

Segunda parte: Su versión, gracias

Turno luego para su disco de versiones y la mítica ‘Por qué te vas’ de Jeanette. Un punto de inflexión musical entre el viejo y nuevo Álvarez que pareció liberarse de prejuicios y etiquetas a partir de entonces quitándose la seriedad del cantautor para cantar lo que le viniera en gana.

Para su tía de Avilés fallecida la madrugada anterior dedicó una escalofriante a capela ‘When Doves Cry’ de Prince: «Celebramos fatal la muerte, hay que hacerlo con alegría». No importó tampoco cuando se le bajó el micrófono y cantó agachado ‘Mi querida señorita’, volviendo al repertorio de su nuevo disco («soy muy friki, me pone esta situación») dijo con una sonrisa sincera y contagiosa. Continuó con ‘Dicen’, que será su nuevo single y del que adelantó que habrá videoclip.

Si hay algo que le siente bien al madrileño es el tinte político que ha agarrado con el rock de ‘Tuno’. Una estela que nos gustaría ver cultivada con más profusión en futuros trabajos. La última canción del disco sirvió para que Álvarez explicara su amor por las versiones: «Para mí es importante rendir tributo a todo lo que nos conforma». La protagonista fue ‘If I needed you’ que en su álbum interpreta junto al irlandés Matthew McDaid que no estuvo en Asturias pero que sí le acompañará en sus conciertos en Barcelona.
Momento para otra versión desenchufada: «En mi primer disco se cumplió el sueño de cantar con dos mitos: Ana Belén y Víctor Manuel». Así se lanzó con ‘El novio de la muerte’ que se incluyó en su LP de versiones titulado ‘Grandes éxitos’ y donde la madrileña le hacía los coros.

Tercera parte: «Todos los caminos conducen a ABBA»

Cuando parecía que el concierto se acercaba a la recta final, Javier Álvarez pasó a lo que denominó «el  set de frikadas» con ‘Tiempodespacio’ (2003), disco en «el que pasé de cantautor a bailator». ‘Ni na no’ fue la canción encargada de empezar esta parte del concierto, aún más desenfadada y gamberra, con un Álvarez desatado riéndose del fenómeno OT y Eurovisión con coreografía incluida dedicada al programa televisivo: «No es un triunfo superar la operación / a corazón latino abierto / para ser Celine Dion / Aunque me afines / detesto la canción«.

Como un niño divirtiéndose con sus propias travesuras, siguió con una pista pregrabada sobre la que cantó, una versión de su grupo favorito, ‘ABBA’, a través de la archiconocida ‘Chiquitita’ («todos los caminos conducen a ABBA», confesó) y como si hubiera sido poco se atrevió a bailar de arriba a abajo ‘Lose yourself to dance’ de Daft Punk (casi seis minutos de canción, señores) arrancando la sonrisa y los aplausos de todos los asistentes mientras recorría de arriba a abajo la sala a ritmo de funk.

Pensábamos que era el final pero aún recuperó la compostura para interpretar ‘Piel de pantera’ y ‘1, 2, 3, 4’. Antes de que pestañeáramos, Javier Álvarez lo había conseguido. Ha vuelto a enredarnos con su magia, y esta vez no la vamos a dejar escapar.

Rocío García

Rocío García

Redacción

Periodista y melómana. Crecí con la música y no he parado nunca de aprender de nuevos sonidos y sensaciones. Amante también de las palabras, todo junto hace la canción perfecta.