Hace diez años que Málaga llegó a Madrid y formó uno de los grupos que, si bien no es conocido por grandes masas, tiene la capacidad de conquistar a quién toca.
El pasado sábado Hazte Lapón eligieron el lugar que les vio nacer para presentar su último trabajo Tú siempre ganas. En un abarrotado ‘Café La Palma’, se vivió durante algo más de una hora, todo un homenaje al noise, el barroquismo psicodélico y la electrónica de orientación pop.
Pero esto no iba de reñirse al tocar todas y cada de unas de las canciones de su último gran LP, sino de hacer un breve viaje por su historia. Por eso, aún sin la estática Saray sobre el escenario, un introspectivo Lolo (ojos cerrados incluidos) abrió el concierto con “Amor bomba”, perteneciente a su segundo álbum No son tu marido.
El nerviosismo y la tensión porque todo saliera bien se fue transformando, poco a poco, en disfrutar haciendo música. Para cuando llegó “Un carrusel”, “canción que se hizo antes que Trump y habla sobre la nocturnidad”, el grupo ya estaba completo.
Si bien “Sabes la noche” es una especie de nana a la duda e incertidumbre, lo cierto es que todos los allí presentes se sabían cada estrofa y Lolo, a su irónica manera, lo agradeció: “lo malo de que os sepáis las letras tan bien es que notáis si me equivoco”. Y si alguien puede tratar el tema de la apropiación cultural de manera tan sutil e inteligente son ellos. ¿Cómo?, haciendo que “Odiar” terminara con unos acordes del conocidísimo “Malamente” de Rosalía.
Todo buen espectáculo tiene una parte especialmente cómica, que se dio con “Fantasías brutalistas” donde se habló de “masoquismo guay”, hubo palmadas en el culo y el matrimonio flirteó con la mirada en frases como “será mejor que no dejes de quererme”; y otra en la que el artista se fusiona con público, para la cual “Yo los he visto” hizo de BSO.
Es cierto que “todo lo bueno se acaba” pero aquí faltaba un bis para tocar sus dos canciones más íntimas y dolorosamente certeras: “Tú siempre ganas” y “La vida adulta”; tras las cuales, el escenario quedó vacío y se tiñó de oscuro produciéndose “una ruptura en el continuo espacio-temporal”; una pequeña herida se abrió en esa parte de nuestro “yo” que sabe que crecer implica despedirse.
El arte tiene la capacidad de perdurar en el tiempo y la obra de Hazte Lapón ha sido, es y será eterna.
Isabela Vivo
Redacción