Summer Spree, el proyecto musical en el que está embarcado actualmente Álvaro Tarik (Tarik y la Fábrica de Colores, Rufus T), tiene novedades en forma de EP y bajo el título de ‘Centro magno’. Se publicará el próximo 18 de diciembre pero antes hemos hablado con el músico para conocer más sobre este trabajo y también sobre su propia evolución artística.
Tu nuevo EP está a punto de salir. ¿Qué nos puedes adelantar de él? ¿Complementa a ‘Sub lumine’ o es un giro distinto como parece en una primera escucha del single?
La idea era publicar un EP en diciembre. Aunque decir «diciembre» y «Summer Spree» en una misma frase pueda sonar incongruente, tenía una selección de canciones de inspiración navideña que creí conveniente hacer públicas. Los temas reflejan mi propia concepción de la Navidad. O, mejor dicho, de las navidades, esa vorágine.
La canción que le da título, ‘Centro magno’ (que se puede escuchar en Bandcamp) habla de comunismo, catolicismo y capitalismo. ¿Es una denuncia de cara al consumismo exacerbado que se prodiga en estas fechas?
La mayoría de las celebraciones de carácter religioso tienen un origen pagano. La Navidad, por ejemplo, era la conmemoración del solsticio de invierno por los pueblos nórdicos de la Antigüedad. El cristianismo, en su afán expansivo y por imponer la religión en la vida de los ciudadanos, fue convirtiendo ritos paganos en celebraciones religiosas. Pero, hoy en día, la única religión que vale es la del dinero, y las fiestas religiosas han pasado a ser comerciales hasta la aberración. El consumismo ha de imponerse a través de la celebración, como una epifanía, igual que antes se hizo con la religión. Eso lo explica Gustavo Bueno en los samples que incluyo en ‘Centro Magno’ y que son parte de un discurso donde el filósofo compara la eutaxia del comunismo, catolicismo y capitalismo, sociedades que basan su sostenibilidad en la expansión, porque, si no ocurre así, se destruyen.
Los otros tres títulos aún no disponibles son ‘Asómate’, ‘Aviones no son’ y ‘Un arco inmenso de luz’. ¿Nos podrías contar un poco más sobre ellas, siguen la línea de la anterior o de dónde surgieron? ¿Algo que nos puedas avanzar sobre su tema o sobre su producción?
‘Asómate’ es una reflexión sobre microuniversos dentro de macrouniversos dentro de universos aún mayores que, en realidad, son ecos unos de otros, contemplados de arriba abajo o de abajo arriba. La canción está inspirada en una conversación que tuve con una amiga bióloga, investigadora del Centro Nacional de Microbiología y especialista en Microbiología y Parasitología, que contaba cómo cada mañana encendía la luz de su laboratorio para saludar a sus cultivos de bacterias y observarlas durante horas a través del microscopio. Puede que nosotros también seamos el cultivo microorgánico de alguien que cada mañana enciende la luz de su laboratorio para contemplarnos atentamente con su gigantesco ojo azul. Alguien que, a su vez, es observado desde otro universo inalcanzable, descomunal y microscópico a la vez. Es decir, más que la creación de un dios, podríamos no ser más que un experimento.
‘Aviones no son’ está inspirada en un audio que oí hace tiempo en el que una anciana afirmaba haber avistado unos enormes cuerpos luminosos en el cielo, acompañados de un gran ruido. Imaginé que eso ocurriera en Navidad, estableciendo una analogía con la estrella de Belén, como una guía fabulosa que te indica un camino a seguir.
‘Un arco inmenso de luz’ es una reinterpretación de ‘Asómate’, tras meter este último en una batidora vaporwave y engarzarlo después a base de cortes de compás, cambios de pitch, reverberaciones y delays. Pone el toque de jengibre a este surtido navideño que es ‘Centro Magno’.
El álbum ‘Sub Lumine’ (2018) y también el EP anterior ‘Parque Figueroa’ es la consolidación de tu apuesta por la electrónica. ¿Es la senda que vas a seguir con Summer Spree? ¿Cuándo empezó a interesarte este sonido?
Sí, quería que Summer Spree fuera una tabula rasa desde donde empezar a hacer nueva música liberándome de todo lo que he aprendido hasta ahora. A veces, la experiencia puede pesar como una losa, encerrarte en un círculo conservador y lleno de prejuicios sobre cómo hay que hacer las cosas. En la música que hago ahora, también hay guitarras, pero casi siempre parto del piano a la hora de construir las canciones, y en la producción predominan los sintetizadores. Eso sí, intento que el resultado sea orgánico, que el efecto «MIDI» esté lo menos presente posible.
No son pocos los nostálgicos de la época de Tarik y la Fábrica de Colores que se preguntan si hay posibilidades de volver a recuperar ese sonido (pese a que han transcurrido 11 años desde el último disco). De hecho, en 2014 presentaste una versión de ‘Entonces por qué’, así que aún cabe esa esperanza para los más fans. ¿El pasado es pasado?
Bueno, ‘Entonces por qué’ es una canción de la primera época de Tarik y la Fábrica de Colores. Fernando Vacas me convenció para hacer una serie de conciertos con motivo del 25 aniversario de la publicación del disco de debut, así que llamamos a Eric Jiménez y Paco Prieto, que fueron miembros fijos de la formación durante la época de Mushroom Pillow, y también a C. C. Olivas, un amigo de San Francisco que estaba pasando una temporada en España. Grabamos la nueva versión en el estudio de Fernando, para darle un aire nuevo y usarla como bandera de ese aniversario. Pero quise aprovechar el momento para cerrar un ciclo y empezar otro.
¿Qué queda de aquel sonido sesentero al estilo de otras formaciones como Cooper?
Aunque, musicalmente, crecí en los 80, la música de otras épocas siempre me ha despertado curiosidad y ansias de descubrir joyas sepultadas en el tiempo. Los 60, obviamente, no podían ser una excepción, y durante muchos años estuve enganchado al soul de esa década, las bandas de la British Invasion y el rock garajero americano. Incluso me metí en el resbaladizo mundo del coleccionismo, comprando singles de R&B y Northern Soul a través de foros especializados y gastando más dinero del que quizá me debería haber permitido. Aunque no de forma deliberada, supongo que esa influencia me habrá impregnado a la hora de escribir canciones, de hacer melodías.
Entre medias de Tarik y la Fábrica de Colores y Summer Spree hubo una época en la que te convertiste en otro alter ego, Rufus T, saltando al inglés para las canciones en ‘Going bananas’ (2010). ¿Fue un ejercicio de desahogo? ¿Buscabas liberarte del estilo de Tarik y La Fábrica de Colores?
Cuando Paco Prieto creó Happy Place Records y montó su propio estudio de grabación, pensamos en publicar una serie de canciones que, por diversas cuestiones, no habían entrado en el repertorio de Tarik y la Fábrica de Colores. Eran rarezas cantadas en inglés, y algunas contenían recitados, atmósferas, etc. Aunque también hay muestras de pop imperecedero, como ‘Andalusians’, una versión del himno de Andalucía cantado en inglés a lo Velvet Underground, ‘Parallel Lives’ o ‘Mandy’, mi favorita de ese disco.
¿Tuviste problemas por la coincidencia con Rufus T. Firefly por la similitud del nombre o son habladurías? ¿Se resolvió amistosamente?
Sí, recuerdo que poco después de publicar lo de Rufus T oí que aparecía un grupo en Madrid que se llamaban Rufus T Firefly, pero no me preocupó, porque mi proyecto había sido concebido con carácter temporal. Uno de sus miembros contactó una vez conmigo a través de Facebook, si no recuerdo mal, para referirse a esa coincidencia, y lo tomamos con humor. No hubo ningún problema.
Siempre te has caracterizado por ir y venir a tu antojo, sin presiones de la industria para sacar «el single» (al menos, es la apariencia anárquica que da). ¿En algún momento recelaste de que el público respondiera al cambiar de proyecto? ¿O te da igual ese tema y te centras en hacer tus canciones?
No, no me planteé que el público pudiera reaccionar negativamente a este viraje. Simplemente, necesitaba mantener el entusiasmo por seguir haciendo música, y eso pasaba por comenzar una nueva aventura. Supongo que habrá gente que prefiere el estilo de Tarik y la Fábrica de Colores, pero también siento que Summer Spree ha encontrado afinidad en personas que no conocían a Tarik y la Fábrica de Colores o que no les interesaba su música. Tampoco quiero que parezca que hago música exclusivamente para mi propia diversión, no creo en ese tipo de planteamientos. Mi deber y mi meta como artista es hacer que la gente se emocione con lo que hago.
También hiciste uso de las nuevas tecnologías para sacar más material, como haces en YouTube o Bandcamp. ¿Internet te ha permitido trabajar con más libertad?
Desde luego. No creo que haya mucha gente en la actualidad que prefiera volver a los tiempos en los que no había Internet, por mucho que la critiquemos. La clave estará en saber usarla de forma provechosa. Ocurre lo mismo con las nuevas tecnologías aplicadas a la producción musical. Me parece fascinante que haya artistas grabándose sus propios discos en una habitación de su casa. Eso ha cambiado la escena drásticamente y ha originado nuevos estilos musicales y estéticos. Lo de que cualquiera puede hacer música con un ordenador es verdad, pero me parece un argumento muy pobre decir que hacer música ya no tiene mérito. Hoy en día te puedes comprar una cámara fotográfica de una calidad significativa por seiscientos euros. En modo automático ya salen buenas fotos, pero eso no significa que seas buen fotógrafo.
¿Qué te parece el auge de festivales de todos los tamaños que han surgido en nuestro país en los últimos años? ¿Crees que son una oportunidad para hacerse hueco o la monogamia también ha hecho mella en ellos?
Verás, no soy muy dado a ir a festivales para ver conciertos. Tengo la impresión de que la proliferación de festivales ha ocasionado el nacimiento de «grupo de festivales» como concepto, como pose, como sonido, como repertorio. Ellos y sus representantes saben que si se puede sacar algún dinero en España de la música, eso pasa por tocar en festivales. Hay grupos que, sospechosamente, empiezan ya su carrera tocando en festivales. Es decir, pasan de ser prácticamente unos desconocidos a estar durante dos o tres años seguidos en los carteles de los principales festivales del país. Sinceramente, esa vorágine, más que hacerte disfrutar de la música, te hace disfrutar del encuentro multitudinario, el mamoneo, las fotos… No tiene sentido gastarse un pastizal para intentar desesperadamente ver a 20 bandas y a 10 pinchadiscos en dos días, pero parece que no eres nadie si no has estado allí. El último festival al que acudí fue el Summercase —y ya ha llovido desde entonces—, pero fue porque me regalaron la entrada y porque me pillaba a 500 metros de mi casa.
¿En qué próximos conciertos podremos verte en directo?
Todavía no me he prodigado mucho en conciertos con Summer Spree. Es algo a lo que estoy aún dando forma, porque es un cambio radical de concepto con respecto a Tarik y la Fábrica de Colores. Ganas no me faltan, pero necesito hacer una inversión importante en equipo de directo. Hasta ahora, me había gastado todo el dinero en equipo de estudio, además de guitarras, pedales de efectos y cosas así, pero ahora necesito otro tipo de elementos, no sólo para la música, sino también para producir y proyectar vídeos. Summer Spree tiene un componente estético importante. Todo se andará, aún está dando sus primeros pasos.

Más información:

Facebook de Summer Spree
Summer Spree en YouTube
Summer Spree en Spotify: