El concierto que abrió el apartado musical del Oviclip en la capital asturiana contó con la actuación del dúo catalán

El teatro Pumarín fue el escenario elegido para dar el pistoletazo de salida del Oviclip, el festival nacional de videoclips de Oviedo que, al igual que ocurre en Gijón con el FICX, cuenta con un apartado propiamente musical. Maria Arnal i Marcel Bagés, uno de los dúos más prometedores que saltaron a la palestra el pasado año con el  disco ’45 cerebros y 1 corazón’, fueron los encargados de la inauguración.
La puesta en escena, sobria como en ocasiones anteriores (como por ejemplo ya viéramos en la última edición del Atlantic Fest) sirvió para causar expectación y poner a los espectadores en situación. Ambos artistas salieron en silencio envueltos en una locución con voces de fondo y arrancaron directamente con la canción que da título al disco. Cuarenta y cinco cerebros y un corazón que el franquismo no logró borrar del mapa, conservados en una de las tantas fosas comunes que hay en España y que fueron convertidos en canción por su singularidad y fuerza a la hora de mandar un mensaje político y poético. «Silencio ensordecedor» y «tabú», en palabras de Arnal, que se ha roto al fin.
El concierto no estuvo exento de problemas técnicos con el micrófono de Arnal que obligó a parar el recital durante varios minutos tras varios intentos fallidos y, aunque rondaba el peligro de suspensión, finalmente se pudo seguir disfrutando de la voz y guitarra dando forma a este rincón de denuncia social.

Maria Arnal, en un momento del concierto. / A. FERNÁNDEZ

Maria Arnal, en un momento del concierto. / A. FERNÁNDEZ


El dúo hizo suya ‘Miénteme’ de Niño de Elche para poner de manifiesto la carga emocional de la vida cotidiana y con tintes políticos, tan arraigados a sus mensajes. También entonaron su particular mantra, el tema más espiritual del disco según ellos como es ‘La gent’ («la gente no se da cuenta del poder que tiene«). ‘Canción total’ fue uno de los momentos más intensos con participación activa del público para ayudar en los coros. ‘Tú que vienes a rondarme’, una canción «hecha con sedimentos» según la cantante, apuntó el cierre al concierto.
Experimentación, carga crítica y música como bala de cañón al servicio de una manera de entender el arte nada aséptico, nada superficial, nada mitificado y sí metido de lleno en el barro para denunciar silencios impuestos, miedo y alienación. Una expresión del arte de hacer canciones que tanto éxito les ha deparado y que remueve conciencias allá donde van.