El pasado fin de semana disfruté de la tercera edición del GetMAD, un festival urbano madrileño, que propone una amplia oferta de ocio y que aglutinó: música, exposiciones, ilustración y gastronomía.

Además, como antesala a los conciertos, algunas de las bandas protagonistas de esta edición como The Undertones o La Luz fueron entrevistados en directo de la mano del veterano programa “El Sótano” de Radio 3, escenario: El Paracaidista. Muchas cosas que no quería perderme.

Un festival que ha traido a Madrid bandas punteras, grandísimos hitos y que ha decidido aunar estilos: rock, psicodelia, garage, punk, pop… integrando bandas de culto como Luna, con nuevos nombres como Los Wilds.

Así, en pasadas ediciones pudimos deleitarnos con el buen gusto de los organizadores, disfrutando de ambiciosas cabezas de cartel como: Froth, White Fence o Nigth Beats.

Ambas jornadas, han estado repartidas en 5 salas: But, Changó, El Sol, Wurlitzer Ballroom y Boite, dos epicentros (Tribunal y Sol) para poder moverse de sala en sala sin grandes desplazamientos. Escenarios para un público reducido, que propiciaron el brillo de las bandas, lo que permitió que grupos desconocidos nos brindasen un directo rotundo y apabullante.

En esta crónica recrearé algunos de los mejores conciertos que nos ha propuesto, en esta ocasión, la tercera Edición de GetMad, centrándome en la zona Downtown.

Que quede claro que la elección de conciertos es totalmente personal, pues fue imposible abarcarlo todo. Espero tener buen gusto…

Viernes 14 de septiembre.

Después de asistir a la entrevista de Radio 3 a The Undertones y un breve directo de la banda californiana La Luz, nos dirigimos a Sala Sol, impaciente por ver a Shannon and The Clams.

Ensalzados por la crítica y el público, este cuarteto de garage-punk, surf, procedentes de California, ofreció un directo de lo más divertido y centelleante.

Shannon Shaw (voz y bajo), es carisma, una diva sesentera que derrocha magnetismo retro con una voz privilegiada, fuerte y vibrante. Aunó fuerzas y complicidad con Cody Blanchard (guitarra y voz), con quien compartió letra y solos de guitarra. Cody seduce al público mientras toca, adopta una actitud muy personal a la hora de interpretar cada canción.

Acaban de publicar “Onion”, trabajo al que dedicaron buena parte del concierto y donde pudimos apreciar su gusto por el rockabilly y la estética retro. Disfruté especialmente con: “The boy”, “Backstreets” o “Into a dream”, estuvieron sublimes y me supo a poco. Un diez en todos los aspectos.

20 minutos después, turno para el noise de No Age, Randy Randall (voz y batería) y Dean Allen (guitarra). No convencieron demasiado, la voz de Randy estaba muy poco definida y se entremezclaba con la fuerte redundancia de la batería y guitarra. Aún así disfruté del concierto.

Corriendo, acudí a Sala Boite, no quería perderme a la banda de psicodelia sumergida The Asteroid #4.

Expansivamente, así es como interpretan estos cuatro chicos de San Francisco sus canciones.

Parecía que me había colado en un concierto de la época hippie, su directo fue un viaje apacible, con una energía más bien bajita y un ambiente muy relajado. Los cuatro componentes del asteroide en fila, no hubo mucha conexión entre ellos, más bien vivían en un estado de misticismo perpetuo.

Por fín se subió al escenario, La Luz, grupo al que me moría de ganas por vivir su directo.

Esta banda de Seattle formada por cuatro chicas (Shanna, Marian, Alice y Lena), hace surf rock mejor que nadie, del de los 60, el de verdad. Melodías perfectas, voces cristalinas que encierran cierta melancolía.

Cómo decir que me fascina su música, y ahora también su directo. Me ganaron desde el primer momento, cuando interpretaron melodías, sin voz, disfrutando de esos rítmos tan pausados y evasivos. Vinieron a presentar su último trabajo: “Floating features”, el cual interpretaron casi íntegro. Dejaron los platos más exquisitos para el final: “Mean Dream”, “Floating features” y, por supuesto, “Call me in the day”. ¡Bravo La Luz!


Sábado 15 de septiembre.

Continuando en la zona Downtown, empezamos la tarde con mucha caña en Sala Sol de la mano de una banda mítica: The Fresh & Onlys, tenía muchas ganas de verles, pero dejaron que desear.

Esta banda procedente de San Francisco con una amplísima trayectoria, trajeron su pop-rock escurridizo hasta Madrid. Su directo es ruidoso, oscuro… tanto que difícilmente podía adivinar sus temas.

Los componentes del grupo parecen sacados de diferentes historias, poco tienen que ver estos cuatro músicos, que para mi deleite lo dieron todo en directo, cada uno a su estilo.

Wymond Miles, guitarrista de la banda desde 2008, parecía enloquecido, frenético, rozando lo histriónico. Él en directo es exagerado, los trallazos a su guitarra me impedían escuchar la voz de Tim Cohen, discreto, y muy entregado al público. Nos ofrecieron temazos como: “Wolf Lie Down” o “Waterfall”.

A continuación quería ir a ver a Luna, objeto de culto indie, pero la lejanía entre salas no fue un aliciente para acerarme a verles, y me dolió en el alma. Finalmente continué en Sala Sol, daba comienzo el glam rock de The Cry!.

Y resultaron ser el punto fuerte de la noche. The Cry! Son puro nervio, los de Portland nos ofrecieron el mejor cóctel de guitarras. Fue imposible no caer rendidos al ritmo de esta banda, que rescató el sonido brit de los 60. Nos ofrecieron lo mejor de su discografía, temas como “Discotheque”, “Seventeen” o “Hanging Me Up”. Se despacharon a gusto, y el público captó su buena vibra.

23:30 de la noche y esperaba en primera fila a Nobunny, me despertaba mucha curiosidad, pues los tres micrófonos y la batería, aparecieron adornados con unas zanahorias … una peculiar puesta en escena.


En cuanto salió Justin Champlin me quedé perpleja, casi en cueros y con una chaqueta que bien parecía sacada del baúl de los recuerdos, era imposible quedarse indiferente a la indumentaria (esposas colgando de los calzoncillos incluidas). El resto del grupo ataviado con disfraz de conejo, no era ni mucho menos light lo que allí íbamos a ver. Desde el minuto uno desataron la euforia colectiva, Nobunny hacen garaje rock y ofrecen un espectáculo salvaje.

Además de tocar frenéticamente y sin parar de saltar, mordían las zanahorias de sus micrófonos para luego escupir al público esos trocitos… un espectáculo muy bizarro y ramplón.

Humildemente diré que no me gustó, ni me pareció un espectáculo amable, así que no terminé de ver el concierto, cosa que raramente suele pasarme.

Pese a lo descrito sobre el último concierto, el nivel musical del GetMad ha dejado el nivel altísimo, tanto la calidad del cartel como la organización cumplieron las mejores expectativas. Esperemos que las próximas ediciones nos dejen tan buenos momentos.