Condensar todo lo vivido y escuchado en un macrofestival siempre es una ardua tarea. Pero este año la brillantez tuvo unos pocos nombres propios: David Byrne y Gorillaz. No porque no hubiera muy buenos conciertos (los de Childish Gambino, Florence + The Machine o Noel Gallagher’s High Flying Birds fueron para quitarse el sombrero), sino porque la calidad de ambos espectáculos fue tan sobresaliente que es justo reconocérselo. A continuación vamos a intentar hacer un pequeño resumen de lo que ha sido el BBK Live de este año:
JUEVES 12: Florence + The Machine y Childish Gambino, duelo de bailes
Como siempre ocurre, la llegada al recinto del BBK Live fue con toda la expectación y toda la energía. La jornada prometía: Cigarettes After Sex era uno de los grupos a ver esta jornada. Tras su disco homónimo publicado en 2017 decir que había ganas de verlos en directo es poco.
La alegría duró escasos minutos: el concierto sonó incómodamente bajo, que sumado al escaso interés de buena parte del público (gajes de abrir los festivales, mucho despistado y poco melómano afortunado) y el constante gesto serio de Greg González hizo que costara entrar en harina. Su disco seguirá en nuestro olimpo, pero habrá que esperar a una nueva oportunidad de verlos para paladearlos como se merecen.
Enfundado en una chaqueta de cuero, cubierto con gafas de sol y poco dado a saludos o poses, el vocalista desgranó temas fundamentales como ‘Crush’, ‘Sunsetz’, ‘Affection’ o ‘Nothing’s gonna hurt you baby’. La elegancia del pop y su música intimista para una hora temprana que no caló lo suficiente.
Childish Gambino llegó para desbaratarlo todo. Merecidamente en el escenario Bilbao (el principal) el artista estadounidense demostró por qué no es una moda pasajera pese a que su ‘This is America’ haya sido el pelotazo del año y haya trascendido más allá de sus fronteras. El actor y cantante fue todo un ejemplo de clase. Aunque su estilo musical bebe del rap, es con su disco ‘Awaken, my love!’ con acercamiento al funky donde brilla más que nunca, mucho más digerible para el público general. Temas como ‘Redbone’ no sólo le sientan como un guante (digno heredero del todopoderoso Prince) sino que demuestran la versatilidad de esta suerte de renacentista que puede con todo: desde hacernos reír con sus gags en la serie ‘Community’ hasta ponernos la piel de gallina con su denuncia social o su sensualidad. Dos registros en los que se mueve como pez en agua. El público del BBK pudo además disfrutar de la primera vez que interpretaba su nuevo single, ‘Summertime magic’.
La siguiente gran apuesta para mantener el listón eran los ingleses Alt J, pero el sonido del escenario secundario siguió siendo pésimo y la intuición nos llevó a buscar alternativas menos multitudinarias pero que fueron un gran acierto como fue palpable: en el Gora! amenizaba la noche Parquet Courts. Tanto personal bailando no podía estar equivocado (aquí la media de edad era más alta y el público, del más entregado a la causa): rock americano desde la ciudad de Nueva York que nos sorprendieron y nos dejaron un sabor de boca insuperable. Si ‘Wide awake!’ es la biblia de tanto devoto, hubo más de un converso aquella noche. Canciones desenfadadas con una ejecución impecable, con momento para escuchar a la voz principal a varios componentes del grupo y su virtuosismo musical.
Vuelta al escenario principal para ver a Florence + The Machine. Sabíamos que el concierto era uno de los más prometedores a tenor de eventos anteriores (lee aquí nuestra crónica de su concierto en Barcelona el pasado mes de abril) pero hay que admitir que la presencia sobre el escenario de Welch nos dejó boquiabiertos. Una voz por encima del bien y del mal, una coreografía hipnotizadora, una música llena de matices (como el violín o el arpa) y una escenografía a la altura de la ocasión fueron parte del éxito. La otra parte vino de la mano de un repertorio de temas trabajados y pegadizos (aunque algunos acusaran a la cantante de excesivamente mística por sus comentarios entre canción y canción) es indiscutible que cuando se pone a cantar ‘Hunger’ o ‘Dog days are over’ no tiene rival.
Y si a esa voz añadimos su danza descalza y sus carreras entre el público, tenemos uno de los conciertos más memorables del día. Ora sinuosa, ora descarada, Florence no necesitó de artificios: sólo ella llena todo el espacio.
Para cerrar la noche (¡y esto sólo había sido la primera jornada!) nuestros pasos nos dirigieron a la propuesta de Bomba Estéreo. Un único sinsabor: no haber podido disfrutar en directo de ‘El alma y el cuerpo’. A cambio, un buen puñado de canciones para olvidarse durante una hora de todo como Li Saumet en un pomposo abrigo de pelo amarillo propuso a principio del concierto: «Les invito al ritual más antiguo de todos: el baile».
Y vaya se lo consiguieron. Su propuesta de música electrónica aderezada con cumbia, rap y rock no dejó títere con cabeza. Marchamos con los pies cansados pero el alma llena tras disfrutar de ‘To my love’, ‘Somos dos’ o ‘Fuego’.
VIERNES 13: A los pies del todopoderoso David Byrne
Hay un antes y un después de haber visto a David Byrne en directo. Su propuesta era una de las que más curiosidad suscitaba entre los melómanos de más edad (con sus 66 años, el ex Talking Heads era la actuación más disonante del festival como ocurriera el año pasado con Brian Wilson) y parece increíble que después de verlo, ni un cuerpo hecho para el baile como el de Donald McKinley Glover aka Childish Gambino ni la sublime danza de Florence pudieran toserle.
Pero la jornada empezó antes. Así, disfrutamos del directo de King Gizzard & the Lizard Wizard (gracias a Ángel Stanich por descubrírnoslo al cierre de sus conciertos) y su vibrante ‘Rattlesnake’ tras lo cual nos dirigimos al segundo escenario para ver una de las apuestas de la noche, My Bloody Valentine.
Ni estar en tercera fila ni centrados ni rodeados de fans (esta vez sí, atentos al concierto) nos salvó de un sonido pésimo: imposible distinguir la voz ni los coros, el bajo saturaba a cada nota haciendo vibrar el cabello y no pareció que hubiera solución, porque el concierto discurrió de principio a fin con tamaño despropósito. Sintiéndolo mucho, el receso entre canción y canción era un alivio para los oídos.
Volvimos taciturnos al escenario principal con la esperanza de resarcirnos. Y lo conseguimos a medias. No es que el concierto de The XX, el siguiente potente de la jornada, no estuviera a la altura. Sonó bien (esta vez sí, en este escenario no hubo que lamentar los errores del secundario) pero en la banda londinense se echó en falta algo, quizá un escenario tan inmenso desvirtuó su dream pop con toques de electrónica, más propio de una sala que de un recinto para miles de personas. Los seguidores más acérrimos pudieron corear los temas a gusto, pero para el resto de los mortales, más desperdigados por la loma del Kobetamendi, el concierto fue más música ambiente que un lugar donde zambullirse mentalmente.
Lo que pasó a continuación lo trastocó todo. Las previsiones y las expectativas. David Byrne fue el rey indiscutible desde el minuto 1 cuando salió cerebro en mano a cantar ‘Here’, de su último disco ‘American Utopia’ (2018). Íbamos con la curiosidad que despiertan los grandes clásicos sin tener muy claro lo que íbamos a ver. ¿Excéntrico? ¿Experimental? Se podrían decir muchas cosas y no se habría dicho nada. Cuando la banda empezó a salir y se incorporó en una coreografía perfectamente ejecutada, las dudas se disiparon. Fue un concierto digno de escuchar pero también digno de ver. Un espectáculo redondo donde Byrne demostró su genialidad a través de temas nuevos tales como ‘Everybody’s coming to my house’ pero también de su pasado como cantante de la banda new wave con la que inició su andadura musical allá por 1974 como ‘This must be the place’ o ‘Once in a lifetime’, que sonaron revolucionarias, inmortales, contagiosas.
Quedaba cerrar la noche del viernes y qué mejor que The Chemical Brothers (quienes ya visitaron Bilbao en 2011, siendo precursores de una vertiente electrónica del festival que tantos éxitos les está cosechando a sus organizadores a través de Basoa y el más reciente Lasai). Su espectáculo no defraudó: muy en la línea de su visita anterior, apoyados en visuales que hablan de desencuentro, encierro y un grito común: libertad. ‘Go’, ‘Free yourself’, ‘Block rockin’ beats’, ‘Galvanize’, ‘Hey boy hey girl’ y un largo etcétera de temas eternos: lo que tocan lo convierten en éxito y convirtieron por méritos propios la pradera de Kobetamendi en una pista de baile.
SÁBADO 14: El colofón de los reconvertidos héroes del brit pop
Nuestra apuesta personal empezó con el pop en estado puro: Cooper presentaba su nuevo disco (‘Tiempo, temperatura, agitación’) en el escenario Thunder Bitch y hasta allí llegamos para recibir nuestra ración de canciones de verano, playa y sol y buen rollo con la nostalgia de sus armonías sesenteras. ‘Graciela’ o ‘Ya llegó el verano’ o ‘Islandia’ siguen el camino marcado anteriormente por ‘Cierra los ojos’ o ‘Hyde Park’. Un disco en la línea del que disfrutamos en directo con toques al pasado a través de canciones de Los Flechazos como ‘A toda velocidad’.
Apenas dio tiempo de saborear las últimas mieles de James con su grandioso ‘Getting away with it (all messed up)’ y un entregadísimo Tim Booth ya que coincidían en horario así que tras ver el final de su concierto fuimos a tomar sitio para uno de los platos fuertes. Si Beady Eye hizo nuestras delicias en 2011 en otro BBK Live, esta vez era el turno de su hermano: Noel Gallagher’s High Flying Birds. La otra parte contratante de Oasis, la banda brit pop más querida y más odiada a partes iguales y que generaron tantos titulares por sus salidas de tono en el pasado (y sus broncas). El hermano mayor demostró buen hacer, garra y hasta simpatía sobre el escenario, consolidó que su último disco es un torbellino (temas como ‘Holy mountain’ en directo se envolvieron de una energía inusitada mientras que también acariciaba la sensualidad con ‘The right stuff’. Y, por supuesto, deleitaba a sus fans con himnos de Oasis como ‘Little by little’, ‘Wonderwall’ o ‘Don’t look back in anger’. El broche fue de oro: todo el público cantando a pleno pulmón ‘All you need is love’ de The Beatles. John, Paul, George y Ringo habrían estado orgullosos (y envidiosos de un coro tan numeroso).
Salpicamos la espera de la estrella del festival con pizcas de Fischerspooner (los neoyorkinos ofrecieron un espectáculo para despertar mentes y cuerpos y provocar miradas) y Ana Curra (la reina del punk tuvo que pelear con coincidir al final de su concierto con el principio del cabeza de cartel). Pero cuando se acercaba la 1:45 ya habíamos cogido posiciones para el concierto más esperado de todo el BBK Live 2018, el que disipó cualquier duda de que peregrinar a Kobetamendi merecería la pena. Gorillaz llegaba a España y encima con un flamante-nuevo-brillante trabajo bajo el brazo, ‘The now now’. Damon Albarn estuvo entregado a cada minuto, apuntó que sus padres estaban también disfrutando del concierto in situ y aunque en nuestra imaginación nos recreamos en un momento Damon-Noel para la historia, no pudo ser pero el concierto de Gorillaz nos quitó la sed.
‘M1 A1’ fue la apertura a bombazo limpio; le siguieron la sinuosa ‘Tranz’, ‘Last Living Souls’, ‘Stylo’, ‘On Melancholy Hill’ y un sinfín de éxitos donde hubo colaboraciones (atención a Peven Everett en ‘Strobelite’ y también merecedor de ser nombrado Jamie Principle con su interpretación en ‘Hollywood’). Y es que ese espíritu de ampliar su música no sólo hacia otros estilos sino hacia otros artistas es marca de la casa Gorillaz. ¿En directo? Un placer para los sentidos.
‘Feel Good Inc’ tenía el sabor amargo del fin, pero qué fin. El BBK Live 2018 podrá ser recordado por muchos grandes momentos ofrecidos por otros tantos artistas y grupos. El año próximo intentarán repetir con otro obligado, Weezer, que ha sido ya el primer confirmado de la siguiente edición. Que nos pille con las gargantas y pies descansados.