El artista asturiano presentó su nuevo disco «Violética» (2018) en la sala La Riviera de Madrid, en un gran concierto marcado por el contenido y el continente de su obra
Hace tiempo que Nacho Vegas parece ser analizado exclusivamente por su posicionamiento político más que por su música. Sí a ti también te pasa, es mejor que vayas a ver al astur en directo, e incluso que escuches con tranquilidad y atención su último disco, «Violética».
Es indudable la relación entre la música popular y el contenido político de sus letras en las canciones de su última etapa, incluido su nuevo disco, sin embargo, la extensión del mismo, con un total de 18 canciones, ha permitido a Vegas recuperar también su versión más introspectiva y narrativa.
Esta mecánica es la que ha decidido ejecutar, al menos, en su gira de presentación. En un concierto que sufrió por momentos las inclemencias sonoras propias de la mítica sala madrileña, Vegas rescató grandes clásicos de su carrera que hacía tiempo que no sonaban en directo, entrelazándose con otros de su nuevo trabajo y otras tantas canciones populistas de gran altura.
Junto a su maravillosa banda, Nacho contó también con el coro Antifascista Al Altu La Lleva durante gran parte del concierto, dándole un empaque sonoro a su música, que mezcla la contundencia del rock con la artesanía del folklore.
La fantástica «El corazón helado» sirvió para arrancar el concierto, que siguió con «La plaza de la soledá», la primera de las sorpresas del repertorio. ‘Ideología’, como ejemplo más clarividente de la música como arma de concienciación social abrió la veda, que continuó con la delicadeza de ‘Desborde’ y la coreadísima «Ciudad vampira», una de las canciones de su disco «Resituación» (2014) más queridas por el público.
La selección de su antiguo repertorio siguió sorprendiendo gratamente a los allí presentes. Era el turno para ‘Canción desde palacio’, más sutileza visceral para una interpretación casi a dúo junto a Abraham Boba en la voz, una auténtica joya.
Un nuevo salto hacia el futuro nos llevó a otra joya, esta vez de su nuevo álbum: «Crímenes cantados» narra la historia de los/as inmigrantes/as que sufren el racismo institucional a través de los Centros de Internamiento de Extranjeros. Con la reivindicación contra estos centros y la vulneración de los derechos humanos disfrutamos de una emotiva interpretación de uno de los mejores cortes de su nuevo trabajo, gracias a una afilada y cruenta letra que acompaña a al sombrío ritmo de su melodía. Una nueva dosis de reflexión política.
Nuevo combo de clásicos gracias a «Nuevos planes, idénticas estrategias» y «Morir o matar», dos de los mejores temas jamás compuestos por el gijonés, que alcanzan en ambos casos momentos épicos tanto en el contenido como en el continente. Selección exquisita de un repertorio que todavía quedaba por exprimir.
María Rodés fue la primera invitada de la noche, interpretando el primero de los singles del nuevo disco, «Ser árbol», para continuar con la canción tradicional dedicada a la joven comunista Aída de la Fuente (‘Aída’) y un magnífico acompañamiento del coro antifascista.
Nos acercábamos al final de un concierto con una importante carga emotiva en su repertorio, en su vertiente personal y social, en lo introspectivo y lo colectivo, en lo estético y en lo ético, un repertorio difícil de igualar en la canción de autor española.
«Cómo hacer crac», otro de sus grandes temas y punto de inflexión en la carrera de Nacho, le sirvió para reivindicar la libertad de expresión y criticar la censura dentro de la música española.
La electrificadora versión de ‘Maldigo del alto cielo’ de Violeta Parra sirvió para ver que el binomio Vegas-Rosenvinge sigue en plena forma, antes de cerrar el concierto con la brillantez y perfección de ‘La gran broma final’, su obra culmen. Sin comentarios.
Aún hubo tiempo en los bises para recuperar grandes temas como ‘Dry Martini, S.A.’, un clásico inagotable y coreado por un apasionado público como es ‘Miss Carrusel’ o el fantástico diálogo reflejo de la sociedad patriarcal que vivimos, ‘Una nueva atrocidad’, en esta ocasión con la inestimable colaboración de Cristina Martínez de El columpio asesino en el papel del empoderamiento feminista tan necesario en estos tiempos.
Y ahora sí, es hora de recapitular… entusiástico final de la mano de ‘El hombre que casi conoció a Michi Panero’, y una Riviera totalmente entregada a la causa de principio a fin, en un grandioso concierto que se recordará por la demostración estilística de un prolífico artista capaz de orientar su repertorio hacía multitud de rutas posibles. Intransitadas en muchos casos por la música popular española.
Iñaki Molinos M
Redacción
La honestidad no es una virtud, es una obligación.