La banda capitalina presentó en directo su último y destacado trabajo Voyeur amateur (2017) ante un público ávido de su directo que abarrotó la Sala Copérnico.

Lo acontecido en la noche del sábado en Madrid no hace más que confirmar a Nudozurdo como uno de esos grupos que empiezan a pasear la etiqueta de grupo de culto dentro del circuito alternativo nacional, y no es para menos. Al sobresaliente concierto ofrecido a nivel cualitativo y la optimización técnica de su sonido en directo, se suma su pose agónica que se transforma canción tras canción en una liturgia sonora de magnas dimensiones.

Como aperitivo al plato fuerte de la noche, la banda Disciplina Atlántico nos invitó a degustar de su atrevido sonido pop punk. Aunque con mucho recorrido por delante, dejaron destellos de calidad que nos invitan a seguir sus pasos, como el desarrollo instrumental de su último tema. Una inmersión en su sonido más desatado, en una ceremonia  que transitaba entre devaneos psicodélicos gracias a la potencia de los sintetizadores y aromas free jazz apoyados en la interpretación del saxo, que sirvió como broche de oro de su presentación.

Llegaba finalmente el turno protagonista de la noche.

Con inexistente envoltorio estético o glamour escénico salían al ring los tres miembros del grupo para arrancar el concierto con ciertos problemas técnicos que se esforzaron en hacer desaparecer más pronto que tarde.

El lenguaje propio que emana de cada uno de sus elementos, empezando por las bellas a la par que desgarradoras melodías se une la voz sepultada, por momentos como una plegaria que acaba hipnotizándote sin remedio.

Entrelazando cortes de su nuevo disco con otras canciones antiguas como ‘Golden gotelé’ de su álbum Tara motor hembra (2011) y esa maraña sonora que acompaña a cada uno de sus temas, apoyados en una base rítmica que marca sin cesar la potencia del bajo.

La luminosidad post-rock de ‘Laser love’ fue la siguiente en sonar, destacando el torrente sonoro en que se convierte el sonido de la batería en cada una de las canciones del concierto, uniéndose definitivamente al combo clásico la guitarra de Leopoldo Mateos, que hizo las delicias del respetable con solos finales como el del citado tema, llevándolo al agotamiento, exprimiendo toda la magia del mismo.

Tras un arranque enmarcado en un lento pero progresivo ascenso, nos acercábamos ya a una fase del concierto que acentuó esta clara subida de intensidad, hasta alcanzar las cotas más altas de la noche.

La base punk inicial del bajo nos condujo al rock más melódico de ‘Bondage Belcanto’, tema que abre su último trabajo. Un corte que refleja a la perfección las claves de la banda, que mezcla luz con oscuridad, géneros instrumentales y la característica voz como un instrumento más de la banda. Fascinante.

Sin tiempo para respirar, nos trasladamos a 2008, con dos de los temas más queridos por lo que comprobamos, es un fiel y entregado público. Sintética (2008) visitó el escenario de Copérnico, con ‘Ha sido divertido’, coreada por el público, que te enreda en esa oscuridad luminosa que tan bien tejen los madrileños, y ‘Mil espejos’, apoyada en una melodía que te inunda en un mar de nostalgia maravilloso.

Asomándonos a la cima sonora de la noche, que le correspondió a ‘Voyeur’ , pudimos seguir disfrutando y verificando la naturaleza del grupo, totalmente ajeno a los excesos y ostentaciones a lo largo de la noche (ni si quiera hablaron, más allá de las disculpas por el cambio de sala).

Gracias a una gran selección de su repertorio y a una actitud irreprochable, el trío mantuvo a partir de aquí el asombroso nivel de intensidad que había ido creciendo desde el inicio del show.

Llegamos así a las canciones más intimistas de la noche, no quizás en cuanto a contenido lírico, que también, pero si en cuanto a instrumentación, rememorando en cierto modo su disco Acústico (2013). Momento para la calma y los matices, base de blues para la melancolía de ‘Estás tan Perdida’,  la preciosa armonía y solazo final en ‘No siento el amor y tu amor es falso’, y que remataron finalmente con la balada perfecta y preciosa que es ‘Úrsula hay nieve en casa’. Reverb y emocionante cierre final.

El final del concierto se acercaba, sonando temas más experimentales, cercanos a la psicodelia como ‘La ruta de los Balcanes’ o ‘Dosis Modernas’, algo plana pero con alta dosis de hipnosis y un cierre final glorioso.

Finalmente, en el correspondiente bis nos regalaron dos raciones más con el sello inconfundible de Nudozurdo: oscuridad esperanzadora, luminosidad cegadora, distorsión y potencia y una sonoridad compacta que les identifica como conjunto.

Sobresaliente bolo, en el que los madrileños pusieron una piedra más en su sólido proyecto que vienen tejiendo desde hace más de una década, etiquetas aparte, tenemos Nudozurdo para rato.

Iñaki Molinos M

Iñaki Molinos M

Redacción

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Javi García Nieto

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