Entrevistamos a Cintia Lund con motivo de lanzamiento y gira de presentación de «New York Anthem» (Subterfuge, 2017), su primer álbum.
Fotos: Javier García Nieto (@jgarciani)
Cuando leo entrevistas acerca de Lund, siempre me sorprende el carácter frío con el que describen a la joven de 23 años. Pese a un primer disco que sorprende por su limpieza y la claridad de las corrientes suecas, Cintia Lund se opone a la apatía tan manida. Además, pese a su desapego por las influencias alternativas del lenguaje castellano, la sueca adula la estética DIY que, por otra parte, se encuentra muy presente en su trayectoria. Pese a esto, Cintia asegura que a día de hoy sigue buscando un sonido que variará con respecto a «New York Anthem«.
Con tan solo un disco, ya has ganado el premio Pop Eye y has tocado en el orgullo. ¿Cómo es esa experiencia para ti?
Lo del orgullo me costó asimilarlo al principio, pero gracias a este concierto descubrimos el set dúo con Papaya, el cual utilizamos muy a menudo porque es fácil y bailable. Además, te provoca mucha energía ver a todo ese mar de gente, y visualmente también nos lo curramos mucho, con coreografías y audiovisuales. Fue muy caótico, pero lo teníamos muy planeado y obtuvo muy buenos resultados.
Supongo que al tener una carrera musical tan corta, todo se creará de un modo más experimental, buscando un sonido característico.
El disco como tal quizás haya sido una toma de contacto, sobre todo con las primeras canciones que compuse a los dieciocho años. Sin embargo, en la etapa final había aprendido muchísimo. Además, en Nueva
York tuve la oportunidad de trabajar con numerosos artistas de diferentes ámbitos, por lo que me fui haciendo a la idea de lo que es trabajar musicalmente.
¿Notas mucha diferencia con la oferta cultural de Nueva York y de Madrid?
Las veo muy similares, ambas son culturalmente muy ricas. Madrid no tiene nada que envidiarle a Nueva York, aunque en la última hay más oferta debido a que viven más personas: es muy cosmopolita, pero Madrid no lo es tanto y también posee una muy buena oferta. Aquí pasa algo revolucionario y el arte está en auge.
Supongo que a la hora de apoyar al artista emergente tendrán sus diferencias.
Yo en Nueva York di veinte conciertos en un verano porque empecé a mandar mails a salas, debido a que me apetecía tener ese tipo de contacto con el público. Sin embargo, en Estocolmo comencé a mandar correos a las salas de Madrid y el único que me abrió las puertas fue el Búho Real. En ese sentido si les importa más el público y la carrera que lleves detrás.
Me he dado cuenta de que siempre te definen como autosuficiente.
En la medida de lo posible, intento hacerlo yo todo.
¿Hay algo que necesites perfeccionar para llegar a manejarte por completo por ti misma?
Siempre se puede mejorar. A mí me encantaría tocar mejor la guitarra, o ser más profesional editando videoclips. Al fin y al cabo, ahora hay muchos tutoriales online, y uno se enriquece solo si tiene curiosidad y empieza a investigar. Lo que me gusta de trabajar sola es que me evito confusiones con los demás. Por ejemplo, en el vídeo de “Vampire” tuve que ser más específica y definirlo todo de la forma más minuciosa posible, porque me gusta que las cosas salgan bien.
No obstante, también me gusta colaborar. Con Papaya colaboro muchísimo.
¿Sientes que alguna vez un resultado no ha quedado como te gustaría por estar dependiendo de otras personas?
Sí. El vídeo de “Don’t Cry For Me Manhattan” a mí me encanta, pero creo que se podía haber mejorado. De todas formas, no me considero una persona perfeccionista: prefiero sacar algo imperfecto en el momento inadecuado antes que esperar y que ya no me represente.
¿Para un segundo disco, después de esta primera toma de contacto, crees que tomarás un camino distinto?
Sí. Creo que en este disco no he proyectado toda la potencia de mi voz. En el segundo álbum quiero sacarle más fuerza, y además me gustaría componer en diferentes idiomas: español, sueco e inglés. A mí me gusta mucho Lykke Li y me encantaría haber visto como compone en sueco.
¿Has compuesto ya en sueco?
Sí, se llama “Estocolmo” y tiene un pequeño vídeo acústico en Youtube, aunque tengo grandes ideas para la canción en estudio.
Parece que siempre asocias canciones a lugares.
Sí, viajar me inspira mucho. Cuando volví de Nueva York a Estocolmo, me desperté en mi ciudad y me quedé super desconcertada, porque no era capaz de entender dónde estaba.
Es muy común que los medios de comunicación asocien tu estilo compositivo a otras cantautoras españolas, como Russian Red o Anni B Sweet. ¿Cómo te sienta? ¿Te identificas con ellas?
No, no creo que sea una buena comparación. No me veo el parecido ni estéticamente ni de forma musical, aunque tampoco sé con quién identificarme. A nivel español, quizás Mecano, o La Unión.
¿Te has visto influenciada por la tendencia de grupos suecos que parece que generan un interés internacional?
Yo soy sueca, y me identifico mucho con el rollito escandinavo. Todo el álbum lo grabé allí, y esa sofisticación con la que los suecos componen tiene una potencia bestial. De hecho, me siento mitad sueca y mitad española: tengo la disciplina pero también la diversión de las dos culturas.
¿Se nota la diferencia a nivel educacional, dependiendo del arraigo musical de cada país?
Allí tienen muchas más opciones de formación musical. Yo quería estudiar una carrera universitaria de música, pero el nivel es mucho más alto que aquí. A pesar de eso, sin haber pasado por allí ya he alcanzado mi meta, pero en ese sentido los suecos van muy preparados.
Quizás aquí la música se estudia de forma más académica y automática.
Yo me acuerdo de ir a las instalaciones de la universidad y eran increíbles, tenían todo al alcance de los músicos. Y con tres años tocaba los instrumentos en la guardería.
Además, allí parece que proliferan muchos más géneros diferentes a los que podemos escuchar aquí. Incluso el indie es diferente.
Yo el indie aquí lo veo garaje y con letras más absurdas, que no tienen por qué ser muy profundas o tener un mensaje concreto.
¿Crees que eso es una tendencia de los últimos meses?
Que va, creo que viene desde hace mucho. Yo estuve investigando sobre Los Nikis y ya hacían lo mismo en la década de los ochenta. Ahora mismo ha evolucionado en la tendencia cutre-pop de Ojete Calor y Las Bistecs. A mí, por ejemplo, Las Bistecs me encantan: son letras cómicas, pero les acompaña una base electrónica y una estética muy inteligente. Ellas son cutres adrede y eso me parece brillante, porque además tienen mucha aceptación social.
A veces, las cosas que se salen de lo normal no son costumbre en España.
Sí, porque, por ejemplo, las bandas suecas de las que antes hemos estado hablando solo llenan salas de mediano formato, quizás porque la recepción del público es muy diferente dependiendo del territorio.
Yo, personalmente, cada vez que voy a un concierto, presto mucha atención a la performance y a como se defienden en vivo, aunque creo que es porque soy músico y es deformación profesional. También es verdad que no es lo mismo que yo, por ejemplo, vaya en acústico, a en dúo con Papaya. Creo que hay que respetar al artista en primer lugar, pero depende del concierto el público toma un papel u otro.
Creo que, en España, el concierto se concibe más como un acto social, y por eso triunfa más la tendencia DIY / humorística.
Yo creo que lo que importa es que hagas algo. Haz lo mejor que puedas con lo que tengas. Si solo tienes un ukelele, pues te aprendes los acordes. Si solo tienes un móvil, haces fotos con el móvil. Pero la clave esta en moverse y seguir creando.
Si quieres ver a Cintia Lund en concierto, no pierdas de vista nuestra agenda.