BUNBURY

El artista aragonés presentó su flamante nuevo disco Expectativas (2017) en el Wizink Center de Madrid, brindando un fantástico show en el que entremezcló nuevos temas con otros clásicos, tanto de su carrera en solitario como de su etapa con Héroes del Silencio.

Tras más de treinta años de carrera musical, es muy difícil encontrarte con un artista en nuestro país que haya sabido reinventarse como lo ha hecho Bunbury a lo largo de los años.

Su nuevo disco, es una nueva muestra de la creatividad de un personaje que observa atento la realidad, la absorbe y la interpreta de manera personal e intransferible.

Pero no estamos aquí para hablar de su trayectoria, ni de su disco en el sentido meramente artístico, sino del reflejo del mismo en su directo.

Y es que acudir a un concierto del de Zaragoza es garantía de impacto, de novedad y de fascinación constante, en gran parte por su capacidad para transformar canciones y reversionar temas propios hasta encajarlos a la perfección en la familia que crea alrededor del sonido de cada uno de sus discos, más cautivante si cabe, tomando como referencia el universo musical que enmaraña su última entrega, Expectativas (2017).

BUNBURY

Todo lo anterior le honra como músico y le proporciona el respeto de todo su gremio en lo que a la faceta de creador se refiere, pero a todo esto hay que sumarle el ingrediente principal que hace de él, un animal único en su especie: el directo.

Depredador absoluto del escenario, llena con su presencia e interpretación cada uno de los rincones de las salas, pabellones o estadios a los que sus conciertos le llevan, creando una conexión absolutamente mística entre artista y público que mi memoria no alcanza a recordar en otros artistas.

Con todas las cartas encima de la mesa, solo faltaba que empezara la partida.

Cayeron las luces, y con puntualidad inglesa comenzaron a desfilar los miembros de Los Santos Inocentes, escoltando a un Bunbury que asomaba segundos más tarde con el inmaculado traje blanco elegido para los conciertos de presentación de esta gira.

Un inicio calcado a su nuevo álbum sirvió para descubrir de una tacada la oscuridad que retrata ‘La ceremonia de la confusión’, la ruta ácida rocanrolera de ‘La actitud correcta’, encendiendo a un público con ganas de prender, y la fantástica analogía de lo irreconciliable de ‘Cuna de Caín’ con el incisivo rasgado de guitarra que empapa toda la pieza.

‘Dos clavos a mis alas’ compuesta para Raphael y recuperada para la causa tras la gira Mutaciones del pasado año, ‘El anzuelo’, en la versión recuperada de giras pasadas (Las Consecuencias Tour), y una nueva parada en último disco, con la que seguramente sea la mejor composición del mismo, la deliciosa balada en clave soul de ‘Parecemos tontos’.

Primera toma de contacto y confirmación de un hecho más que constatable: entrega y admiración absoluta de un ejército de seguidores/as que no dejan de corear cada uno de los temas como si fuera el último, incluyendo, sin discriminación alguna, los incluidos en su reciente trabajo.

‘Los habitantes’ abrió el segundo acto, con Bunbury a la acústica y un solo de guitarra final capaz de erizarte la piel, antes de una de las sorpresas de la noche. Adaptación oscura, con tintes electrónicos y sintetizadores de ‘El mar no cesa’ (perteneciente al primer EP de Héroes del Silencio, del año 1987). Y siguiendo con la metamorfosis constante, pudimos disfrutar dela nueva atmósfera creada para ‘El rescate’, con unos arreglos finales de batería que le otorgan todavía más trascendencia. Una de sus mejores obras como creador de canciones.

La parte central del espectáculo se caracterizó por alternar medios tempos con temas de mayor intensidad, así sonaron ‘Despierta’, el rock and roll de ‘El hombre delgado que no flaqueará jamás’, los registros más pop de ‘Hay muy poca gente’ o la mágica ‘Más alto que nosotros solo el cielo’.

BUNBURY

Encarábamos así una recta final de concierto en el que no faltó ni la calidad interpretativa ni la emotiva con muchos de los temas.

La mixtura de sonidos en la que envolvió otra joya de Héroes del Silencio, como es ‘Héroe de leyenda’ fue otro de los momentos de la noche. Contemporaneidad sonora enmarcada en Expectativas, entremezclada con un solo de guitarra en clave Rolling Stones… Difícil de explicar, es mejor que lo veas.

Una nueva píldora de su último LP en forma de ‘Bandeja de plata’ nos introducía en uno de los momentos álgidos del concierto, varias generaciones se dejaban la voz cantando la gigantesca ‘Maradentro’, rememorando a una de las mejores bandas de rock de nuestro país.

La emotividad pura y libre de ‘De todo el mundo’ (con nuevos e interesantes arreglos), ponía de manifiesto una vez más la faceta más crooner del protagonista de la noche, con esa barbaridad de registro vocal que lleva por bandera.

BUNBURY

Y así, la despedida alcanzó tintes épicos. ‘Maldito duende’ retumbó en todo un Palacio de los Deportes, con el artista aragonés alzado sobre el público cual mesías indicando el camino a sus fieles. A esto hay que sumarle una percusión y batería final que dejó definitivamente en shock al respetable.

Llegamos así a un bis plagado de auténticos clásicos como ‘Que tengas suertecita’, ‘El extranjero’, ‘Infinito’ en versión ranchera, o la siempre maravillosa ‘Si’, con ese in crescendo que le proporciona desde un inicio en clave jazzistica hasta el estallido que te hace bailar inevitablemente.

Con el corazón desangrado en la mano se despidió, con la majestuosa soledad espacial de ‘Lady Blue’, su huracán de sentimientos y un nudo en la garganta.

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La otra cara de la misma moneda puso el punto y final definitivo. ‘La constante’, ese canto al amor, como uno de los pocos valores que siguen intactos en nuestros días… desaparición de Bunbury mientras sus monumentales músicos terminaban de interpretar esa melodía con sabor a nostalgia, a añejo desde una sonoridad vigente. Magistral.

Se suele echar de menos a quien te ofrece una alternativa, al que divaga, al que investiga, al que te muestra ambición por hacer de tu escapismo un arte. Y por eso se agradece tener a Bunbury de vuelta.

Expectativas del todo alcanzadas (valga la redundancia) en uno de los mejores conciertos del año, si no el mejor. ¡Siempre errante aragonés!

Iñaki Molinos M

Iñaki Molinos M

Redacción

La honestidad no es una virtud, es una obligación.

Javi García Nieto

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