La forma en la que el arte se muestra a los demás es en muchas ocasiones el peor enemigo del propio arte. Cultura revestida de elitismo, estilos alejados de lo que se enseña en las clases y sobre todo mucho miedo no sólo a no entender sino a no sentir. Algo que no puede estar más alejado del propio concepto artístico.
Por todo ello, es de agradecer un buen número de cosas a los organizadores de la 6ª Feria Nacional de Artistas (Cultur3 Club) celebrada este fin de semana en Gijón: una entrada a precio irrisorio (2 euros), una exposición de pinturas, esculturas e instalaciones más que variopinta con cabida para un gran número de estilos (y gustos) y una propuesta musical bajo el paraguas de Subterfuge, un sello que no sólo aporta calidad sino seguridad al espectador.
Con todo, los elementos se empeñaron el pasado sábado en tratar de echar por tierra el trabajo de músicos y organizadores y la jornada hubo de ser suspendida a mediodía para ser trasladada del patio del Palacio de Revillagigedo, un enclave que hubiera resultado idílico de haberse podido celebrar los conciertos al aire libre como estaba previsto, a la Colegiata, un lugar anexo y que, por cierto, sirvió de capilla y que a día de hoy es lugar de encuentro para eventos donde ya sonaron, entre otros, Pauline en la Playa o L.A. en la penúltima edición del Gijón Sound Festival.
Capeado el temporal, hubo que concentrar todos los conciertos en la tarde del sábado pero no era la única batalla a librar: el derbi Sporting-Oviedo, 14 años después del último encuentro entre ambos equipos regionales, fue otro duro contrincante a batir y apenas una veintena de personas disfrutaron de los primeros directos. Hubo empate en el ámbito futbolístico, pero en Cultur3 Club la música ganó por goleada.
MOW: el pop para soñar despierto
Si pese a su juventud (la artista Gabriela Casero debutó en enero de 2017 y ella misma cuenta con 23 años) The New Raemon & McEnroe cierran ‘Lluvias y truenos’ en la sala Ochoymedio el próximo mes de octubre con la madrileña de artista invitada, por algo será. Su intimismo es un buen motivo para acercar voces y estilos, pero MOW tiene mucho por decir.
Compositora, música y cantante, se le compara con Lana del Rey por esa cadencia al cantar y también a la hora de expresarse musicalmente: basta escuchar los primeros acordes de ‘Pan’ para encontrar paralelismos con la artista estadounidense. Delicadeza y pasividad suelen confundirse a menudo, y no hay término más alejado de Casero, con una intensidad a prueba de bombas que no hace sino ganar en directo arropada por una buena banda como demostró (a continuación también a solas, pero ya en otro estilo) Solo Astra.
La base electrónica y las reminiscencias oníricas son bazas a la hora de dotar a la sensual voz de MOW de acertados contrastes a su trazado de canciones como la sugerente ‘Come as you care’ sobre «dramas adolescentes» o ‘Grasiah’, su primer pero no último éxito. Tiempo al tiempo.
Solo Astra y la neopsicodelia al alza
Los canarios, como dijimos, actuaron de banda para arropar a MOW pero tras un breve descanso volvieron a escena para presentar su proyecto musical. La psicodelia parece empeñada en hacerse un lugar en el rock actual (y sino basta recordar a los madrileños Rufus T. Firefly que tantas alegrías nos han dado este año concierto tras concierto).
La banda, afincada en Madrid, debutó en 2015 con ‘Exofase’ y actuó en el FIB en su edición de 2016. Su gusto por la experimentación y sus canciones profusamente largas pueden ser impedimento para llegar al gran público, pero se ven superados por su calidad en directo. Líneas de guitarra mucho más atrevidas que las que mostraron con MOW y ritmos al bajo y la batería que van mucho más allá de simples bases rítmicas son muestra de Solo Astra a través de canciones con brillo propio como ‘Nodos’ o la sinuosa ‘Eat up Martha’. Los cambios de ritmo parecen otra marca de la casa de Solo Astra, algo de agradecer por la duración de los temas y que permite navegar sin agotamiento por su universo musical.
La reciente ‘Japanese food’ suena más abigarrada y sirve de muestra para un grupo que no parece conformarse con hablar en términos de rock sin añadidos.
Sin necesidad de presentaciones: Joe la Reina
Desde Donosti llegó el plato fuerte del día: Joe la Reina, que abrió el concierto por todo lo alto con ‘Una casa junto al mar’ y que sufrió los percances del cambio de escenario con más evidencia, pero pasada la primera canción se fueron solventando aunque sin poder disfrutar de una voz nítida como hubiera sido deseable.
Punto a favor: la belleza del lugar conduce la música con poderosa fruición, y como quien marida un buen plato sirvió de vehículo para embriagarse tema a tema. Hubo momentos vibrantes como a la hora de interpretar ‘Bailamos con miedo’, donde los donostiarras muestran un lirismo sin tapujos capitaneados por la voz en grito de Lucas Malcorra.
Bailamos por miedo cuando ya no hay luz / bailaré / bailaré
cantaré por miedo cuando ya no estés /cantaré / cantaré
Reconocer los fallos es de sabios (aprovechamos para hacer un apunte a Manu Alday, para que en su próxima visita no hable de «sidriña» en Asturias so pena de excomunión) y el sonido no fue todo lo bueno que hubieran deseado pero como toma de contacto con el grupo fue un acierto dentro de la programación del Cultur3 Club y sirvió además para conocer uno de los nuevos temas de Joe la Reina titulado ‘Soy uno más’. Luchar contra los elementos es imposible, como ellos mismos cantaron en ‘Caravana de fuego’ («La noche cayó y me aplastó / con sus miles de estrellas«) pero para quienes superaron los avatares de la lluvia y el viento hubo premio.