Los grandes (y pequeños) nombres del Mad Cool cumplen con las expectativas, dejando el listón musical muy alto
*En primer lugar, desde El Perfil de la Tostada, queremos reiterar nuestras condolencias a la familia y amigos de Pedro Aunión, acróbata fallecido el pasado viernes 7 de julio mientras trabajaba en el Mad Cool Festival. En este mismo sentido, no vamos a entrar a valorar ningún aspecto que no tenga nada que ver con la música ante la variedad de información que se lleva publicando en los últimos días al respecto.
Personalmente, quiero manifestar la dificultad que he sentido a la hora de reflejar lo vivido este fin de semana a nivel musical, intentando abstraerme de la situación vivida el pasado viernes. Disculpándome de antemano si la calidad de la crónica no es del todo la deseada para tal evento.
Jueves 6 de julio
Palpando el ambiente con el primero de los conciertos que abrió todo el evento pudimos disfrutar del soul elegante de Nora Norman y su voz rota. Congregando a una buena cantidad de fieles, desgranó temas propios combinándolos con versiones más clásicas como “Isn´t she lovely” de Stevie Wonder y otras más modernas como el “Seven Nation Army” de The White Stripes. Buena acogida para una artista diferente dentro del panorama nacional actual.
Sin tiempo que perder nos trasladamos a la zona de los escenarios tres y cuatro, que no por su numeración acogieron artistas menores ni mucho menos. Con ligera lluvia todavía arrancaron las californianas Warpaint, con un gran sonido en directo, original disposición en el escenario, y rompiendo con cualquier canon establecido.
No faltaron temas grandes, temas muy cercanos a la electrónica como “New song” de su último álbum, o la hipnótica “Love is to die” que suena tremendamente bien en vivo. Gran ambiente entre el público que se decidió por el cuarteto americano.
No teníamos pensado asistir al show completo, al solaparse con The Lumineers, pero sin duda, este fue el “chasco” de la jornada del jueves. Entendemos que la torrencial lluvia que cayó sobre el escenario principal en las horas previas a su inauguración (era el primer grupo en tocar allí), impidió que todo se desarrollara con normalidad.
Tras idas y venidas, la banda de Denver saltó a escena con más de media hora de retraso y fueron los damnificados del día, tocando tan solo 20 minutos de reloj. En lo que a materia musical se refiere, si da para ello, el sonido fue más que aceptable, la selección de canciones la adecuada, sabiendo que iban a hacer un set list tan reducido y la predisposición de la banda muy correcta.
Comenzaron con “Flowers in your hair”, para atacar con su éxito por antonomasia “Ho Hey”, que levantó los ánimos de un público deseoso de escucharles. Siguiendo con “Cleopatra”, con la que empezaba incluso a brillar el sol, “Ophelia” y una gran base de batería e interpretación perfecta del violonchelo para terminar en el primer y último momento álgido de su actuación gracias a “Stubborn Love”.
Volvimos a recorrer la estepa de césped artificial que cubre la explanada principal del recinto para llegar al escenario “Radio Station”, una preciosa decoración con un amplificador gigante al fondo del escenario daba la bienvenida al artista nacional más reconocido del cartel: Quique González y los detectives dieron una gran clase de Rock and Roll a pesar del crujido insoportable del sonido durante gran parte del concierto.
Obviando este detalle como la propia banda hizo, a pesar de sus caras de sufrimiento en algunos momentos, tuvimos la oportunidad de disfrutar de un gran repertorio del artista madrileño.
Entremezclando temas de gran parte de sus álbumes, pudimos escuchar canciones como “Donde está el dinero” dedicada a los mangantes de nuestro bendito país, “Charo” o “No es lo que habíamos hablado” a dúo con Nina (de Morgan), “La ciudad del viento” y “Salitre” , pertenecientes a una de sus piezas maestras como es «Salitre 48» y aclamadas por un público entregado.
Tras una parte de transición más calmada llegó el arreón final con una gran versión de “Averia y redención”, la preciosa y épica “Y los conserjes de noche” dedicada a sus seguidores más clásicos y amigos repartidos entre el público. Agradeciendo al festival la oportunidad de tocar en él, nos regalaba, literalmente hablando, su último tema. “Vidas cruzadas” coreada al unísono por un respetable, que una vez más, demostraba su deferencia y admiración por un grande de nuestra música.
Tras los diferentes aperitivos, todos de muy buen gusto, llegaba el plato fuerte del día.
Como si de una alineación de planetas se tratara, el cielo se encontraba totalmente despejado y la temperatura era ideal para disfrutar del cabeza de cartel más cotizado del festival: Foo Fighters.
Con puntualidad inglesa hacía acto de presencia la banda en el escenario principal, no del todo recuperado de la tormenta, y es que las pantallas gigantes generales no funcionaron en ningún momento, dificultando enormemente la visibilidad de un público interminable que abarrotaba prácticamente toda la explanada.
Emoción, gritos, incluso llantos en el momento en el que desde el micro principal Grhol preguntaba si estábamos preparados… arrancando con energía y potencia desbordada el show a través de “Everlong”, a la que le siguieron ”Monkey wrench» con un sonido de guitarras devastador y un vocalista entregado totalmente, derrochando fuerza y adrenalina a partes iguales a cambio de desgañitarse constantemente sin un solo error vocal.
“Learn to fly” confirmó a sus seguidores que el sueño se había hecho realidad y que estaban disfrutando de un arranque de concierto apoteósico.
Con “Something from nothing” se volvió por un momento a la calma, antes de que sonaran en la oscuridad de la noche los primeros acordes de “The pretender”, temazo en mayúsculas con un final en clave rock and roll clásico antes de explotar nuevamente hasta su finalización.
En la segunda parte de concierto, el show perdió en intensidad, reflejado también en un público más disperso y despistado, llegando a ser molesto en muchas ocasiones. Eso sí, en ningún momento bajó el listón de la calidad musical y/o sonora de un grupo rodado y que transmite buenas vibraciones por los cuatro costados (también entre ellos).
“My hero” devolvió la estabilidad necesaria, para ser cantada por sus fieles, antes del interesante cambio de registro de “Skin and bones”, que musicalmente hablando sonó maravillosamente bien, con dulces toques de reagge incluso. “White limo”, “Arlandia” y “Rope” fueron las siguientes, en algunos casos con excesivas prolongaciones, para nada reprochables a nivel instrumental pero algo densas para un evento como un festival.
Y así poco a poco nos fuimos llegando al final. Una emotiva versión de la llevadera “Wheels” llevó al bueno de Dave a apagar las luces y pedir la colaboración del público en una preciosa estampa para la posteridad. Tras ella, su nueva canción “Run”, pepinazo al servicio de un personal entregado a estas alturas de la actuación.
“This is a call” hizo de antesala de lo que sería el cierre final, con “Best of you” coreado a capela durante gran parte de la interpretación por la multitud allí presente.
Así finalizaba una de las actuaciones más esperadas del festival (si no la que más). Con un gran ejercicio de rock and roll, puro músculo y energía, enormes canciones, y una duración algo extensa (dos horas y media)
Viernes 7 de julio
Con la esperanza de que no se cancelara ninguno de los conciertos por la lluvia, decidimos acudir al arranque de la segunda jornada del Mad Cool 2017 con el concierto de uno los grupos españoles con mayor progresión y repercusión en el último año: Viva Suecia.
Como si de mesías se trataran, con los primeros acordes del primer tema que interpretaron la lluvia empezó a cesar y asomó un sol cada vez más intenso. Con su habitual potencia sonora arrancaron los murcianos con “Piedad”, ante una audiencia aún escasa que todavía se aglomeraba en la entrada. Punteos exquisitos de guitarra y esos coros oportunos que tiñen de himno por momentos esta gran canción.
Sin respiro pudimos disfrutar de “El nudo y la esperanza”, “La novena vez”, “Los años” y su estremecedor estribillo para llegar por fin a la calma con “Acabaremos muriendo en ello” y un final en el que la batería sustenta magníficamente todo el peso de la canción.
A estas alturas de concierto, la afluencia de público era bastante mayor y el sonido de la banda, compacto y sin fisuras.
Llegábamos así casi al final de la actuación, breve pero intensa. La magnífica “Palos y piedras”, con una letra que remueve algo más que la conciencia, “A dónde ir”, que desde el primer día suena como un auténtico éxito de los que te golpea sin piedad, y la distorsión constante de “Permiso o perdón” hacia de anta sala para un final a medida del show. “Bien por ti” terminó de revolucionar a unos seguidores totalmente entregados a la causa. Temazo para la posteridad.
“Hemos ganado tiempo” fue la elegida para convertir el cierre en una auténtica fiesta, con Rafa Val en su faceta más frontman pidiendo la colaboración del público y redondeando una de las mejores actuaciones que les recuerdo, y van unas cuantas.
Descansamos un rato antes de volver de nuevo al mismo escenario y transportarnos al indie rock, con guiños cercanos al brit pop de Spoon.
La banda liderada por Britt Daniel, que volverá a España a finales de este mismo año presentó su último álbum en una actuación mucho más que correcta en la que sorprendió a propios y extraños con su frescura y melodías llevaderas, así como su entrega y presencia durante todo el show.
Arrancaron con “Do I Have to Talk You Into It” de su último disco para desembocar rápidamente en uno de sus temas más conocidos como es “Inside out” de su anterior disco, donde despliegan toda esa atmósfera que tan bien saben crear los de Texas, con una gran base de órgano acompañado de una voz sin alardes, pero siempre al servicio de la canción.
Alternando una gran base de registros sonoros, pudimos verles saltar de pistas de rock más clásico y cercano al rock británico de los 90 (“Do you”) a un pop más electrónico o canciones con una clara base de funky y soul, como es el caso de “Don´t make me a target”. También pudimos disfrutar, como no podía ser de otra manera de un clásico como “The underdog”.
Para despedirse regresaron a su territorio más actual, cercano sonoramente a ambientes más electrónicos dentro del rock que siempre han pregonado. “Hot thoughts”, que da nombre a su último álbum, cerró una gran actuación en la que que acabaron ovacionados por un público muy agradecido ante su saber hacer.
Acudimos sin respiro al escenario contiguo y sin duda el más elegante del festival (Radio Station) donde tenía lugar el concierto de uno de los nombres más esperados del cartel, uno de los maestros contemporáneos del rock and roll y la música de raíces americana. Ryan Adams.
Dejando a un lado el aspecto musical, el artista norteamericano cuenta con un aura de artista diferente, de poeta maldito, de mito si me apuráis. Alegando una enfermedad ocular, la organización informó por megafonía de la imposibilidad de realizar fotos con flashes durante el concierto, pudiendo el propio Ryan Adams dejar de tocar en el momento que esto sucediera.
Suspicacia o realidad, nadie osó a traspasar este límite, disfrutando de uno de los mejores conciertos del festival. “Do You Still Love Me?” abrió el concierto con un sonido perfecto, y una torre de amplificadores a su espalda realmente impresionante que advertían lo que se nos venía encima.
La dylaniana “To Be Young (Is to Be Sad, Is to Be High)” fue la siguiente en sonar, antes de volver por partida doble a su nuevo álbum. La melódica “Doomsday”, más cernada al rock convencional de los 90 reflejaba a un Adams en su faceta más natural de estrella del rock and roll desvelada, una auténtica estrella.
Saltando a otro de los géneros que mejor maneja, se acercaba al sonido blues rock con “Gimme something good”, aclamada y coreada por el público, y “Stay with me”, ambas de su disco homónimo. Con la cuasiperfecta “Let it ride” nos demostró porqué el de Jacksonville está considerado uno de los estandartes del nuevo country, y la emotiva y preciosista “New York, New York” arañó las entrañas de un público que vibró con el solo final de armónica.
En la misma línea intimista continuó con “When the starts go blue”, interpretada casi a capela, con un leve rasgado de guitarra y acompañado por el público en su estribillo.
Volvió entonces a su último disco «Prisoner» (2016), con “Anything I Say to You Now” y otros dos cortes de cadencia más calmada de su etapa junto a The Cardinals, como “Fix it” y “Cold roses”, para acabar desembocando en la tremenda “Come pick me up”. Puro sonido rock and roll clásico, con un órgano final y un solo de armónica que puso los pelos de punta a más de un@.
Y para despedir como se merece su actuación, el rockabilly de “Shakedown on 9th Street” con una brutal base de batería y un final apoteósico al unísono de guitarras, bajo y órgano hammond maravilloso.
Y cuando la gente comenzaba a moverse para desalojar el escenario, el bueno de Ryan nos sorprendió saliendo a interpretar en solitario y acompañado de su guitarra acústica “My Winding Wheel”.
Perfecto y emocionante cierre para un concierto que lejos de defraudar, reafirmó aún más si cabe, la posición de Ryan Adams en el panorama musical internacional.
La letra grande del cartel del viernes correspondía a los californianos Green Day, que de si algo van sobrados después de 30 años de carrera, y un éxito comercial más que sobresaliente, es de entrega, intensidad y recursos visuales y sonoros varios. El trío liderado por el sempiterno Billy Joe ofreció un show acorde con sus expectativas, con un sonido algo estridente en varias ocasiones, contentando a sus seguidores más fieles y a los que no lo son tanto, repasando los principales hits de su carrera.
“Know Your Enemy” fue la elegida para abrir fuego y desatar el famoso punk rock al que todos asociamos con sólo escuchar un verso de cualquiera de sus canciones. Con la subida al escenario de uno de sus seguidores en esta primera canción, pudimos empaparnos del estilo de gran show que iban a realizar, colaborativo, cercano, y porque no decirlo, muy popular.
“Bang bang”, fue la siguiente. Billy Joe alcanzó una careta de Donald Trump que le lanzaron desde el público, se la calzó y se disparó varias veces en la sien con su mano transformada en una pistola.
Llamaradas de fuego brillaban al fondo del escenario para comenzar con “Revolution radio”, la canción que da nombre a su último álbum, alternando a partir de aquí con grandes clásicos de su repertorio. Principalmente de dos de sus álbumes: «Dookie» (1994) y «American Idiot» (2004).
De esta forma pudimos disfrutar de “Boulevard of Broken Dreams”, “Longview” (con otro fan subiendo y cantando la última estrofa de la canción), “Youngblood” y “Paper Lanters” iniciaron una sucesión de canciones al más puro estilo Green Day, en el que el cambio de registro fue prácticamente inexistente y la potencia y generosidad de la banda sobresaliente. Gran interpretación aderezada con la pirotecnia correspondiente la que realizaron de “Minority”, otro de sus clásicos.
Y aún quedaba mucho más. Como ya dijimos con Foo Fighters el día anterior, excesiva programación para un festival, sea cabeza de cartel o no. “Basket case” o “She” fueron algunos de los temas que sonaron antes de los bises, cerrando la primera parte del show con “Forever now” de su último LP. En el primero de los bises nos deleitaron con el que quizás sea su tema más conocido. “American idiot” retumbó en el cielo de Madrid, clímax absoluto del concierto.
Tras este, “Jesus of suburbia” cerró el primero de los bises. Nuevo parón (que no ayudó demasiado a mantener el momento álgido) y reaparición en formato acústico para cerrar de una manera más íntima que desbocada su actuación. “Ordinary world”, la hermosa “21 guns” y “Good riddance (Time of your life)” fueron las encargadas de despedir definitivamente a los californianos.
En perfecto estado de forma, ofrecieron un potente directo, digno de su trayectoria, aunque algo estancada creativamente. Aun así, poco o nada que objetar a su interpretación en directo notable.
Sábado 8 de julio
La última jornada del festival contaba con numerosos artistas destacados. Entre ellos, quizás, una de las bandas más creativas y que más ha aportado a la música popular, como hoy en día la conocemos, en los últimos veinte años.
Wilco se presentaba en el escenario principal a las 19.45, con Jeff Tweedy a la cabeza, ataviado con su clásico sombrero, como aquel tío en América que todos querríamos tener. Sin ningún tipo de parafernalia y discreción absoluta en lo estético, la banda de Chicago realizó una actuación sobresaliente, de las mejores del festival. Excelsa, exquisita, de paladar fino.
No necesitan armar mucho escándalo en sus conciertos, más bien todo lo contrario. Así iniciaron con “Random Name Generator” y “The Joke Explained” de su penúltimo disco «Star Wars» (2015), con un sonido extremadamente perfecto y esos punteos de guitarra tan característicos de la banda.
La maravillosa “Via Chicago” mantenía esa calma del inicio. Todo en el orden establecido, con la batería sonando en otro ritmo fuera de la canción, mientras toda la banda sigue su camino… Más impactante incluso en directo que en su versión de estudio.
“I Am Trying to Break Your Heart” del mágico «Yankee Hotel Foxtrot» (2002) nos transportó a notas casi desafinadas, con órgano y batería desacompasados y como resultado una belleza musical extrema.
Y así siguieron con temas como “Art of Almost”, “Pickled Ginger” hasta llegar a “If I ever was a child” con su cuidada y perfecta melodía y “Someone to lose”, ambas de su último disco «Schmilco» (2016).
La perfección del desastre total con la distorsión constante de “War on war” dio paso a su canción por excelencia. “Jesus, Etc.” extrajo del público un sonido de admiración con sus primeros acordes. Aunque vivan en esta cultura y respeten determinadas reglas, Wilco juega en otra liga y que un tema como este sea el más representativo de la banda dice mucho a su favor. Steel guitar armoniosa en una interpretación vocal impecable.
Ovacionada y coreada por los el público sonó la admiradísima “Impossible Germany”, “Box Full of Letters” de su primer álbum, “I’m always in love” para desencadenar en dos cortes memorables: “Heavy metal drummer” y “I’m the Man Who Loves You”, con ese riff distorsionado mágico y el punteo desacompasado final que te traslada a otra realidad.
Realidad que se encargaron de cerrar con un triplete del disco «Sky blue sky» (2004): “Hummingbird”, con reverencia incluida del bueno de Jeff saludando con su sombrero en la mano, la hipnótica “Spiders (Kidsmoke)”, en la que vimos a la banda alcanzar el punto supremo instrumental de la actuación, y al público corear el tema en compenetración perfecta y respetuosa con el grupo. Y para cerrar definitivamente la actuación, “I’m a Wheel” nos llevó de al nuevo country, que tan merecidamente abandera Wilco. Excelente.
Con el listón bien alto encarábamos la recta final del festival, dispuestos a quemar el cartucho del último cabeza de cartel de este Mad Cool 2017.
Kings of Leon protagonizó una actuación redonda, sin grandes alardes y reflejando una enorme seguridad y confianza en sí mismos. Ofreciéndonos un concierto elegante a la par que directo. El show fue de menos a más, creciendo canción a canción, estabilizándose por momentos para terminar en una explosión buena música, emoción y satisfacción sonora.
Arrancó la actuación con “Over”, de su último álbum hasta la fecha. Sonido sureño, con peso importante de las guitarras y la característica voz de Caleb como apuesta segura. Siguieron con la misma idea inicial, melodías lentas con estribillos pegadizos, con aire de himnos en ocasiones, como es el caso “Mary”.
Con “Eyes on you” comenzaban a acelerar poco a poco el ritmo del concierto, tema más cercano al pop-rock convencional, pasando por “Notion” de su disco estrella, en el que la batería, casi en forma de percusión acompaña la voz visceral que te remueve por dentro. La pegadiza “Find me”, “On call”, o el elegante sonido country de “Back Down South” no fueron más que un perfecto aperitivo para uno de los grandes momentos del concierto.
La magia de “Use somebody”, con preciosos silencios no escuchados en el resto del festival condujeron a la explosión en el estribillo, con una audiencia menor que en los otros dos cabezas de cartel, pero entregada como la que más, creándose una conexión especial entre banda y público.
Volvieron a la calma con “WALLS” y “Reverend” de su último álbum, pasando por “Pyro”, con una marcada base de bajo y sensibilidad única, con un punteo final de guitarra letárgico.
Nos acercábamos al final de un espectáculo ameno y llevadero (hora y media de duración). Con la distorsión y rock and roll de “Crawl” recordamos lo difícil que es y será superar el «Only by the night» (2008), y con el ritmo y la energía transmitida por “Supersoaker”, con especial mención al derroche de voz del vocalista, estábamos listos para cerrar como se merecía un gran concierto de la familia Followill.
Los acordes iniciales de “Sex on fire” resonaban discretos en el horizonte mientras la multitud enloquecía y cantaba en ocasiones por encima de la banda. Uno de esos temas mágicos, que quizás los propios Kings of Leon acaben aborreciendo pero que hace feliz a miles de persona en cada show.
El llamado a convertirse en nuevo éxito de referencia, “Waste a moment”, cerró definitivamente un concierto notable de la banda norteamericana.
Foster the People arrancó con su actuación nada más concluir Kings of Leon, acaparando la atención de muchos de los salían del concierto. Otra gran cantidad de gente se encontraba disfrutando del show de M.I.A., al cual no pudimos acceder por razones de seguridad. El recinto que albergaba el escenario Radio Station estaba completamente lleno.
Y definitivamente, despedimos esta edición con show de Moderat.
La banda berlinesa fue sin duda la gran triunfadora en el apartado de música electrónica del festival, aclamados por el público desde el primer momento, sin parar de mover a la multitud allí presente. House emocional y minimalista que acabas por interiorizar casi involuntariamente.
“Bad Kingdom” en los bises como broche de oro dentro a una actuación que les consolida, todavía más, como uno de los grupos de electrónica del momento.
Y así dijimos adiós a la edición 2017 del Mad Cool festival.
Maravilloso cartel que ha cumplido las expectativas con creces, difícil de superar en futuras ocasiones y ensombrecido a partir de la noche del viernes.
Iñaki Molinos M
Redacción
La honestidad no es una virtud, es una obligación.
Javi García Nieto
Fotografía