Iván Ferreiro presentó en Gijón su último disco ‘Casa’ en el marco del festival Metrópoli.
Tras haber asistido a tres paradas de su actual gira (lee aquí la del FIV), no esperábamos que el concierto de Iván Ferreiro deparara grandes sorpresas, pero eso no le restó encanto. Encontrarse con la voz del gallego, y más en casa (en la de servidora, en este caso), es siempre motivo de satisfacción, y la cita permitió fijarse en otra serie de detalles más allá de la lista de canciones, que estuvo en la línea de conciertos anteriores, aunque con dos ausencias notables: una, el guiño al quizá el disco menos entendido de Piratas, ‘Relax’, y su inefable (permítanos el artista apropiarnos del adjetivo un momento) ‘Inerte’ y otra una de nuestras particulares debilidades de su reciente trabajo, ‘Dioses de la distorsión’, que sí seleccionó para el concierto de Oviedo meses atrás. Nos quedamos pues con las ganas, pero a cambio disfrutamos de dos horas de música, algo inusual en el marco de un festival. Copa en mano, Iván fue soltando lastre y nosotros con él. Sin prisa, como se ha de degustar un buen vino.
‘Me toca tirar’, ‘Tupolev’ y ‘El bosón de Higgs’ sirvieron de tentempié para el primer plato fuerte de la noche, su ya coreadísimo single ‘Casa’, una declaración de intenciones que revela a un Ferreiro más entusiasta y más positivo que años atrás, marcado por las experiencias personales. Siguiendo la estela de optimismo, fue el turno de ‘La otra mitad’, otro de esos temas del último disco donde el gallego hace alarde de un ánimo renovado para plantear grandes dilemas, como la culpa, la responsabilidad o el esfuerzo.
Quién quiere ser normal
yo quiero que me echen de menos
o ser uno más
tranquilo sin dormir contigo
Si quieres construir la sociedad
yo la otra mitad
Iván Ferreiro: cómics de ciencia ficción y mucha vida interior
En Asturias se come mucho. Y bien. Se ha convertido ya en una tradición que los artistas que visitan estas tierras hagan mención a ambas particularidades y el público siempre lo encaja con una sonrisa. Iván Ferreiro, como buen invitado, dedicó también un elogio al yantar y al propio festival Metrópoli, aunque sus compromisos le impedirán asistir al Comic Con que tendrá lugar a partir del jueves en Gijón.
Siguió discurriendo el concierto con temas como ‘Los restos del amor’, otra hipnótica canción de su último álbum donde todo suena diferente sin que se pierda la pista de Ferreiro. Tras ella, llegaron ‘Canciones para el tiempo y la distancia’ para disfrute de los más nostálgicos, ‘Toda la verdad’ y ‘Pájaro azul’. Otro momento álgido del concierto tuvo lugar con ‘Ciudadano A’, el vals más contestatario, con un pequeño lapsus que hizo que Ferreiro optara por tocarlo de nuevo desde el principio. ‘El viaje de Chihiro’ levantó el ánimo a cualquier despistado que aún no se hubiera enterado de que estaba disfrutando de uno de los grandes artistas nacionales por tres ridículos euros, que es el módico precio de la entrada de día del Metrópoli. No había excusa para no estar ahí.
‘Santa Adrenalina’ y ‘Dies Irae’ fueron la antesala de la desgarradora ‘Extrema pobreza’, primero al piano y luego arropada por la banda con la estridente fuerza de la guitarra eléctrica que vistió como nunca una de las canciones más enérgicas del vigués, para volver a la sencillez del teclado en su estrofa final. Un recurso acertado para una de las canciones de ‘Las siete y media’ más hondas de la trayectoria musical del cantante que, en cada directo, gana.
‘El viaje a Dondenosabidusientan’ es otro de los cortes de ‘Casa’ donde Ferreiro rompe la pared de su propio sonido con una base más mecánica al principio y que va abriéndose in crescendo hasta desembocar en un estribillo envolvente donde los instrumentos se han ido deslizando hasta formar un todo que convence y atrapa.
A estas alturas tocaba recuperar ‘NYC’ de su disco ‘Mentiroso, mentiroso’, con casi diez años a sus espaldas y que sigue aportando canciones que no han perdido vitalidad. Tras ésta, el artista se lanzó con una de las canciones de ‘Casa’ más reconocibles en su estilo, ‘El pensamiento circular’. Una cadencia fácilmente recordable y una letra enredada dan forma a esta suerte de soneto musical que, con acierto, escogieron como el single lógico del nuevo disco. La intensidad de ‘Farsante’, otra de las joyas del último trabajo, se abrió camino en la recta final del concierto antes de cumplir con los temas clásicos.
Echar la vista atrás
No cabía duda de que Iván Ferreiro iba a ser complaciente pese a su reiterada negación de tocar ‘Turnedo’; como muestra, ‘Promesas que no valen nada’ uno de los himnos de Piratas, fue la primera en tacharse de la lista de tópicos del vigués. Nada que objetar: se trata de una de las mejores canciones de la banda y, pese a que la versión más intimista y desnuda que ofrece en sus conciertos le resta intensidad, es siempre bien recibida. Más cuando el público termina coreando ‘Insurrección’ de El Último de la Fila a pleno pulmón, uno de esos momentos del recital donde Ferreiro prefiere ceder protagonismo y dejar que el respetable se despache a gusto mientras profiere una media sonrisa.
Si había otra canción de Piratas que podía rivalizar con este auténtico grito de guerra no era otra que ‘El equilibrio es imposible’, pieza del imprescindible ‘Ultrasónica’ que puso patas arriba antes de echar toda la leña al fuego con ‘Años 80’. Uno de esos temas que no estaba llamado a trascender; amalgama de frases que no dicen nada y que sin embargo ha terminado por convertirse en uno de sus mayores éxitos. Ironías de la escena musical. Al final, Ferreiro ha optado por la que seguramente sea la decisión más inteligente y la quiera como a un hijo más, aunque a algunos nos pese (¡con la cantidad de buenas canciones que tiene un grupo como Piratas!).
‘Cómo conocí a vuestra madre’ y ‘Son preciosos nuestros besos’ vinieron en forma de bises antes de finalizar con ‘El dormilón’ y la omnipresente ‘Turnedo’, que esta semana protagonizó una bonita cadena de tuits y que no podía faltar (lo sentimos, Iván):
Apurada la copa, digámonos adiós.