El verano en Gijón tiene estas cosas. La climatología en el norte es cambiante, y pese a una mañana espléndida las nubes se fueron echando encima descargando en forma de orbayu. No en los primeros compases, pero el agua fina se mostró amenazante aunque no llegó a estropear el concierto.
Quizá los asistentes, contagiados por esta climatología caprichosa, no alcanzaron a mostrar pasión por el directo. Quizá fue la desnudez de las canciones la que motivó ese otro clima, el de silencio. Seguramente haya conciertos donde el preciosismo de los detalles requiera de este respeto, pero no parecía el caso de ayer.
Para empezar, Rafa Val se presentó solo, sin estar arropado por su banda. Es difícil encajar los temas de Viva Suecia separados de su sonido original, pero Val defendió cada canción correctamente, aunque sean temas más apropiados para sonar conjuntamente.
‘El día después de la trampa’, del álbum ‘La fuerza mayor’, fue la elegida para arrancar, con el vocalista sentado tocando la guitarra. Tras ella, dio las gracias al público (las entradas se habían agotado días antes) para ver a «un tío haciendo cosas con un montón de instrumentos». Percusiones, teclado, guitarra y pistas grabadas antes de cada ejecución fueron las herramientas de Rafa para intentar recrear el universo de Viva Suecia él solo.
Siguió con ‘Pîedad’, en este caso extraída del último trabajo, ‘Últimos principios fundamentales’. Llevar a acústico el estilo eléctrico es algo frecuente; en el caso de Viva Suecia, adoleció de excesiva sencillez. Es verdad que la voz de Rafa está ahí, pero costaba digerir canción a canción sin el acompañamiento de una melodía interpretada por una mayor profusión instrumental. En algunos temas funcionó el formato mejor que en otros, como en ‘Nunca estamos solos’. También a la hora de mostrar al piano acompañando la letra de ‘Palos y piedras’.
Con ‘Los años’ el orbayu era ya una realidad sobre nuestras cabezas. Un formato adecuado, un escenario de lujo y un aforo limitado para poder disfrutar sin empujones son valores añadidos a Live the Roof, pero se echó en falta encontrar a la banda. Val sorprendió con una versión de McEnroe, ‘La electricidad’. Cuando sonaban ‘A dónde ir’ y ‘El nudo y la esperanza’ el concierto languidecía bajo un cielo cargado. ‘Permiso o perdón’ y ‘Bien por ti’ se hicieron esperar hasta el final, pero llegaron. Una hora breve, ganas de más.