Analizamos el quinto trabajo de la banda canadiense, que vio la luz el pasado viernes, 28 de julio de 2017.
Los años de transición entre “The Suburbs” (Merge Records, 2010) y “Reflektor” (Virgin Records, 2015) se nos muestran como una barrera que divide la trayectoria de Arcade Fire en dos periodos contrastantes. Sin perder con esto un contexto anterior, y el consiguiente aprendizaje del mismo, con su cuarto LP se desviaron hacia un camino que, pese a su osadía, les ensalzó como una de las bandas más grandes del momento. Dos años más tarde publican “Everything Now”, y con éste, los canadienses prosiguen por la línea ya trazada, si bien de un modo algo más difuminado, pues si “Reflektor” fue un óleo sobre lienzo, el quinto grado puede parecer, a simple vista, el más disonante de la escala por su cualidad de abocetado.
¿Experimentación? Sí, pero de modo que conforme la segunda parte de un primer gran salto sonoro hacia todo aquello que encuentre un opuesto en la vertiente lírica de la banda, que es, en definitiva, el hastío y la ansiedad provocados por la propia existencia. Así, el sonido del nuevo trabajo se asemeja a bandas suecas de los años setenta (como se observa en “Put your money on me” o la propia canción que titula el álbum), y al synthpop que antepone la producción por encima de la instrumentación (“Creature confort”, “Electric Blue”), si bien, en definitiva, puede resumirse como pop bailable de letras tristes. Esto, que a simple vista puede parecer incongruente, se relaciona con el título y el objetivo de la banda del modo más crítico posible. “Todo ahora” simboliza la incapacidad de concentración, la sobre estimulación, o la explotación y el consumo desmedidos de la emoción, que son, en definitiva, muestras del fracaso del capitalismo, sistema que es caldo de cultivo para la crisis existencial de Arcade Fire.
En definitiva, dos de los focos temáticos fundamentales del álbum son el dinero generado por el consumo innecesario y la deshumanización social, causada en primera instancia por el desapego emocional: dos elementos que, unidos, también forman la bandera de la industria musical del siglo XXI.
Cuando Federico García Lorca murió, Silvestre Revueltas le compuso un homenaje. Al escuchar el primer movimiento, éste no se parece en absoluto a cualquier forma de réquiem, sino que recuerda más a cualquier composición festiva o de celebración. Una de las causas de esta característica apunta hacia el nacionalismo mexicano de Revueltas, y la concepción de la muerte que en aquel país se tiene, menos trágica que la española. Hemos observado algo similar en composiciones anteriores de Arcade Fire, e incluso en los propios videoclips, que suelen contener elementos que incitan a la fiesta y el baile, mientras que Win Butler y Regine Chassagne cantan sobre alguna situación funesta.
Quizás el quinto disco de Arcade Fire sea tan solo un homenaje, un réquiem moldeado hacia el synthpop de lírica deplorable que honra y venera el fracaso de la civilización occidental.