Russian Red regresó a España para presentar ‘Karaoke’ en la península
Cuando Russian Red presentó el single de su último trabajo, «I want to break free«, la crítica se volcó contra ella por hacer una versión bastante alejada del clásico original. Con la publicación de «Karaoke» en su totalidad, los comentarios cesaron, ya sea porque se comprendió la versión en su contexto o porque el resto de adaptaciones no eran tan conocidas y veneradas como la de Queen. En cualquier caso, la osadía fue percibida como un acto de alejamiento de la personalidad anterior: una reforma del proyecto artístico de Lourdes Hernández y no una continuación del mismo, si bien en ninguna de las dos vertientes pudo llegar a aceptarse la audacia de la propia interpretación, ignorando que menospreciar una versión por su considerable alejamiento de la canción original demuestra el desconocimiento poseído sobre el concepto mismo, pero también sobre la música como identidad contextualizada.
Si por algo se caracterizó la actuación de Russian Red el pasado viernes, 2 de junio, en el Círculo de Bellas Artes, fue por un determinado contexto interpretativo: un karaoke en tanto que versionó grandes mitos, mas también a ella misma. Me explico: la atmósfera creada por Russian Red en sus conciertos dista mucho de aquella que asociamos con cualquier concierto de lo que se puede considerar pop, acércandose en detrimento de éste hacia lo clásico: las estructuras del jazz, de lo teatral, de las veladas de salón y, por supuesto, también de los karaokes. El concepto de concierto más cercano a la performance que a la propia facultad interpretativa no mengua la última, más centrada en la improvisación y en el peso que recae sobre los arreglistas. Y es que Russian Red se versionó a sí misma.
Uno de los aspectos más emocionantes a tener en cuenta cuando llevas mucho tiempo siguiendo a un determinado artista es que eres capaz de ver al mismo evolucionar. La línea que Lourdes trazó con “Agent Cooper” es la misma que potenció con la salida de su cuarto trabajo, por lo que el pasado viernes quiso darle a los primeros aquel toque más eléctrico y envolvente, a excepción de “Cigarettes” y “A Hat”, con las que abrió y cerró el concierto, respectivamente. De este modo fue como la madrileña unificó todo su repertorio, de casi diez años, de una forma constante y madura, en la que predominaron los clásicos por encima de la propia presentación del disco.
Especial reconocimiento tiene la banda que acompañaba a la artista, con una corista impecable y un teclado a manos de Víctor Cabezuelo. Por su parte, Lourdes demostró una capacidad vocal perfecta, acompañada de una Gibson que ya es inseparable de su álter ego.
Con la publicación de “Karaoke”, los medios de comunicación se centraron en el alejamiento paulatino de las raíces de la artista, llegando a considerar incluso “I love your glasses” y el último trabajo como dos proyectos ajenos a una misma personalidad, desconociendo que todo cambio, o todo género, es admirable puesto en un contexto determinado. Desde aquí nos alegramos de que Russian Red esté encontrando el suyo.