El Azkena Rock Festival 2017 congrega a casi 39000 personas y deja unas magníficas sensaciones de cara a su futuro. Para el recuerdo quedan conciertos antológicos como los de John Fogerty o Chris Isaak
Sobre el papel, esta edición del festival se presentaba como una de las menos cañeras. En el cartel lucían nombres como Isaak, Fogerty, Michael Kiwanuka o Loquillo, por decir algunos nombres. Para muchos, a este Azkena le faltaba a priori un poco de distorsión y ruido en el sonido guitarrero. Pese a todo, nos han brindado un menú muy variado donde ha habido casi de todo. Y lo importante, con mucha calidad. Sorprendentemente, la gran mayoría de conciertos han ofrecido un sonido muy bueno, después de las críticas de años anteriores. Este año, los técnicos de las bandas han realizado su labor.
Ha sido un Azkena especial, diferente. La organización lleva varios años intentando enriquecer la experiencia del festival. Además de ofrecernos un tercer escenario grande, nos obsequia con pequeñas perlas como son los conciertos del mediodía en el centro de la ciudad o Trashville, unas carpas que a las 4 de la mañana te teletransportaban a la mítica Miedo y Asco en Las Vegas. El Wall of death de los motoristas gitanos o la lucha extrema mexicana le han dado un color y una esencia especial a este festival.
Vamos a lo importante: la música
Mi Azkena Rock Festival arrancó con unos viejos conocidos de la escena vitoriana: The Soulbreaker Company. No era ni la primera ni la última vez en la que este grupo visitará el Azkena. Su sonido puro y clásico es muy del Azkena, underground pero de gran calidad. No llenarán estadios, pero gustan a la parroquia del festival.
El concierto de The Shelters venía precedido de grandes críticas a su favor. Hasta el mismo Alfonso Santiago, papá de la criatura azkenera, nos avisó del gran concierto que nos esperaba. Y la verdad es que así fue. Esta banda joven norteamericana, que viene apadrinada por el mismísimo Tom Petty, nos recordó que el Rock sigue vivo y tiene futuro. Un soplo de aire fresco entre tanta banda que peina canas. Su sonido, que varía entre el rock sureño y el alternativo gustó y nos dejó un buen poso. De esos que tarde o temprano nos harán pedir un segundo concierto para próximas ediciones. Podría decirse que fueron los Cracker de esta edición.
Escuché un par de canciones a los Tigers of Pan Tang. Sin bandas como ésta, la new wave of british heavy metal hubiese sido diferente. Con una banda que poco o nada tiene que ver con la original sonaron correctos. Un buen concierto del tercer escenario.
Vaya por delante que nunca fui muy fan de los Cheap Trick. Los vi en su anterior visita al Azkena, allá por el 2011, y no me acabaron de convencer. De ahí que aprovechase su concierto para escaparme a la zona de restauración. Sorprendentemente, el sonido que venía desde el escenario principal me gustó. La banda de Robin Zander sonó cañera, y cuando sonó su gran himno Surrender me apenó no haber estado cerca para dejarme la garganta cantándola. No puedo ser gran juez en este caso, pero diría que se ganaron la ovación del público.
Tuve que decidir entre coger un buen sitio para ver a un señor de 72 años o disfrutar de un concierto que prometía como era el de Graveyard. ¿Qué hice? Esperar frente al escenario principal hasta que llegase la leyenda John Fogerty. Los que eligieron la segunda opción fliparon con uno de los mejores directos de esta edición. Lamento haberme perdido una gran banda, pero el que os escribe ha crecido musicalmente con la Creedence Clearwater Revival.
Y llegó el momento que todos esperábamos desde hacía muchos años. Después de haber intentado traerlo en muchas ocasiones, Last Tour pudo contar con John Fogerty para esta edición del Azkena Rock Festival. Un mito del rock. Tras una intro que nos hizo vibrar a base de Vietnam, Woodstock y temas míticos de los años 69/70, John Cameron Fogerty saltó al escenario y nos conquistó a todos.
Pese a ser un directo con trazas de show de casino de Las Vegas, el ex miembro de CCR nos hizo vibrar con todas y cada una de las canciones que interpretó. No faltaron himnos como «Who’ll stop de Rain», «Proud Mary», «Fortunate Son», «Have you ever seen the rain» o «Up around the bend».
Pese a que hayan pasado 50 años desde sus buenos tiempos, pese a que ya es un hombre de 72 años, Fogerty sigue dando un buen show. Su voz ya no es la misma, pero su fuerza y garra sobre el escenario siguen casi intactas. Fue precioso tener delante de nosotros/as a una de las personas más influyentes en la música que amamos. Vibramos y vivimos el concierto como algo único, irrepetible. Algo que llevábamos mucho tiempo esperando. Fue precioso y así lo recordaremos de por vida.
La primera jornada acabaría para mí con un muy buen concierto de The Hellacopters. El año pasado me dejaron un sabor agridulce. Entre el diluvio que nos cayó justo antes de su concierto y su setlist denso para los no iniciados, la sensación que dejaron fue algo pobre. Y no hay que olvidar el mal sonido que tuvo aquel concierto. Este año no falló nada, ni el clima, ni el sonido ni siquiera el repertorio. La banda de Nick Royale y Dregen hicieron un repaso por sus grandes éxitos. Sonaron muy bien y conquistaron a la parroquia azkenera, que siempre los ha tenido como una de sus bandas favoritas.
Un hombre llamado Chris Isaak
Ya en la segunda jornada del festival, el plato fuerte era un señor californiano de 60 años con una voz maravillosa. Pero este no llegaría hasta pasada la medianoche. Antes disfrutamos de grandes directos. Por ejemplo, el de Bloodlights. La banda de Captain Poon (ex Gluecifer) sonó potente y cañera. Hard rock con tintes punk que nos hicieron vibrar a media tarde. Notable alto para los noruegos.
Había oído buenas críticas de Inglorious. Formada hace apenas 3 o 4 años, su frontman había pasado por varios programas de éxito en la televisión inglesa, así como en varios grupos heavy-hard-rockeros. Gustaron por su rock setentero. Inglorious se nutre del estilo hard rockero de bandas como Deep Purple, Led Zeppelin o Whitesnake. Sin ser la quintaesencia del rock, me gustaron. Una banda con un sabor algo prefabricado, pero que gustó. Suficiente.
Loquillo nunca ha sido santo de mi devoción, pero reconozco la importancia que tiene en el rock patrio. Era una obligación moral que tarde o temprano pisase uno de los escenarios del Azkena. Y por fin se dio el caso. Pese a que los años pasan, Loquillo sigue guardando su actitud particular. Sigue teniendo ese aura de tipo duro, con esa voz que apenas ha cambiado en estos últimos 30 o 40 años. Con más kilos, pero con las mismas ganas de comerse el escenario y querer salir por la puerta grande. Ofreció un concierto donde no faltó ninguno de sus grandes éxitos. Un concierto que disfrutó toda esa gente que creció escuchando sus cintas, que imitaba su tupé, que quiso ser rockero gracias a él. Puede que no pase a la historia como un concierto inolvidable dentro de la historia del festival, pero gustó. Y mucho.
Y Michael Kiwanuka. Han pasado más de doce horas desde su concierto y sigo sin saber si gustó o no. Si era un concierto Azkenable o no. La música negra siempre ha tenido un hueco en este festival. De hecho, se le tiene un gran respeto. Sin embargo, el soul suave, calmado y casi psicodélico a veces de Kiwanuka era demasiado ¿diferente? a lo escuchado hasta ahora. El londinense de origen ugandés es un grandísimo músico, pero que sonaba muy diferente a casi todo lo que habíamos escuchado hasta ahora en este año. No fue un directo inolvidable, pero sí que sirvió para descubrir una gran referencia musical de cara al futuro. Quizás no era mi día, pero sé que tendrá su momento en mi Spotify.
Después de un avituallamiento y un rato de espera, volvió la voz de Stockton al Azkena Rock Festival. En 2010, Chris Isaak nos regaló un concierto irrepetible. Su voz, su banda y la lluvia que no cesó convirtieron aquel recital en uno de los más recordados de la historia. Son muchas las personas que sacan pecho diciendo «Yo viví el concierto de Isaak bajo la lluvia». Algunos nos lo perdimos. Cosas de la vida.
Puntual, con su banda de toda la vida y con un llamativo traje azul con lentejuelas, el cantante norteamericano salió al escenario. En apenas un minuto, los más de 17000 congregados supimos que Isaak posee una voz irrepetible. Seguramente la mejor voz que haya pasado por el festival. El público se volvió loco con su cover del «Ring of Fire» del maestro Cash. Disfrutamos de su «Blue Hotel» y de «San Francisco Days», hasta de su momento ranchera o con la versión de «Pretty Woman».
Pero si hay un momento especial fue con «Wicked Game». Su gran éxito sonó maravilloso, casi idéntico a la grabación original de 1989. No hubo pareja en Mendizabala que no acabase abrazada, bailando o besándose al ritmo de esa guitarra. Mágico para los enamorados y para quienes no lo estábamos. En definitiva, Isaak lo volvió a hacer. Dos de dos para el californiano en Vitoria-Gasteiz. Desde ya firmamos por una tercera vez.
Para cerrar los conciertos, pudimos elegir entre la verbena rockera de El Gran Wyoming (que yo ya había vivido en una sala pequeña) y The Cult. Elegí vivir el directo de los ingleses, que volvían al Azkena después de 7 años. Muchos teníamos miedo de lo que nos íbamos a encontrar. Hace 7 años nos encontramos a una banda casi disuelta, con un Ian Astbury en pésima forma.
Pues bien, vivimos la redención de The Cult. Nos encontramos a un Astbury con muchos kilos menos. Ese Astbury que llena un escenario con su actitud, demostrando ser un gran frontman. Nos regalaron todos sus clásicos más alguna que otra novedad. Horas después de que hubiese acabado todo seguía tarareando Lil’ Devil y Fire woman. Sencillamente vivimos un gran show de puro rock.
Y así terminó mi décimo Azkena Rock Festival, el decimosexto de la historia. Un festival que ha renacido y que si hace 4 o 5 años parecía muerto, hoy está más vivo que nunca. Ahora sólo nos queda esperar hasta el 22 de junio de 2018, día en el que arrancará su decimoséptima edición. Ojalá sea igual de buena como la de este año, porque creedme cuando os digo que esta será de las inolvidables.
Larga vida al Rock N’Roll. Larga vida al Azkena Rock Festival.