Vamos a decirte un buen puñado de razones para que apuntes el FIV de Vilalba en tu agenda anual de festivales. Si no lo habías hecho ya.
Festivales como el FIV hacen creer en el milagro de que los eventos multitudinarios pueden ser un buen formato si se cuidan los detalles: horarios cumplidos con respeto para público y artistas, precios razonablemente económicos tanto respecto a las entradas como a las consumiciones en el propio recinto; variedad de estilos musicales dentro del conglomerado (y cada vez más desdibujado concepto) indie y un entorno agradable para el visitante, donde no sólo disfrutar del propio festival sino de un fin de semana de asueto y buenos alimentos. No podía ser de otra manera estando en Galicia.
Vilalba se queda pequeño para cada nueva edición del FIV, si bien la cercanía con Lugo hace posible que cualquiera pueda disfrutar de un festival que ha sabido hacerse un nombre y cuya convocatoria anual llama cada vez a más fieles. Por algo será. Siendo un festival asequible, se trata de una de las citas primaverales donde seguramente será difícil oír una voz disconforme. A cada festivalero que acude al FIV lo raro es que no le haya gustado o que no repita.
Los organizadores jugaron sobre seguro y para este año contaron con nombres que juntan un buen puñado de seguidores: Love of Lesbian, Iván Ferreiro, Sidonie o Second son grupos que mueven a un nutrido número de fans entre el público gallego y zonas adyacentes. Sumado pues un cartel de lo más atractivo con la fecha, ya que el puente de mayo permitió a muchos un mayor relax a la hora de planificar la escapada a Vilalba, no había nada más que hacer que disfrutar.
Que se quiten Benicàssim, Bilbao o Madrid. Donde esté el FIV estarán nuestros (musicales) corazones.
Cronología de un éxito anunciado: día 1
El FIV arrancó con fuerza el viernes con el vigués Villanueva, cuyo ‘Zoo para dos’ ha sabido granjearse el favor del público con canciones como ‘El día del equilibrista’. Al grito de guerra de «¿Somos gallegos o no somos gallegos?» supo meterse al respetable en el bolsillo y comenzar a dibujar el buen ambiente que se respiró durante todo el festival. Sopla viento a favor para el artista y toca aprovecharlo merecidamente.
La jornada continuó con Varry Brava, en plena gira de ‘Safari emocional’ y que acumulan ya tres citas en el FIV. Una banda hecha por y para la diversión cuyo encaje en el festival no podía ser más perfecto. Ofrecieron un buen concierto plagado de hits como ‘Flow’, una de esas canciones que bien pueden definir su bien entendido y musical sentido del humor.
Love of Lesbian era uno de los ‘grandes’ (si es que en un festival puede hablarse en esos términos, porque todos los grupos tenían su hueco y su público) y no decepcionaron, aunque tampoco pueda decirse que fuera el mejor directo del FIV. Para quienes ya acudieron a otras citas, conocerían de sobra que los catalanes no iban a defraudar y que se marcarían un buen puñado de temas favoritos como ‘Allí donde solíamos gritar’ o ‘Belice’, sin perder de pista que ‘El poeta Halley’ cuenta ya con temas tan carismáticos y que pasarán al historial de más coreados como ‘Bajo el volcan’ o la siempre explosiva ‘I.M.T. – Incapacidad Moral Transitoria’.
Antes de dejar los pies más bailarines en manos de We are not DJs, tocaba escuchar la apuesta extranjera del FIV 2017 de manos de los franceses Rinôçérôse; un valor añadido para romper con la trayectoria pop con que arrancó el festival pero que, sin embargo, languideció de cierta falta de sintonía con un público más volcado en corear canciones que en escuchar electrónica a palo seco. Su más que interesante conjunción con el rock es una buena excusa para prestarles atención pero fue difícil encajar el sonido más puramente electrónico después de haber dejado las gargantas con Love of Lesbian por temas como ‘La Guitaristic House Organisation’, más del gusto de clubes que de un festival donde ir a ver en directo a los artistas. Pese a ello, con canciones como ‘Fighting the Machine’ de su último trabajo ‘Angels and Demons’, los galos pueden demostrar que hasta los más reacios a los sonidos del dance pueden verse arrastrados sin darse cuenta por los brazos del funk.
Día 2
Y qué día. Había opiniones encontradas para recibir a Amatria a la hora vermú en un recinto cerrado como el auditorio local, pero pronto se disiparon y el público terminó haciendo caso y levantándose para bailar, que para eso se había ido. Un directo sin defecto alguno y una puesta en escena sencilla y arrebatadora fueron suficientes con Joni Antequera reconvertido en showman para explicar el sentido de algunas de sus canciones y dibujar una etapa vital llena de momentos crudos con mucho, mucho humor. Sus fans más longevos disfrutaron con temas desde ’11 baños 20 euros’ a los más recientes de su disco homónimo donde brillan ‘Chinches’ o ‘Atarax’. Larga vida al productor quien, tras su salida de Subterfuge tal y como nos contó recientemente en una entrevista (puedes consultarla aquí), ya cuenta con nuevas canciones como la recién estrenada en el FIV ‘Animal’ para que nadie deje de mover los pies. Por el éxito cosechado, parece que hay Amatria para rato.
Después de descansar de todo lo bailado, la noche arrancó en el recinto del FIV con Sexy Zebras, el toque de rock gamberro que quita todo resto de edulcorante. Pero era una noche muy larga y había que dosificar fuerzas: quedaban por venir Second, Iván Ferreiro y Sidonie y se veía venir que la cita iba a ser intensa.
Cuando Second envolvió el FIV con las primeras notas de ‘2502’, el festival ya había firmado su sobresaliente. Desde Murcia a Galicia, era su segunda visita al festival y con una trayectoria tan extensa como la suya se esperaba un directo más que correcto y lo ofrecieron con creces. Un grupo al que no le suelen ofrecer la primera línea de los festivales pero Second saben que han seguido el camino correcto como cuando hicieron un crowdfunding con ‘Viaje iniciático’ y el público respondió. Con razón: temas como ‘Primera vez’ o ‘Atrévete’ sólo pueden crecer en directo y lo hacen cada vez que suenan, lo hacen y se hacen un poco más nuestras cada vez gracias a un grupo que ha sabido seguir su ritmo.
Alfombra roja para Iván Ferreiro que venía a presentar su último disco ‘Casa’ y que no necesitó más que dibujar las primeras líneas de ‘Me toca tirar’ para hacerse con el control. Elegir una canción de ‘Las siete y media’, probablemente el disco más olvidado del gallego, tiene deje de provocación y tintes de justicia poética. Con una intensidad indiscutible, empezó alejando sus fantasmas para invitarnos luego a su nuevo hogar, esa ‘Casa’ que da título al último álbum y que trae consigo aire fresco, esperanza y sinceridad en correctas proporciones para no atragantarse con la medicina. ‘Toda la verdad’, ‘Pájaro azul’, ‘El equilibrio es imposible’, ‘Años 80’, ‘Diecinueve’ prestada de Maga o ‘Turnedo’ fueron algunos de los temas desgranados del que no perdieron ojo entre bambalinas Sidonie. Tras una etapa oscura para el cantante, se puede afirmar que este último disco puede que haya sido la terapia que nos hacía un poco falta a todos.
Si los barceloneses disfrutaron del directo de su amigo ocurrió otro tanto cuando el torbellino Sidonie salió a escena. Ricky Falkner, el guitarrista Emilio Saiz (que antes nos había dejado boquiabiertos con su manera de llenar el escenario, fue todo energía durante el directo del gallego) y el propio Ferreiro no se perdieron detalle ni el resto del público tampoco. Prohibido pestañear.
Lo de Sidonie es más que probable que esté prohibido en algún que otro estado de los EE.UU. O sin irse tan lejos en muchos de nuestros entornos más recatados. Si alguien podía tener dudas de que después de la sensibilidad de Iván Ferreiro alguien iba a plantarse y desconectar, perdió todas las apuestas y volvió con los bolsillos agujereados. La fiesta de Sidonie en el FIV estará escrita con letras mayúsculas y fosforescentes. Desenfreno, lujuria y energía a raudales son ya tan habituales en uno de sus conciertos que si algún día nos sorprenden con un formato íntimo y formal pensaremos que hemos muerto.
Tiene mérito juntar un gran puñado de buenos temas como Sidonie, defenderlos a capa y espada en cada directo y llevarse al público noche tras noche con tamaña naturalidad. Algunos criticarán que ya podían dejar algo para el resto, porque acapararon toda la atención y nos recordaron que vivir son dos días y que mejor hacerlo con una copa en la mano, la mejor compañía y cantando.
Después de esto, ¿qué podía quedar más que seguir bailando a ritmo de temas reconocidísimos? Eso fue lo que hizo David van Bylen DJ con sesenta minutos de canciones para corear, una tras otra. Si el FIV os pilla en otra de éstas, traed botas de repuesto. Os harán falta.