¿Cómo es un directo de Rufus T. Firefly? No es fácil explicarlo, pero lo primero que viene a tu mente es que son, si no lo son ya, uno de los mejores grupos de nuestro país. (Queremos advertirte de que este texto está escrito desde la más absoluta subjetividad y desde la admiración y amor que nos provocan Rufus…) Ejecución perfecta, afinación perfecta, ofrecen el énfasis necesario, una batería para quedarse con la boca abierta… pocas cosas se pueden criticar de una banda que está en constante crecimiento y estado de gracia magnífico.
Pero lo que te acabamos de nombrar no es lo único que ofrecen los madrileños, ya que aparte de todos estos conceptos técnicos, no cesan de transmitir amor, calidez y cercanía. Y ahora ya lo sabemos en primera persona porque estuvimos presente en su primera actuación en Barcelona, exactamente en la sala Sidecar. Un lugar que se les quedó demasiado pequeño y donde vendieron todas sus entradas justo antes del comienzo del recital. Pero a pesar de la larga cola que se produjo alrededor de la Plaça Reial y la expectación que se creó antes de la actuación principal, cosa que ayudó Alice Wonder teloneando con de forma muy intimista, Rufus T. Firefly no dejó a nadie indiferente.
Hoy no detallaremos precisamente el setlist (para eso podéis leer la reciente crónica de su concierto en Madrid aquí) ni tampoco juzgaremos si la sala era la adecuada o no para acoger a esta banda (nosotros estamos deseando verles en una sala a lo grande). Hoy nos hemos decidido por declarar nuestro amor. Un amor que todo el mundo, aunque no le guste su estilo musical, debe percibir y recibir de forma recíproca desde el escenario.
Es innegable que Rufus T. Firefly emanan una energía que prende en todos los que tenemos la suerte de ver uno de sus directos. La pasión, el cariño y (nos vamos a repetir mucho), el amor con que tocan y con el que presentan sus temas es admirable. Sus canciones te envuelven en un beso eterno, una sensación cálida que te absorbe y te envuelve en un abrazo químico. Y es que han venido a darnos todo su amor, de eso no cabe duda. Esa extraña fuerza de la que hablan son ellos, porque estamos hartos de leer que son un puto milagro, y más que milagro, son como ese viaje que te lleva tan lejos, esa grieta que se abre en lo alto del cielo. Y si fuera la última noche en la Tierra, no nos importaría que todo acabara así, como la otra noche, que todo se apague allí, con vosotros.
No paran de gritarnos que están a mil jodidas millas de estar bien pero cómo se recorta esa distancia con esta Magnolia… Se cierran las cicatrices, se curan las heridas. Es difícil que un directo resulte balsámico pero a quienes nos apasiona la música sabemos que tiene esa magia. Solo hay que estar dispuesto a percibirla y esa tarea la facilitan tanto ellos… Su explosivo final, cuando ya has saltado en pedazos, te devuelve a la Tierra, sí, pero con esa anestesia que te deja flotando muchos días. Sí, flotar en unos de los síntomas claros de que la música te acaba de mejorar la existencia.
Y constatamos esa cercanía del grupo, que es una de sus señas inequívocas ya toquen en Sidecar, en el Tomavistas o en el Bilbao BBK Live. Hablamos con Víctor Cabezuelo y nos confesó que ya están pensando en su próximo trabajo. Y nosotros morimos por la eternidad de esta «Magnolia»… Sin dudarlo, uno de los discos de este año y, ojalá, uno de los marquen un punto de inflexión en el panorama musical.
Estábamos impacientes por comprobar si todas las buenas críticas que han recibido (y que siguen recibiendo) por parte de medios y seguidores eran ciertas. No vamos a negar que íbamos temerosos de que el sonido de la sala les perjudicara, pero Rufus T. Firefly está por encima de eso. Al final todo se resume en hacer las cosas con amor y sinceridad. Cuando crees en lo tuyo, el resto va rodado. Larga vida a Rufus.
PD: Estamos seguros de que Arya Stark también haría cola para que le firmarais un vinilo…