El artista asturiano ofreció un concierto en Oviedo tras la presentación del documental sobre el artista firmado por David Trueba.
Las chicas de las canciones de Fran Nixon irradian juventud. Son flechazos, son amores imposibles, son desengaños y son chispas que desembocan en incendios. Más que un ejercicio de voyeurismo figurado, ayer se vivió una verdadera inmersión en la vida y obra del artista y que, por más que quiera alejarse de las etiquetas de juventud, parece imposible percibir una ruptura real con sus temas de siempre, los que le han permitido conectar con su público a través de los sentimientos más universales del mundo.
El ‘Día Fran Nixon’
Lo de ayer en Oviedo fue lo más parecido a un homenaje en vida de lo que muchos artistas reciben. Hubo ración por partida doble: primero, a la tarde con la proyección del documental de David Trueba ‘Salir de casa’ en el marco de la tercera Semana del Audiovisual Contemporáneo de Oviedo (Saco) y a la noche con un concierto del artista asturiano en el escenario de La Salvaje de la mano de La Radio de Cristal.
Trueba ha elaborado un documental que peca de amiguismo con un sonido que interfiere a la hora de que el espectador se sumerja en la historia e incluso de que saque conclusiones del mensaje que subyace a toda obra (o que se le presupone, al menos en aquellos casos que no son meramente estéticos). ‘Salir de casa’ parece más un ejercicio informal donde se suceden cenas, bolos, recuerdos y conversaciones bañadas de cafés y chupitos sin pensar en ser visto. Como obra cinematográfica no tiene visos de trascender, pero al menos permite vislumbrar un acercamiento al universo Nixon y sus reflexiones sobre su propia historia personal, el éxito inesperado de Australian Blonde y el vértigo del éxito; la familia y la profesión de artista relacionada con la artesanía, lo manual, lo analógico; y, sobre todo, un músico en plena madurez individual que, en palabras suyas, con 40 tacos ya quiere pasar página musicalmente hablando y hacer lo que le venga en gana.
«Tocar canciones que tocabas con 20 años y que ya no te apetece hacer»
La cultura se suele identificar con»algo sublime», dice el ex Costa Brava, y a Nixon le interesaba mostrar lo más material de ella, como un proceso hecho con las propias manos, lejos de ese halo metafísico con el que a menudo se eleva la música olvidándose de lo tangible que llega a ser su propio proceso de elaboración, el instrumento, el sonido mismo. También está lo que se guarda debajo de la alfombra, el cansancio acumulado de hacer o sonar siempre a lo mismo (o que los demás te lo recuerden o te impidan reinventarte), los desplazamientos obligados («es un poco patético estar en la furgo igual que hacías a los 20 años»), los momentos cíclicos de euforia y desánimo, tan intrínsecos a la condición de músico como la propia vida; el proceso de composición desde el esqueleto a la forma de simplificar para el directo las canciones sin que pierdan su sentido.
Finalmente, el documental no deja de ser como bien reconoció el cantante durante su presentación un homenaje a la gente que admira: Richi, el desaparecido Sergio Algora (El Niño Gusano, La Costa Brava), Raúl Minchinela (‘Reflexiones de Repronto’) y tantos amigos como años se acumulan en una carrera profesional como la de Fran Nixon que, recordaba, empezó con un grupo que «no estaba pensado para triunfar, sino que cantábamos en inglés para cuatro amigos» en Gijón y que terminó llenando festivales.
Y con estos prolegómenos se celebró ya de noche el concierto de Francisco Nixon, que como todo el que juega en casa saborea la victoria y con un buen puñado de fieles coreando sus canciones que fluyeron desenfadadamente: ‘Siempre es el cumpleaños de alguien’, ‘Nadia’, ‘Inditex’, ‘Erasmus borrachas’, ‘Adoro a las pijas de mi ciudad’, ‘El cumpleaños de Ronaldo’, canciones del pasado y del presente, de La Costa Brava y de la carrera iniciada por Nixon en 2006 con su disco ‘Es perfecta’. Temas plagados de chicas imposibles, de despedidas que no tuvieron lugar o de aquellas que sí ocurrieron cuando el afecto dejó lugar a otra cosa. También están aquellas canciones que hacen referencia a su traslado a la capital, «cuando vas a Madrid y tienes que dejarlo con la novia de tu pueblo» -‘Vagamos por las calles’- o ‘Bares de taxistas’, profesión compartida por su padre y su hermano, que le animó a no rendirse y seguir haciendo música.
Quizá Nixon no se haya separado tanto de lo que le importa ni haya dejado de lado los temas de siempre porque tampoco deba hacerlo. Ni su empeño en mostrar la música como un proceso artesano y menos mágico sea infructuoso. Tal vez la reinvención venga de otro lado. Mientras tanto, podrá seguir deleitando a su público con todas las emociones guardadas en una canción.