«Creo que los americanos necesitan abrir su mente y sus ojos para aprender y nutrirse más de esas otras culturas, como la española»
Texto y foto: Carlos H. Vázquez
Madrid no es Nueva York, pero las manos del pianista Bill Charlap (Nueva York, 1966) lo son. Sus dedos son calles que desembocan en el blanco y negro de las teclas de un piano Steinway & Sons que lo mismo hacen sonar a Bill Evans o temas como «I’ll remember April». Charlap está esta noche en la ciudad (gracias a Seagram’s Gin) para tocar en el Only YOU Hotel de Atocha solo, sin la compañía del bajo Peter Washington y sin la percusión de Kenny Washington (aunque lo parezca, no tienen parentesco alguno). Con ellos ha grabado media docena de títulos, como «Notes from New York» (Impulse!, 2016) o el álbum con Tony Bennett, titulado «The silver lining». «The songs of Jerome Kern» (RPM Records, 2015). Sin duda, una entrevista con Bill Charlap es toda una clase de Jazz.
Viene de Nueva York, hoy está en Madrid… ¿Se le puede ser infiel a una ciudad sin que le guarde rencor después?
Básicamente, y en primer lugar, lo que hace el viajar es darte alas, abrirte la mente… Pero es difícil poner todos estos sentimientos en palabras, porque se trataría de eso: de sentimientos. Cuando bajas del avión, al llegar a cualquier ciudad, sientes esa energía, como es el caso de Nueva York. Por otra parte, hay una gran diferencia entre culturas debido a sus tradiciones, como la cultura española, que tiene mucho recorrido en comparación con la cultura norteamericana. Creo que los americanos necesitan abrir su mente y sus ojos para aprender y nutrirse más de esas otras culturas, como la española.
¿Cree que el proceso de la memoria es un proceso creativo?
Sí, estoy de acuerdo contigo. Y lo estoy porque cuando estamos todos en el proceso siempre estamos progresando. Sin olvidar las conexiones que hay, claro: conexiones históricas, conexiones humanas, conexiones personales… Hay conexiones que nos enriquecen a nosotros y también a nuestra propia perspectiva, que puede ser, según la persona, muy grande o muy pequeña. De ese modo, lo que hace la perspectiva es continuar expandiéndose y enfocándose.
Le hacía esta pregunta por el tema I’ll remember April…
Claro. Esa canción fue escrita por Gene de Paul y Don Raye. Fue de las primeras, de hecho. Hicieron bastantes canciones populares de Jazz como You don’t know what love is, Gimme some skin, my firend, Star eyes o Mr. Five by Five, por ejemplo. Estas canciones son particularmente atractivas para los músicos de Jazz como lo es un lienzo en blanco para un pintor. Con I’ll remember April, en concreto, surgió una pieza con muchas conexiones para músicos como Charlie Parker, Miles Davis, Art Tatum… La cosa es que son melodías simples pero con un atractivo armónico. Al gran compositor Jule Styne le preguntaron una vez cuál era el secreto para escribir una increíble canción popular. Y dijo: “La canción necesita ser melódicamente simple y armónicamente atractiva”. Ahora, el atractivo de una canción es muy interesante para mí, pero no descuido el lado armónico, el cual considero que debe ser muy rico y no solamente atractivo. Él, Jule Styne, usó su propia canción como ejemplo. No puede ser más simple que esto [Bill Charlap comienza a tocar una secuencia de tres notas en el piano]. ¿De acuerdo? Y armónicamente sería así [ahora, a las tres notas, le añade dos más]. Pero un músico de Jazz acompaña esta armonía con la voz [Charlap vuelve a tocar las mismas notas mientras canturrea por encima: “Pa-pa-du-di, pa-pa-pa-du-da, pa-pa-di-bu-da-da-di”] Es lo mismo que se haría en I’ll remember April [el músico toca los primeros acordes del tema]. ¿Ves? Son dos acordes [continúa tocando]. Es muy atractivo. I’ll remember April es una canción que han tocado personas como Art Tatum, Bill Evans… Cada uno la tocaba de una manera, pero para mí es más atractiva cuando se viste de blanco y negro [la toca a su modo en el piano]. Bill Evans, por ejemplo, la tocaría así [interpreta I’ll remember April como Bill Evans]. Se puede tocar de tantas maneras como ideas tengas, sobre todo en el piano y cuando se hace Jazz. Si me disculpas, me voy a poner algo metafísico por un momento. ¿Puedo?
Por supuesto. Adelante.
No creo en la separación con la gente, pero se ve particularmente en el arte. George Shearing, Bill Evans y Art Tatum no son solo unas ideas, sino que están vivos. En realidad, siguen vivos por las personas que las quieren. Nosotros somos lo que somos por otros y por las bonitas comunicaciones que hay entre todos. Cuando tienes eso hay algo muy especial. Puede pasar. Es parte de la enseñanza: comunicación, orientación… Yo nací en 1966, pero es posible que fallezca en los siguientes quince años, aunque espero que no sea así (risas). No se trata solamente de vivir una vida con un nacimiento y una muerte, sino que va mucho más allá de todo eso. Nos sentimos mucho más relajados cuando estamos a gusto con todo el mundo, por lo que todo el mundo estaría feliz. Cuando te sientas en una mesa con las personas que tú quieres, todo el mundo está contento.
En el Jazz, ¿menos es más?
Personalmente pienso que más es más. Pero algunas veces no [toca una pieza rápida al piano]. Así que, visto lo visto, más puede ser mucho más [ahora lo hace mucho más rápido]. Pero tampoco quiero que sea algo superfluo: quiero que todo tenga sentido. Si escuchas a grandes músicos como Art Tatum o a Jim Hall sabrás que nada es superfluo. Todas estas cosas las vas coleccionando, por así decirlo, gracias a la comunicación que hay entre el músico y la audiencia. ¿A veces menos es más? Bueno, yo creo que depende de la manera artística que tú le quieras dar y entender. Y que lo que tú no tocas puede escucharse igualmente alto.