PJ Harvey ofreció un recital que en el olimpo de los dioses hubiera sido calificado de milagro: un sonido impecable y una puesta en escena sin tachas para un concierto inolvidable. Suede fue la nota discordante con su interpretación íntegra de ‘Night Thoughts’ tapados por una proyección, si bien resurgieron con sus grandes éxitos al final del concierto.
PJ Harvey, la diosa del rock
N. Alles
El concierto empezaría puntualmente a las diez menos cuarto, pero muchos llevaban esperando más de media hora para asegurarse un puesto privilegiado. Nadie se arrepentiría.
PJ Harvey entró al escenario acompañada de nada más y nada menos que otros 9 músicos, aunque por supuesto, incluso rodeada de tanto talento, su presencia se hizo notar desde el primer momento y se erigió como centro del universo sonoro que estaba a punto de desplegarse para deleite del público asistente. El conjunto de instrumentos que arropaban cada uno de los temas dieron textura e intensidad a todo el concierto; a los habituales guitarras y bajo habría que añadirles un saxo barítono, tambores y bombo, saxo tenor, saxo alto (tocado en ocasiones por la propia PJ Harvey), violín eléctrico, coros… Un placer para los oídos.
Con una entrada teatral, llena de presencia sin olvidar la sobriedad, los acordes de ‘Chain of Keys’ de su último álbum ‘The Hope Six Demolition Project’ comenzaron a sonar y el viaje empezó para todos. El sonido era magnífico, por algo llevaban a su propio técnico, y PJ Harvey tan sólo necesito acercarse a la mesa para realizar unas indicaciones durante la segunda canción para que la calidad del sonido fuera excepcional durante el resto del concierto.
Como era de esperar, PJ Harvey recorrió en su práctica totalidad su último álbum, sonando himnos como ‘Ministry of defense’, o canciones cantadas por gran parte del público como ‘Comunity of hope’. No se olvidó de sus otros discos y pudimos acompañar con las palmas en ‘The words that maketh murder’, sentir un escalofrío y dibujar una sonrisa de pura satisfacción ante su registro vocal en ‘When under ether’, o volver más de 20 años atrás con ‘Down the water’ o ‘Highway ’61 Revisited’, su versión del clásico de Bob Dylan que ofreció como broche del concierto en un más que deseado bis.
Decir a estas alturas que PJ Harvey es una de las grandes intérpretes del siglo XX parece una obviedad, tanto sus capacidades literarias como musicales están fuera de toda duda. Pero yo aún iría más lejos, me parece que PJ Harvey es un antes y un después, es alguien a quien bien habremos de recordar para entender hasta qué cotas de calidad puedo llegar nuestra música. PJ Harvey es una diosa del Rock.
Suede, la banda sonora de ‘Night Thoughts’
R. García
El grupo decidió traer al BIME su proyección del largometraje de ‘Night Thoughts’ interpretando en directo las canciones del álbum y fue una decisión que no gustó a muchos
Las ganas de ver a Suede eran patentes y de hecho el concierto de The Horrors languideció de cierto sabor a transición frente a quienes más de 40 minutos antes de que arrancaran los londinenses ya hacían guardia frente al escenario principal.
Esto puede explicar en parte lo que sucedió luego cuando Brett Anderson y los suyos salieron puntualmente. El formato elegido para el concierto dio mucho que hablar y pilló desprevenida a una gran mayoría de asistentes (más de 9.000 según la organización). Lo que parecía que sería un guiño cinéfilo-musical para las primeras canciones terminó siendo un repaso íntegro a su nuevo disco, ‘Night Thoughts’, de una forma bastante peculiar: la banda tocando detrás de la lona sobre la que se proyectó la película dirigida por el fotógrafo Rogert Sargent del mismo nombre que el álbum mientras que la banda, canción a canción, interpretó en vivo la banda sonora. Hubo murmullos y algún grito de parte del público desencantado con el formato, en el que la formación apenas aparecía algunos ratos durante los temas iluminados con el foco, pero era imposible distinguir la interpretación.
La música estuvo en segundo plano, algo extraño en un concierto, pero la intención de Suede parecía clara: ejercer de telón de fondo, dando evidente protagonismo a las imágenes que relataban crudamente aspectos presentes en el disco, como la vida y la muerte, el amor, la angustia y la desesperación.
Seamos sinceros: es cierto que el grupo ha llevado este formato durante su gira pero chirrió en el BIME. Idea «antifestival», como definieron algunos de los asistentes, a quienes no les faltó razón. Quizá una forma de paliar la decepción de muchos de ellos hubiera sido avisar de lo que iba a acontecer desde la propia organización del festival con más insistencia (lo publicaron en redes sociales pero está claro que fueron muchos los que llegaron sin enterarse). Una pena porque realmente la experiencia era diferente y se vio desvirtuada por el ánimo encogido de los asistentes. No sólo la decepción de tener a la banda literalmente tapada por una pantalla, sino también por la crudeza de las imágenes. ¿De veras el festival no preveía la dificultad de asistir de pie a 50 minutos de proyección en plena efervescencia del BIME?
Con todo, apaciguados los ánimos, hubo quien se dejó llevar y aceptó la inmersión visual como parte del espectáculo, tratando de sacar un significado de ello. Desde luego, Sargent ha hecho un trabajo excelente sintetizando en una historia sin palabras todo aquello que atormenta a los seres humanos. Un hombre se sumerge en el mar en una playa desierta y lucha por su vida, una vida despedazada que empieza a reconstruir a jirones a ojos del espectador. Un trabajo digno de mención para el productor y un quebradero de cabeza para el público en modo «festival» que vio su ánimo reducido a cenizas.
Suede: una sola cita, dos conciertos diferentes
Tras interpretar cada una de las canciones de ‘Night Thoughts’, Suede se retiró y durante largos minutos el público vaciló entre encajar lo que había ocurrido o retirarse; pero quedaba el final, y para ello hubo un cambio total de registro. De hecho, lo más correcto sería asumir que Suede dio dos conciertos: uno, emocionante y sensorial pantalla mediante; otro, con el arsenal de grandes éxitos y el espectáculo habitual de Anderson, más cansado de lo habitual (fue el último concierto de una gira por Europa, un mes antes de que se lancen a México).
En esta segunda parte, sonaron canciones anheladas como ‘She’, ‘Trash’, ‘Animal nitrate’, ‘So young’ o ‘Beautiful ones’ a modo de broche, con Anderson cantando entre el público y dejando a éste acercarse al mito, rebajando el nivel de frustración adquirido por muchos durante la primera etapa del concierto.
Una interpretación del primer disco alejada de las expectativas del público del festival. Una suerte de bis con los grandes temas con un sonido claramente peor que en la primera parte. Un vocalista con dificultades para interpretar las canciones más esperadas. No, ni mucho menos era el Suede que nos tenía embelesados desde el BBK de 2012. Pero como acercamiento al nuevo disco fue una decisión valiente y enriquecedora. Que una banda de su talla se permita ceder el protagonismo en favor de la historia es loable. Salvando la barrera lingüística, las canciones fueron las palabras que los protagonistas del filme no conseguían articular, y sus rostros eran cada uno de los sentimientos que se desnudaban, nota a nota. Más que mensajes concretos, sobre el escenario se pusieron en alza los sentimientos más humanos de desesperanza y dolor. Y eso, queridos lectores, no hay festival que lo tape porque nos obliga a admitir que quienes sufrían y quienes luchaban y quienes trataban de levantarse, a veces ya sin aliento, éramos nosotros.
Rocío García
Redacción
Nestor Alles
Redacción