Crónica de la sexta edición del Dcode Festival

Crónica: Marta España / Fotografías: Javier García Nieto

Poco queda de aquel Dcode primerizo de dos días de duración y estilo más cercano al punk y al rock. Poco queda, también, de la condición más independiente de las ediciones posteriores, marcadas por las bandas rock de mayor caché, como The Killers o Franz Ferdinand. Poco queda, por consiguiente, del público perseverante de años anteriores, de modo que resulta bizarra la presencia del mismo nombre en el festival que para muchos ha sido abatido, si bien para otros se ha adaptado a la ley de la oferta y la demanda. Así, ya sea por el miedo a lo desconocido o por el incremento de festivales independientes con los mismos artistas confirmados en cada provincia, adoleciendo el Dcode de este formato, la asistencia al mismo ha sido mínima.

A pesar de ello, los asistentes nos hemos sorprendido con la vertiente que ha protagonizado el evento este año. Independientemente del gusto personal, el Dcode se las ingenia para innovar en cada edición. Este año ha apostado por un estilo más electrónico y un formato diferente: distribuir los conciertos a lo largo de todo un día, incluyendo la mañana. Así, a pesar de las críticas causadas por los mejorables horarios, si un festival empieza a las 11 de la mañana, a alguien le tiene que tocar actuar al mediodía. No obstante, muy elocuente fue la respuesta del público para los músicos perjudicados por el programa: la acogida de Belako y León Benavente fue multitudinaria. Es de agradecer, en este caso, la decisión del festival permitiendo la salida del recinto antes de las cinco de la tarde, si bien la restricción horaria y la falta de pulsera no facilitaron esto.

León Benavente

León Benavente

Pese a lo novedoso de la programación, si por algo se ha caracterizado el Dcode este año es por la profusión de fallos técnicos: la calidad de los artistas fue mermada por el pésimo sonido del equipo técnico. Los acoples fueron prácticamente una constante, hasta tal punto que el concierto de Belako permaneció en completo silencio durante cinco minutos aproximadamente. Así, si los artistas del Escenario Complutense eran, en su gran mayoría, merecedores del espacio principal, la mayoría dieron una actuación negligente debido a tales fallos.

Cintia Lund

Cintia Lund

De especial renombre fueron las actuaciones protagonizadas por mujeres que, si bien de grandísima calidad, la organización del evento las consideró no merecedoras de los escenarios principales. A excepción de la cabeza de cartel Zara Larsson y de Cintia Lund (más por haber ganado el concurso BDcoder que por la elección de la propia organización), las bandas quedaron relegadas a un segundo plano. De este modo, a pesar de un porcentaje de presencia femenina superior al resto de festivales de la península, la desigualdad se hizo evidente.

Zara Larson

Zara Larson

Así, Bambikina fue la encargada de inaugurar la tarde en el Escenario Complutense. A pesar del acople de su acústica y del volumen elevadísimo de la trompeta, los madrileños nos conquistaron con su folk español de influencias hispanoamericanas. No solo su instrumentación es insólita, sino que las letras no son aquellas que estamos acostumbrados a escuchar. Como si de una Laura Marling española se tratara, la fusión estilística que Bambikina encarna es digna de, por lo menos, escuchar.

Dagny fue la siguiente en salir a escena en el pequeño escenario. Presentando “Ultraviolet”, su primer EP, extrañó su gran profesionalidad a pesar de su corta trayectoria. Dagny actuó con una distorsión vocal superior a la de la Reproducción Extendida y una base de bajo que, en ocasiones, rozaba la influencia del stoner. También podíamos apreciar, tanto en la performance como en el directo, influencias de los genios más reconocidos del pop (encontramos riffs con gran peso de Michael Jackson) como del dance de la era millenial.

Dagny

Dagny

Sin embargo, otro de los errores del festival fue abusar de esta configuración. Tras Dagny, Oh Wonder repitieron el formato sin apenas cambiar de tonalidad entre canción y canción, hasta el punto de que Zara Larsson parecía la última parte de una trilogía monótona.

Oh Wonder

Oh Wonder

Así, tan solo tuvimos un descanso del pop durante Eagles of Death Metal. Los veteranos hubieron de combatir la falta de volumen y la pésima dicción lograda con el micrófono. Ya sea por estas razones o por acuerdo de todos los miembros de la banda, lo cierto es que la actuación se asemejó más a un monólogo que a un concierto, pues no tocaron más de siete canciones, entre ellas una versión de David Bowie. Pese a ello, el público se volcó por completo con los estadounidenses, lo que  puede reflejar una de las causas por las cuales este año el festival se ha llevado el batacazo: los fanáticos prefieren acudir muchas veces al concierto de un grupo ya obsoleto antes que dar una oportunidad a bandas fuera de la zona de confort, de ahí la falta de asistencia.

Eagles of Death Metal

Eagles of Death Metal

Algo similar ocurrió durante el concierto de Love of Lesbian. Los catalanes actuaron en el Dcode en 2013. Por aquellos entonces, ya aprovechaban la tonalidad de “1999” para versionar a Jeanette, y desde entonces el directo se ha mantenido casi intacto. Con el mismo setlist de hace dos años y la misma puesta en escena, lo único algo distinto es la pérdida de registro de Santi Balmes. Sin embargo, fue aquel con mayor cantidad de seguidores de todo el festival. Quizás el momento más emotivo del concierto fue “Domingo astromántico” con Carla Morrison, cuya voz engulló a toda la banda durante tres minutos.

Love Of Lesbian

Love Of Lesbian

Bunbury preparó una sesión lo más propicia al ambiente del festival. Alternando canciones de Héroes del Silencio con los mayores éxitos de su carrera en solitario, dio un repaso por toda su trayectoria, lo que provocó la euforia durante todo su concierto. Canciones como “Maldito Duende”, “Mar Adentro”, “Avalancha” o “Lady Blue”, con la que cerró, marcaron el principio y el final de una etapa en la que muchos de los que allí se congregaban participaron.

Bunbury

Bunbury

Justo al finalizar el concierto del maño, Triángulo de Amor Bizarro comenzaba en el Escenario Complutense. Con una acentuación similar a la de Burning y un estilo similar al de Aerolíneas Federales, contrasta la fusión de nuestra Edad de Oro con los sonidos más grunge y pinceladas de la new wave de la psicodelia, pese a un sintetizador imperceptible.

El festival concluyó con Mark Ronson, acompañado de su portátil. El DJ trajo consigo una selección de temas más cercana al género musical de las minorías globales, fusionadas con uno de los géneros más comerciales de la historia.

En general, son muchas las circunstancias que han provocado la decaída del Dcode en su sexta edición. Sin embargo, esperamos que, una vez corregidas, en festival siga aguantando muchos años más.