LKan celebran por todo lo alto su quince aniversario en la Sala OchoyMedio de Madrid
Pocos grupos pueden presumir de llevar quince años en la música, y mucho menos tener la desfachatez de celebrarlo cuando ya han pasado dieciséis años y pico desde su inicio. Pero claro, estamos hablando de LKan, y si algo caracteriza al grupo es hacer lo que les dé la gana y cuando les apetece.
Aprovecharon la oportunidad para presentar el que es su flamante nuevo disco, «Lo nuevo y lo viejo, canciones fósiles y canciones viejunas« (Subterfuge, 2016). Un recopilatorio que incluye grandes hits de todos sus discos, más aquellas canciones que nunca se han editado en formato físico, y dos nuevas canciones producidas por Hidrogenesse.
Se anunciaba el concierto como una gran celebración de todos estos años, y lo iban a celebrar a lo grande. Más de una docena de amigos pasaron por el escenario para acompañar al grupo en la celebración.
Iniciaban el concierto tocando su canción más reciente, «Al mundo no lo va a salvar una manzana», acompañados de Xiana Fumega haciendo los coros vestida de manzana. Todo un alegato contra los comedores de manzanas.
Juan, de la Monja Enana, presentaba un nuevo invento que iba, por fin, a desentrañar uno de los misterios que rodean siempre los conciertos de L Kan, ¿cuánto puede saltar B Kan durante una actuación? Para poder responder esa pregunta se ha inventado el Saltómetro, aparato capaz de ir contando los saltos y acabar con uno de los misterios del indie nacional.
Para presentar «Mi cociente es diferente«, solo una persona podía encargarse de esa tarea: Lucia Etxebarria. Ella es perfectamente conocedora, como miembro del Club MENSA, de lo que es ser diferente a los demás.
Niño Fixo subió al escenario para hacer coros y saltar en «Bailan», al igual que hicieron Servando y Marta de Aviadror Dro, caracterizados de leñadores hipster para interpretar No hay amor en tu barba.
Durante todo el concierto, Diana Aller hizo de cronista, con un ordenador conectado a la pantalla de la sala, iba anunciando alguna de las canciones que sonaban, al igual atacaba directamente al grupo: «L Kan hacen de todo. Nos quitan el pan» , llegó a decir la cronista.
Subió La Prohibida al escenario del OchoyMedio para interpretar una canción que le va totalmente: «Señora». La antítesis vino un poco más tarde cuando las reinas del electro-disgunting, Las Bistecs, interpretaron «Aburrida de estar salida».
Mario Gil acompañó a los teclados en «Todo por placer y Todo lo que no», canciones clásicas del repertorio de L Kan, al igual que sonaron «La mancha de la mora», «Viva la pestaña», «Modern Talking», y la versión que acaban de publicar de «Rata de dos Patas» de Paquita la del Barrio.
Silvino y Rosa, de Aerolíneas Federales, acompañaron al grupo a los coros de «Rollo Porno». B Kan aprovechó que Olaya, cantante de Axolotes Mexicanos, subía al escenario a cantar «Humor idiota», para presentarla como su heredera musical. La verdad es que no va nada desencaminada como heredera del pop más macarra y gamberro.
No podía faltar uno de los mayores hits del grupo, «Gayhetera», coreado por todo el público asistente, ni finalizar con una de las canciones más vivas que nos podemos encontrar en cualquier concierto al que asistamos, «Yo ya no», una canción mutante, al igual que el grupo, que se va adaptando a los tiempos, siempre fresca y actual.
Recordaba el espectáculo a una de esas revistas que se podían ver hace unos años en el Teatro La Latina. Incontables cambios de vestuario –Óscar Guimarey y Álvaro Gutiérrez saben captar perfectamente la esencia del grupo-; confeti; tarta y cumpleaños feliz incluido; y todos los invitados acompañando al grupo en la última canción.
Prometían espectáculo y lo dieron. Si el pop es diversión, la gran fiesta que montaron L Kan en la Sala OchoyMedio, es la demostración más clara de ello. Por cierto, el saltómetro anunciaba al final del concierto el número de saltos que había dado B Kan durante el mismo: 2572 en total. Otro misterio del pop resuelto.