León Benavente editan «2», un segundo trabajo sin paliativos

Ante el lanzamiento de un disco, el grato sentimiento de expectación que muestra uno es una sensación reconfortante; primero, por recuperar la confianza en la música de nuestro país y segundo, por no perder con los años esa ilusión por escuchar nuevas canciones.

El segundo trabajo de León Benavente es “2”, un título rotundo que deja poco a la imaginación. Para no andarnos con rodeos dejando la conclusión para el final iremos directos al grano: no nos ha defraudado en absoluto, «los leones» siguen rugiendo con más fiereza si cabe en este segundo trabajo. Una primera escucha basta para darse cuenta de que, sin lugar a dudas, “2” suena a León Benavente evolucionado, más contundente, agitado y con algo de ruido trepando por sus espaldas.

Vuelven a editar disco en una fecha cercana a los festivales estivales y que, por tanto, podría parecer aciaga para un lanzamiento, pero si con su primer disco homónimo funcionó ¿por qué no repetir la fórmula?.

Las nueve canciones que componen “2” son tremendas piezas que evolucionan y mutan de principio a fin, jugando con las dinámicas y el sentimiento del oyente sin escrúpulo alguno. El viaje sonoro se podría comparar con el de una montaña rusa, con picos de intensidad que caen a plomo y suben el estómago hasta el gaznate, quitando de golpe el aliento. Para aquellos que quieran tomarse un periodo de adaptación a este nuevo sonido de la banda, pueden acercarse a canciones como “Nuevas Tierras” o “La Ribera”, prima hermana de “Estado Provisional” en cuanto a ritmo y línea de bajo se refiere, con homenaje a The Clash incluido.

La manera que tienen estos cuatro tipos de contar cosas en sus canciones es fascinante. Son letras cercanas, irientes, sin paisajes oníricos ni unicornios dorados… son letras que tocan la piel, que duelen en algunos casos y pervierten en otros: “…hicimos lo que hacen los perros, lamiéndonos las heridas justo después de corrernos”. Le ha cogido gusto el señor Boba a esto de recitar sus letras y, la verdad, es que es un traje que encaja con gusto en la percha de la melodía y que llega a un punto superlativo cuando ambas se funden para crear una obra tan perfecta como “Habitación 615”, resumen y cierre de disco de los que dejan sin palabras.