Manos de Topo y su estriptease emocional colgaron el cartel de «no hay billetes» en Madrid
Manos de Topo se atreven con todo, incluso con abrir su cerebro para enseñarnos que hay dentro. Hace un año colgaron el no hay billetes en la sala El Sol, y hasta se atrevieron a enfrentarse al exigente público infantil en los conciertos en familia de La Casa Encendida.
Ahora vuelven a aparecer en Madrid – 9 y 10 de marzo todo vendido – en el Teatro del Arte, para presentar su nueva propuesta, «Un cerebro repleto de recuerdos inútiles», donde Manos de Topo realiza un striptease emocional para descubrir a sus seguidores de dónde vienen las letras de sus canciones, y cuánto hay de verdad o ficción en ellas.
Manos de topo nos invitaba a todos al salón de su casa, recibiéndonos en pijama y zapatillas, dispuestos a desentrañar el porqué de sus canciones: amores, desamores, celos, virginidad, paternidad y mudanzas, muchas mudanzas. El show de diapositivas marcaba las explicaciones y el ritmo de las canciones, algo más de una docena en hora y media de actuación, y servían como hilo conductor.
Por la pantalla desfilaron pasadas candidatas a reina de España, «Palabra de Eva Sannum»; reinas del papel couche y estrellas del indie, «Ejército ruso»; amores y desamores, «La chica tripolar»; y pisos en alquiler, momento en el que Miguel exponía su teoría de la querencia de los gallegos por las mudanzas.
No faltaron imágenes de los miembros del grupo, una especie de antes y después al estilo de los programas de televenta, ni la extraña historia de Miguel cuando robo una foto de la hermana de Alejandro, «Vacaciones en Corea».
También tuvo su sitio en el espectáculo la tan buscada, y a veces denostada, madurez. Diez años de carrera y la búsqueda de su espacio, tanto en la música como en la vida. “Madurez en plantearse que vas a hacer esta noche: pillar un gramo o tener un hijo”, explicaba Miguel.
Un concierto alejado de sus temas más conocidos que finalizaba con Pollo frito, ejecutada con la rabia y la violencia que la canción merece.
Por supuesto, como todo buen striptease que se precie, el desnudo no fue integral. Miguel, Pau, Rafa y Alberto (fantásticamente acompañados por Sara), han sabido muy bien desvestirse poco a poco, insinuando y mostrando lo justo de su particular universo.
Hacia el final del concierto, Miguel compartía con todos los asistentes un secreto: venían a Madrid a dar las gracias al público, y a despedirse. Entre bromas explicaba que lo mismo era un parón corto en su carrera, al estilo The New Raemon, o bien esperaban a ser llamados dentro de diez años, para tocar únicamente su primer disco en algún macrofestival.
Ya dejaron claro en el vídeo de El último esfuerzo, la dificultad, por no decir imposibilidad, que tienen para tocar en los diferentes festivales de la geografía española, pero Manos de Topo han demostrado, una vez más, que son una de las propuestas más sólidas del panorama indie, y que deberían tener un lugar en todos los carteles festivaleros del país.
Esperemos que el anuncio que hicieron fuera únicamente parte del espectáculo. Cuatro discos, un split compartido con Tarántula y diversas colaboraciones, merecen continuar adelante. El indie patrio necesita grupos como Manos de Topo. ¡Larga vida a Manos de Topo!