Vintage Trouble vuelve a ofrecer una lección de directo en la sala Razzmatazz de Barcelona en su cuarta visita a la Ciudad Condal
Vintage Trouble actuó ayer en sala Razzmatazz de Barcelona demostrando que hay esperanza en la música, enviando mensajes positivos y realizando un directo que pocos grupos en la actualidad son capaces de realizar con sólo cuatro artistas en un mismo escenario. Una lección avanzada de estilo, sobriedad, presencia, voz y baile. En resumidas cuentas, una fiesta en toda regla. Como dijeron al empezar el concierto: “this is not a concert, this is a dance party!”.
Todo aquel que todavía no conoce a los americanos no sabe que este grupo es capaz de poner de pie una sala entera con tan sólo una canción. Da igual si la has escuchado antes o no porque acaba contagiándote. El cuarteto realiza un directo salvaje y festivo con dosis de provocación. En otra década, Vintage Trouble hubieran llenado estadios. Su tipo música lo permite y no nos extrañaría que algún día lo consiguieran. Nosotros estábamos preparados para lo bueno ya que era la segunda vez que les veíamos actuar. La primera, este año en el festival Cruïlla Barcelona. Íbamos con miedo de encontrarnos con un concierto sin magia, que no igualara al increíble primer encuentro que tuvimos con ellos. Pero no defraudaron.
Notamos unas cuantas diferencias, como es normal, respecto al concierto del festival. La más remarcable, el orden de los temas. En el Cruïlla, dadas las difíciles horas en las que tocó el grupo, optaron por un comienzo con sus temas más movidos, sin dejar apenas tiempo para respirar. Ayer se fueron intercalando las canciones más lentas con las movidas.
Pero antes de meternos en cuestión, empecemos por el principio. Slydigs fueron los teloneros del concierto, un grupo inglés desconocido para la gran mayoría, salvo para los pocos asistentes compatriotas que hubo. Un grupo que suena muy potente y nítido. Guitarras bien definidas y música industrial haciendo gala de que dominan muy bien el estilo inglés. Con ellos, la sala se fue llenando y caldeando, sobre todo cuando apareció sobre el escenario Ty Taylor, el vocalista de Vintage Trouble, para participar en uno de sus temas, “Stiff Upper Lip”, tocando el trombón. Buen comienzo.
Lo bueno no tardó en llegar y a la hora en punto ya salieron los protagonistas. Entre el público ya se percibía aquel murmullo típico de las grandes actuaciones, un público de todas las edades listo para darlo todo. Los americanos, impecablemente vestidos siguiendo la estética más pura de los años 60, se saludaron educadamente y empezaron el recital con una de sus baladas swing, dejando a todo el mundo parado con este comienzo tan tranquilo. Pero no se hicieron de rogar y a continuación “Blues Hand Me Down” encendió la chispa que le faltaba al público. Ty Taylor se desató y puso en acción todos sus movimientos, bailes eléctricos y saltos, cambio de voces y correteos. Todo con un carisma digno de un líder de grupo de talla mundial. En medio de la locura que se estaba produciendo, la conexión grupo-público fue inevitable. Hacía tiempo que no se notaba a la gente tan apasionada con un grupo aún por darse a conocer en todo el mundo. El recital no tenía freno y las canciones iban apareciendo: “Another Man’s Words”, “Doin’ What You Were Doin”, “Angel City, California” y “Nancy Lee”, entre otras. Ya no importaba el tema, la fiesta había empezado, la dance party estaba en marcha.
Siendo esta una crónica de un concierto de Vintage Trouble, se debe hacer mención especial al momento cumbre de la cita, el clímax que se alcanza con el tema estrella del grupo: “Run Like The River”, su canción más popular y la que todo el público esperaba. Es en ese momento donde el vocalista se lanza al público y lo recorre de arriba a abajo sin dejar de cantar y bailar con la gente. Esta vez se subió a la mesa de mezclas de la parte superior de la sala para terminar de explotar el tema. A la vuelta, no le hizo falta caminar: volvió al escenario por encima de los asistentes realizando su ya famoso crowd surfing.
Para terminar el intenso concierto, que duró una hora y 10 minutos, se despidieron con dos de sus temas más conocidos: “Nobody Told Me”, una balada que finalizó siendo una fiesta con el cantante bailando de nuevo entre el público, y “Pelvis Pusher”, donde derrocharon la energía que guardaban entre sugerentes y provocativos movimientos pélvicos.
Un concierto que supo a poco porque, tras bajar del escenario todos los componentes y despedirse entre el público, todos permanecimos estáticos con la esperanza de poder seguir bailando más temas al ritmo de Vintage Trouble. Un grupo que supone la resurrección de los grandes intérpretes de soul de los 60, como Otis Redding, su gran inspiración, tal y como afirmó Ty Taylor en el concierto. El cantante aprovechó para rendirle un pequeño homenaje haciéndonos partícipes a todos los presentes, porque ayer fue el aniversario de su muerte.
Y no nos gustaría terminar esta crónica sin mostrar nuestro agradecimiento a este tipo de bandas, capaces de hacerte vibrar y bailar sin preocuparte de lo que has invertido para verles. Un grupo que no es sólo un componente, sino cuatro a partes iguales: el carisma de Ty Taylor y la sobrada calidad de Nalle Colt, Rick Barrio Dill y Richard Danielson, punteros en cada uno de sus instrumentos. Sólo nos queda decir: ¡gracias, Vintage Trouble!