El pasado 18 de noviembre regresó a nuestro país la mítica banda escocesa Texas. Esta vez con motivo de la celebración de su 25 aniversario y la banda hizo un repaso exhaustivo de sus más famosos temas. No dejaron nada en el tintero y nos presentaron sus últimas cuatro canciones.

Es agradable ver cómo bandas de la talla de Texas, con montones de macroconciertos a sus espaldas, se pueden saborear en recintos cerrados y no muy grandes como Razzmatazz. La complicidad que se puede llegar a tener es máxima y más si su público está tan entregado como el de esta ocasión. El concierto empezó casi puntual y sin teloneros. Duró dos horas y cuarto que pasaron volando. Cómo dijo Sharlene Spiteri nada más empezar, “este no es un concierto al uso, vamos a disfrutar de la velada haciendo un viaje en el tiempo pasando por todos nuestros éxitos más importantes”.

Dicho y hecho. Después de un comienzo tranquilo con una de sus nuevas canciones, “Family”, con tan sólo ella a la guitarra, la gente no pudo reprimir sus ganas y explotó en una larga ovación hacia la intérprete, que se puso al público en el bolsillo nada más empezar. Se preveía una noche larga, ya que entre canción y canción los aplausos se iban prorrogando varios minutos hasta la última de ellas. Además, la interacción de la cantante con la gente fue uno de los platos fuertes de la noche, o velada según se mire, y es que no dejó ningún momento de respiro sin una extensa charla con cualquier asistente del público que le aclamara. Las tablas son las tablas, y hubieron muchísimos momentos de monólogo contando sus batallas o experiencias de sus giras y comienzos. Estos momentos fueron una parte más del repertorio y llamaron la atención a partes iguales de todo el mundo, especialmente en la primera mitad del concierto.

La setlist que interpretó la banda fue más que acertada. En la primera mitad tocaron los temas más conocidos por los fans acérrimos, que no menos famosos. Canciones que la gente no dejó de jalear en ningún momento como «Halo», «Detroit City», «When We Are Together», «Guitar Song», «In Demand» o «Everyday Now». Todo muy bien estructurado con los últimos temas, que ejercían de pequeños momentos de relajación, intercalados en determinados momentos.

Pero llegó el punto de inflexión con «I Don’t Want a Lover» que fue el detonante de una ráfaga de temazos que ya todo el mundo ha escuchado al menos dos o tres veces en su vida, tengas la edad que tengas. Y se fueron sucediendo «The Conversation», «Summer Son», «In Our Lifetime»«Say What You Want» y antes del bis en medio de una apoteosis, «Black Eyed Boy». El bis, entre cantos futbolísticos por parte del público, fue el remate final con «Inner Smile» e incluso, hicieron un homenaje a Elvis Presley para despedirse, con «Suspicious Mind».

La gente abandonaba la sala con una sonrisa de oreja a oreja, ya fuera por el gran concierto que habían presenciado o por el gran recital de simpatía y provocación que había derrochado la vocalista, ya que parte del show se lo debemos a ella.

Y nos gustaría destacar que una de las mitades de Team Perrolín ha cumplido un sueño, ver a Sharlene Spiteri en directo. Uno de los iconos musicales por excelencia del pop de los 90, además de ser uno de esos referentes musicales que nunca se van de tu cabeza y creces con ellos. Nos alegra ver que no ha perdido ni un ápice de su sex-appeal y que sigue en forma. Demostrando en cada canción quién manda encima del escenario. Parece que los años no pasan para ella. Es una de esas estrellas de la música que son capaces de llenar un escenario con su única presencia. Cómo nos gustaría tener una “Conversation” con ella…