Vetusta Morla cierra la gira de La Deriva en Madrid en una «celebración de la vida»
Por Miguel Chorusman
Una «Fiesta Mayor«, sin duda puede ser el resumen final del último concierto de la gira La Deriva que ofreció Vetusta Morla en Madrid. Una celebración con 25 canciones que un Barclaycard Center hasta la bandera coreó, gritó y bailó durante más de dos horas.
Con treinta minutos de retraso (cosas de la retransmisión por Radio3, se supone) comenzaron a aparecer en la pantalla, que presidía el escenario de esta gira, las ciudades que han visto rodar «La Deriva», incluso con fechas que vendrán en las próximas semanas allende nuestras fronteras (Berlín, Hamburgo, Bochum, Colonia y Frankfurt,).
La velada se abría, como no podía ser de otra manera, con «La Deriva«. Desde la última fila del coliseo madrileño se podía observar perfectamente la brutal oscilación de las cuerdas del bajo de Álvaro B. Baglieto, marca indiscutible de este disco. Adaptación de la letra para la situación: «Y ver mi rostro en vuestras vidas» para meterse en harina por completo. Se despliega un telón blanco que cubre toda la trasera del escenario y se humedecen las canillas; cada guiño escénico es recibido por el respetable con admiración en una entrega total hacia el sexteto. Una comunión con el público que se hace evidente en canciones como «Golpe Maestro«, con las quince mil personas haciendo de sus voces una sola y espetando el ya famoso: «Nos han dejado vivos«.
Pucho, frontman que ha evolucionado del joven tímido de sus inicios, que apenas separaba sus pies del micrófono, a imparable lagartija de escenario que se contonea y desliza sin desenfreno, aprovecha el primer descanso para agradecer al público que se haya acercado hasta este «macroconcierto» sin miedo y vengan a disfrutar de una celebración de la vida.
Las canciones de este disco funcionan a la perfección en este formato de bajos distorsionados y guitarras de cuerpo vigoroso, temas como «La mosca en tu pared» apabullan sobremanera y todo ello ejercido desde la emoción que despiertan unas letras perfectamente hiladas con melodías preciosistas; porque Vetusta Morla es una banda de buenos músicos que no alardean de virtuosismo. No hay solos de guitarra, no hay demostraciones de suficiencia interpretativa, no les hace falta y ellos lo saben. Basta con saber utilizar el intenso acople que provoca la caja hueca de la Gibson de Guille Galván cuando se arrima a su ampli VOX, añadirle un toque de ebow para obtener un sonido electrizante que erice el bello de la manada.
La lona se cae y el público se vuelve loco una vez más.
La bandera francesa, tan presente estos días en multitud de homenajes, también aparece en este concierto aunque de manera sutil, enarbolada por los focos que representan «Tour de Francia«.
Momento cumbre de la noche fue la interpretación de «Saharabbey Road«, canción que representa a la perfección el éxito de Vetusta Morla, un tema que les acompaña desde el principio de su ascensión y donde la fusión con el público se hace fraternal. Esta vez suena apoyada por el trío de metales del grupo No Reply que sin duda dan otro empaque al tema y aumentan la exaltación.
Los vientos se quedan desde aquí hasta el final del concierto para apoyar temas como «Maldita Dulzura«, «Sonata Fantasma» o «Fiesta Mayor«. Tiempo de bises, resúmenes y agradecimientos para dar por finalizado el curso de una deriva que lo ha devorado todo.
Supeditado todo a La Deriva
Si hay algo que achacarle a La Deriva ha sido la manera en que ha condicionado el repertorio de la banda a su sonido. Ya avisaron al inicio de esta gira que las canciones de los discos anteriores se iban a adaptar al sonido de este nuevo trabajo, pero la manera que ha tenido de fagocitar temas como «Un día en el mundo«, olvidando casi por completo el riff que la hizo grande o cómo ha dejado en la mínima expresión musical un tema como «Sálvese quien pueda«, convertido en un básico ejercicio de cántico más propio de eventos deportivos y un simplísimo ritmo de batería que acompaña los «Hay tanto idiota ahí fuera» no es de rigor.
Es llamativo que «En el río«, canción que fue single de «Mapas«, se haya tenido que quedar fuera de este repertorio debido a que su marcada personalidad es inadaptable a La Deriva. Esta gira ha dejado en el banquillo arpégios, riffs, escalas… y eso duele cuando veníamos del disfrute de conciertos con orquesta como los del Teatro Circo Price donde la calidad musical abarrotaba los sentidos.
Es cierto que la efectividad de la escenografía, la intensidad aportada y los vatios han dejado en la mayoría de sus seguidores una sensación plenamente satisfactoria pero, aunque como dijeron ayer, «el cambio es positivo y os invitamos a que vosotros también cambiéis«, a veces no hay que olvidar «Lo que te hace grande«.
Y no, nosotros tampoco sabemos qué carajo significa el monstruo cíclope que apareció sobre el escenario pero como aquí nadie da puntada sin hilo seguro que muy pronto lo sabremos.