Jazzanova fue protagonista anoche de la fiesta de clausura del Festival de Cine de Gijón. Uno de esos conciertos que, lamentablemente, pasa sin demasiada pena ni gloria pese a la merecida fama de la formación, más bien fruto de la desinformación. Una pena que el festival no haya sabido potenciar el valor de uno de sus conciertos más punteros de este año, puesto que el aforo podría haberse visto aumentado con creces dado el bagaje del colectivo berlinés.
En realidad, el recital no era tal sino un DJ set de Class Brieler, uno de los integrantes de la banda y parte fundamental del afamado sello electrónico Sonar Kollectiv. Muchos no serían conscientes de lo que allí estaba pasando, merecedor de algunos de los recuerdos más memorables de las Boiler Room Sessions de Berlín o el ya lejano Sonar de 2001. Brieler calentó la pista con el sonido característico de Jazzanova; líneas de bajo con grooves que incitan al baile sin complejos, voces negras propias del soul y jazz, reminiscencias del mejor disco, y por supuesto cajas de ritmo rotundas e impactantes propias de las frías tierras alemanas.
Lamentablemente, el horario y la planificación no estuvieron acertados; si bien el público acabó respondiendo a los ritmos penetrantes y llenos de estilo de Brieler. El set empezó en torno a las 3 de la madrugada tras una larguísima sesión del dúo de DJ’s asturianas Las CasiCasiotone. A la vista del cartel, podría parecer que el grupo principal actuaría a un horario más razonable, pero finalmente no fue así y la transición entre los sonidos más crudos de las teloneras a los ritmos más amables de Brieler, sumado a la espera, hicieron más difícil disfrutar de este magnífico set.
Crónica e imágenes: R.García / N. Alles