Vivimos en la era digital. Buena parte del consumo de cultura se hacer frente a una pantalla. Ya sea la de la televisión, smartphone o ebook, la cultura se ha digitalizado. Por eso sorprende que, en pleno 2015, el disco de vinilo siga vivo. No me atrevería a decir el clásico «más vivo que nunca», pero si que es cierto que está disfrutando una nueva juventud por así decirlo. Tras dos décadas en las que el CD parecía haberlo matado y con la llegada del MP3 y del audio por streaming, el LP ha vuelto a las tiendas y ha obtenido unos buenos datos de ventas.

Pero, ¿Cómo es posible que un sistema de sonido como el disco de vinilo pueda competir contra el CD o el MP3? Después de haber descubierto el sistema FLAC de sonido perfecto, ¿Cómo puede haber alguien que quiera escuchar el ruido de la aguja? ¿Es una simple moda hipster o ha vuelto para quedarse? desde luego no son pocas las preguntas que uno se hace al hablar del despertar de este sistema.

Un poco de historia

El gramófono de disco se inventó a finales del siglo XIX. Los discos fueron el primer gran sistema de grabación para masas. Durante décadas fueron perfeccionándose hasta llegar al clásico disco de material plástico o de vinilo. Un disco de fabricación barata y con capacidad para 90 minutos de música. En él se forjaron las primeras estrellas musicales de la música moderna.

El vinilo vivió tranquilamente hasta mediados de los años 60. En 1963 se lanzó la cinta de casete y 2 años más tarde vería la luz el cartucho de 8 pistas. Ambos sistemas eran compactos, y la tecnología no tardo en ofrecer sistemas de sonido con reproductores para éstos en los coches.  El LP se encontraba con su primera piedra en el camino. Pese a todo, pese a que no tardaría en llegar el walkman, el vinilo siguió vivo durante los 60 y 70. Tocado, eso si, pero vivo.

La década de los 80 supuso la llegada de la era digital. El Compact Disc era un vinilo más pequeño, con mejor calidad de sonido y con la posibilidad de rebobinar o adelantar una canción con sólo pulsar un botón. Discos ópticos de 74 minutos que, junto a una casete en auge, golpearon fuertemente al vinilo. Llegaron los 90 y la tecnología digital fue dejando moribundo al disco LP. Su uso se redujo al coleccionismo y a los dj’s, que siguieron apostando por este soporte. Pese a todo, el vinilo siempre ha estado ahí.

Pero, ¿Por qué ha vuelto el vinilo?

¿Cómo es posible que elijamos un sistema de sonido que claramente se ha quedado atrás? ¿Por qué elegimos lo imperfecto sobre lo perfecto? ¿Cómo es posible que en los últimos 5 años la venta de LPs no haya parado de crecer? Puede resultar ilógico y difícil de creer, pero es un hecho que los discos de vinilo han vuelto.

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La explicación a esta… ¿moda? puede ser compleja y hasta curiosa. Cada día hay menos tiendas de música en España y en el mundo entero, pero las supervivientes se han convertido en auténticos templos para los coleccionistas. Éstos no han parado de buscar discos, ya sean en las tiendas, en ferias o en internet. Porque aunque resulte contradictorio, la red ha servido para potenciar la venta de vinilos. Los amantes de este tipo de discos han encontrado en sitios como Ebay su rincón para hacerse con discos de segunda mano. Es muy fácil comprar cualquier cosa gracias a internet, y los LPs no iban a ser menos.

Otro factor clave en la revitalización del disco ha sido la música indie. Tanto los sellos como las bandas de música independiente siempre han apostado por este formato. Ya sea por su cultura vintage o por un fenómeno remember,  el caso es que hablar de vinilos a comienzos de este milenio era hablar de indie. Alguno puede unir el fenómeno indie con la cultura hipster que estamos viviendo. Está claro que el hipsterismo llegó con una curiosa y llamativa admiración por lo retro y vintage.

En la última década se ha potenciado las reediciones de grandes clásicos en vinilos. La nostalgia ha sido un factor clave. ¿Quién no le gustaría tener una copia de The Wall en vinilo? O de Thriller, el White album o Highway 61 Revisited. Muchos/as que en su día adquirieron estos vinilos lo han vuelto a hacer. Una forma de revivir aquella juventud en blanco y negro (o en tecnicolor).

Son muchos los factores que han sido claves para el renacimiento del vinilo. Las discográficas ven en el LP otro producto en el que poder obtener ingresos. Vendiéndolo como un icono clásico o incluso de edición especial y exclusiva, el vinilo resulta altamente atractivo por encima del archivo mp3 o del CD. Una carátula de 30 centímetros con un enorme libreto interior, con un disco altamente personalizable son factores que juegan a favor del consumidor que busca una experiencia por encima de todo. Hasta podemos encontrar marcos para hacer que estas piezas musicales se conviertan en objetos decorativos.

Puede que el vinilo no tenga el mejor sonido y que resulte imposible su uso en una situación que no sea en el tocadiscos de nuestro salón o habitación. Quizás no sea el sistema de consumo habitual, pero si resulta un objeto mítico y añorado por una parte de la sociedad. Lo asociamos a los grandes nombres y movimientos musicales del pasado cercano, y la nostalgia juega a favor suyo. Puede que en un momento en el que casi toda la cultura que consumimos es intangible, el LP resulte una pequeña isla, un reducto en el que aún podemos disfrutar del diseño, del packaging clásico y de poder tocar lo que consumimos. Por una u otra razón, el vinilo sigue vivo, no sabemos si de forma temporal o permanente. No busquemos fechas de caducidad y disfrutemos de uno de los sistemas más importantes de la industria musical del siglo XX.

Larga vida al vinilo.