Todo tiempo pasado fue mejor. Ya no se escriben novelas como El Señor de los Anillos, ni se filman películas como El Padrino. Ya no hay genios musicales como Hendrix, ni grupos sobresalientes como los Beatles. Para muchos, la cultura actual es una patraña, un quiero y no puedo si la comparamos con la del siglo XX. Aquí hablamos de música y por lo tanto nos centraremos en ésta. ¿Ha muerto la buena música? ¿No hay nada potable ahora?

Escuchamos al pueblo

Si preguntas en Twitter por el panorama musical actual, cuatro de cada cinco tweets contendrán una mala opinión al respecto. Para mucha gente, la música de calidad ha muerto. Mira hacia atrás y tras contemplar el legado, se echa a temblar. Francamente, entiendo a quienes lo ven todo negro. Piensas en aquellas bandas que en su momento eran las que más vendían entre los jóvenes, las comparas con el panorama actual y es cierto, te asustas. A tu mente vienen The Beatles, The Doors o los Beach Boys, bandas míticas que causaban furor entre las quinceañeras y que estaban mal vistas por los padres y madres de la época. Las comparas con lo que actualmente es consumido por ese target y bueno, entiendo que te den ganas de llorar.

Es cierto que el mercado ha cambiado. Que las reglas del juego, y casi hasta el juego es diferente. Que se han generado mil y un mitos musicales baratos a base de jugar con las tendencias, con la inmoralidad y todo ello con la ayuda de las nuevas tecnologías. Crea una canción con movimiento, envuélvela en todos los clichés posibles y deja que internet haga el resto.  Esta ha sido la receta de la música pop durante años. Funcionó en los 60 y funciona aun hoy en día con personajes musicales como Nicki Minaj.

Siempre ha habido basura

Nos gusta pensar que antes todo era perfecto. Que en los 70 cualquier cosa sonaba a Led Zeppelin o a Fleetwood Mac. Pero también se cometieron grandes fiascos y «basura». Para muchos, ese funky fresco y discotequero de los Daft Punk en su último disco era lo más, sin embargo, ya no recordamos que durante su momento, la música Disco era tildada de música basura por muchos críticos y aficionados. Que ahora Santa Esmeralda será lo más cool del planeta porque la recuperó Tarantino, pero en 1977 fue música basura, de consumo rápido y de poca calidad.

Este ejemplo refuerza un poco la idea que siempre he tenido acerca de la relación entre el envejecimiento y la calidad musical. A medida que pasa el tiempo sobre una canción, disco o banda, parece que la calidad de éstos va aumentando siempre y cuando no sigan en activo. Abba nunca fueron la quintaesencia de la perfección musical, pero ofrecieron un pop diferente, alegre y divertido con tintes modernos. Triunfaron y hoy en día son casi un ejemplo a seguir. Como el vino, han sabido mejorar con los años.

Creemos que gente como los Bieber, Miley Cyrus o los Gemeliers no existían tiempo atrás, pero desde que las discográficas tuvieron el control, siempre ha habido productos desarrollados con un solo objetivo: hacerles ricas sin pensar en la calidad musical. ¿O es que ya no te acuerdas de Milli Vanilli? ¿O acaso los Backstreet Boys eran los nuevos Pink Floyd? Amigo mío, nuestro cariño hacia éstos nos podrá a la hora de dar un veredicto justo. Sólo repasando mi adolescencia me vienen algunos nombres de cultura basura como Vengaboys, Paco Pil, Aqua y así muchos, muchísimos más. Bandas que tienen nuestro cariño pero que admitamos, eran malas. O mejor dicho, su aportación a la historia de la música era nula.

Puede que otro ejemplo de canciones basura estuviese en la ya inexistente canción del verano. Hasta hace un lustro, puede que algo más, en nuestro país debíamos coronar anualmente a una canción que era la más radiada y escuchada durante la temporada estival. Entre las que recuerdo, están temas como «Hay que pena me da que se me ha muerto el canario«, «Bomba» de King Africa, «El venao» o «Papi Chulo«. Canciones que sí, tienen un rincón en nuestro corazón, pero eran peores que los programas de Bertín Osborne.

La culpa de todo no es de Yoko Ono, sino de internet

Quizás me haya pasado, pero reconozco que, en mi opinión, buena parte del pensamiento crítico se haya generado por culpa de internet. La red de redes nos ha abierto una ventana al mundo, dándonos la capacidad de poder disfrutar de un volumen enorme de obras culturales. Para lo bueno como para lo malo, internet ha supuesto la masificación de información en nuestras vidas. Nos ocurre en las redes sociales, donde no paramos de consumir un montón de información innecesaria o poco útil, todo por mero ocio.

Hasta hace diez o quince años, la música tenía que colarse en tu vida mediante los canales clásicos como eran la radio, la televisión o la prensa escrita, normalmente, en formato revista. Eran tiempos de Super Pop, de escuchar Los 40 Principales o disfrutar de míticos programas de televisión como Música Si o, anteriormente, Tocata o Aplauso. Ahora disponen de una herramienta mucho más amplia y poderosa. Internet se divide en apliaciones como Spotify, Rdio o Pandora, en servicios de vídeo como Youtube o Vimeo y en webs como Soundcloud o Bandcamp. Cualquier banda tiene ahora la posibilidad de hacer llegar su música a cualquier rincón del planeta de forma inmediata, además de tener herramientas que le permitan darse a conocer de forma rápida. Esto resulta difícil para quienes no puedan permitirse la visibilidad de pago, pero como siempre, las discográficas pueden permitirse ese lujo.

Podemos escuchar a millones de bandas y muchas veces acabamos tirando del repertorio clásico. Hay centenares de miles de bandas en activo. Hay un montón de grandes genios por descubrir, otros/as que están en proceso de ganarse el respeto internacional y algunos/as que ya lo han conseguido. Hay grandes bandas de hard rock como Airbourne o Wolfmother, voces increíbles como The White Buffalo o Eli Paperboy Reed. Tenemos grandes directos como los de Vintage Trouble. Y podemos seguir con bandas como The Strypes, o siendo más honrosos, con ya grandes consagradas como Arctic Monkeys, Muse o The Black Keys. Grupos que se han forjado en los últimos 15 años y que seguro dentro de otros tantos los veremos desde otra posición. Tiempo al tiempo.