Por si con tres conciertos no fueran suficientes, anoche tuvo lugar el cuarto concierto de la gira “La Deriva” en Madrid consiguiendo un nuevo 10 como nota final.
Crónica: Marta Trilla Linares Fotos: Javier García NietoEl panorama musical está pasando por calamidades en los tiempos que corren y, por ello, llenar de la noche al día cinco Rivieras antes de sacar el disco es gratificante. Y los chicos de Vetusta Morla lo han conseguido.
Las puertas de la sala abrieron a las 19.30h de la tarde, comenzando el concierto a las 21.00h de la noche. Una hora y media antes, en los alrededores de la sala y ya dentro se palpaba mucha emoción, muchas ganas, mucha ilusión por parte de aquellos responsables del cartel “entradas agotadas”. El reloj marcaba “en punto” y en cada cabeza sonaban tambores de que algo grande iba a comenzar.
No queríamos timón, queríamos dejarnos llevar y así fue. Le cedieron el testigo a “La deriva” para arrancar su cuarta noche madrileña entre aplausos. Decidieron seguir con canciones de este último disco como “Fuego”, “Golpe maestro”, tema que ha dado lugar a tanto debate, “La mosca en tu pared” y “Pirómanos”. Pero sus últimos temas no iban a ser los únicos que dejaran a las gargantas afónicas y una melodía cautivante sonaba bajo el nombre de “Lo que te hace grande”. ¿Qué es lo que hace grande a alguien? Nosotros sí sabemos lo que les hace grande a ellos. La energía con la que cada componente del grupo vive el concierto, definiendo como caso aparte el movimiento incansable de Pucho, y lo especial que hacen sus conciertos es por lo que podemos decirlo.
Continuaron con “Un día en el mundo” y “Cuarteles de invierno”. Con ésta última el concierto llegó al limbo. La iluminación que estaba acompañando era realmente buena, a diferencia de otros conciertos realizados en la sala, con contrastes de colores, sombras y con una pantalla en la parte de atrás con figuras en movimiento. Pero fue con ésta última cuando nos dejaron boquiabiertos dejando caer la gran sábana que colgaba del techo haciendo un espectacular efecto óptico.
“Maldita dulzura” con “La grieta” y “Mapas” mantuvieron la vibración idílica de la noche. La siguiente, “¡Alto!” iba con dedicatoria para las seguridades del estado que muchas veces derraman lágrimas que no se ven.
Estamos acostumbrados a escuchar la canción de “Copenhague” de una forma dulce, ya que es como aparece en el disco, pero lo bueno de los directos es que el grupo puede moldear la canción a su gusto y jugar con ello. Poniendo timbales en el centro del escenario y contando con la compañía de David “El indio” (batería del grupo) consiguieron transformar la dulzura del tema en algo más sobrio, más duro, algo que han adaptado para hacer consecuente el tránsito de sus anteriores discos a esta gira. Prolongando esa sensatez siguieron con “Las salas de espera”.
Opuesto a ello eligieron unas cuantas canciones como “Valiente”, “Tour de Francia”, “La cuadratura del círculo” o “Fiesta mayor”, de forma que todos bailásemos aún más porque al contrario de sus versos allí había mucho baile.
No llegaba el fin del mundo pero si el fin del concierto, así que quién pudiera que se salvase disfrutando al máximo de “Sonata fantasma” o “Sálvese quien pueda”.
El remate final lo hicieron con “El hombre del saco” y con “Los días raros”, dejándose cuerpo y alma en posicionar aquél concierto bajo la etiqueta de «mítico».
Objetivamente he de decir que Vetusta Morla hizo un buen trabajo anoche, y subjetivamente tengo que decir que fue una pasada. Como mencioné antes, el juego de luces con que portan en esta gira, algo que yo no había visto en ningún otro concierto, la mímica de Pucho en cada canción que hacía que cada letra transmitiera algo y la intensidad marcada por cada instrumento era de alabar.