DNR : sinceridad, firmeza y seguridad.
El tercer disco de Sean Marholm, Rubi Giménez y Ekain Elorza viene subrayado por su honestidad y crudeza. Tras “Año Perro” y “Dinero”, la banda confiesa haberse encontrado a sí misma en el escenario y haber recargado las pilas para descargar energía bruta en este tercer largo.
“DNR” es un disco directo, honesto y contundente. Tres letras y poco más de media hora de rock grabado en directo que sin duda les sitúa como una de las bandas más a tener en cuenta en el panorama del rock nacional.
“Purasangres” abre de un tirón los guitarrazos y las baterías que se plantan cara a cara como una declaración de intenciones; “preparados, listos, ya” y pistoletazo de salida que enlaza en intensidad con toda la primera parte del disco. “Dinamita” llega al orgasmo (en buena parte literal) y “Sobran las palabras” sabe enlazar ritmos con reminiscencias más pop, acompañados de coros y estribillos pegadizos, con la dureza de algunos de los riffs más potentes.
En “Efecto Granada” Dinero también demuestran que no se han olvidado de cantar, bajan las revoluciones y suenan a rock de estadio con una voz más clara. El rock recupera posiciones en “Nada”, enlatada y llena de crescendos que pone otra vez a mil los motores de “DNR”.
La sorpresa sí llega con “Autoafirmación”, una canción pensada desde el acústico que a pesar de ser la balada del disco, es la que más representa la rabia que traen en este trabajo. El mensaje queda claro y directo “libertad, mi respuesta universal” para acabar en una subida de bajo y batería colosal.
La última parte sin embargo del disco, pasa sin grandes sorpresas, “Segunda piel” recuerda algo más a sus anteriores trabajos y a fórmulasde Biffy Clyro adaptadas a la lírica castellana, y “Tiene que parar” suena más a pop que a rock a pesar de las guitarras. “Duelo de Titanes”, el single de adelanto sí consigue reflejar la intención de “gritar un poco más” y resulta tan pegadizo que es capaz de clavarse en la memoria; sin duda la apuesta más segura para el directo. Como broche final “Parásito” recupera sonidos grunge, rabia y oscuridad; rock más a secas.