El efecto evocador de un tocadiscos en tu vida
El viernes recibí un regalo por sorpresa, que siempre es mejor que uno anunciado. Y si encima es un tocadiscos, mejor aún.
En casa de mis padres recuerdo haber visto uno desde que tengo memoria. Era uno de los artículos más valiosos que teníamos, sobre todo el primero, un modelo alemán de importación que les costó sus buenos miles de pesetas en los años 70 y se notaba porque sonaba de lujo.
Si querías sentirte adulto comprar tus discos e incorporarlos a la colección familiar era uno de los grandes pasos. También tenía muchos cassetes, pero la mayoría eran grabados (entonces lo de la piratería era otra cosa)
Si no tenías hermanos mayores, el salto entre los discos de tus padres y los tuyos podía ser importante pero si eras una persona permeable acababas escuchando algunos de los suyos y descubrías que esas dos personas de las que en aquella época de pre adolescencia pensabas que te separaba un abismo insondable en todos los aspectos de tu vida, no eran tan lejanas.
Encontrabas discos de Rocío Jurado (gran voz y excelentes letras, aunque no sea tu estilo), Julio Iglesias, Serrat, Raphael (os recuerdo indies que es cabeza de cartel en Sonorama), Nino Bravo, Nicola Di Bari, Barbra Streisand, Elvis o Frank Sinatra. Vaya, pues no estaba mal.
Mi primer disco fue de Sabina. Era 1988, lo había descubierto ese mismo año con un cassete de su directo en Madrid de 1986, ese en el que Javier Krahe interpretaba “Cuervo Ingenuo” que le costó el veto durante años del Gobierno socialista. Estaban también Ricardo Solfa, Aute o Gurruchaga.
Decidí que ese disco de Sabian sería el elegido y aproveché que salía a la venta su nuevo disco “El hombre del traje gris” para convertirlo en mi primogénito. Posiblemente no es un trabajo que la gente incluya entre los más importantes, al menos la gente que habla de Sabina ahora que es una figura relevante, pero que no habrá escuchado más de un par de discos para quedar bien el día que nos deje para apuntarse al carro de «yo, de Sabina de toda la vida».
Tiene unas cuantas canciones interesantes. Mi preferida siempre fue esta:
El sábado llevé todos mis discos a casa, para empezar a hacerle rodaje a mi flamante tocadiscos nuevo. Lo que me permitió viajar al pasado en un ejercicio nostálgico.
Hay de todo un poco: Los tres primeros discos de Michael Jackson en solitario, cuando todavía estaba más centrado en la música que en otras cosas como parecer menos negro, un disco doble de Roxette, ese dúo sueco que nos conquistó con sus melodías sencillas pero muy efectivas, el “Golfo 91” (todos tenemos un pasado oscuro), otro de Sabina, el “Cuéntame un cuento” de Celtas Cortos y hasta un disco de Juan Luis Guerra (sí me gusta, lo reconozco)
Sé que servirá para que vuelva a evocar sonidos que hacía años que permanecían guardados en sus fundas, sentirlos otra vez en mi memoria. Y también para experimentas nuevas sensaciones con joyas musicales como esta:
Este no lo tenía, fui a comprármelo el sábado por la tarde. Siempre había fantaseado como sería escucharlo en mi propia casa, siendo ya un adulto, con las luces apagadas, paladeando cada nota. Imaginarlo era genial. Hacerlo fue increíble.
Gracias amigos.